Eugenio Ibarzabal

Entrevista en el Grupo de Noticias

Publicado por el 16 Jun 2022

Por UXUE GARRO IRASTORZA

El libro que presenta tiene como título “El marido de la inglesa que vivía en la casa del danés”. ¿Por qué ese título, cuando el tema sobre el que gira la obra es la escucha?

  • Es una historia que narra la experiencia del “marido de la inglesa que vivía en la casa del Danés”, que es como me llamaban en Obanos, en Navarra, cuando mi mujer y yo, sin conocer a nadie, decidimos vivir en ese maravilloso pueblo. Para ello tuvimos que integrarnos, para lo que tuvimos que hacer el esfuerzo de dejar por un tiempo nuestra identidad e historias anteriores, abrirnos a las del pueblo y poner nuestro contador vital a cero, que es la mejor manera de obligarte a escuchar. De algún modo, me transformé en otra persona. Luego descubrí que eso mismo es lo que había hecho a lo largo de muchos momentos de mi vida: olvidarme de mí, abrirme a los demás y escuchar, y de ese modo empezar una nueva vida, porque lo bueno de esta vida es que, si queremos, podemos vivir muchas vidas diferentes.

Esta historia es la historia de mi vida a lo largo de más de cuarenta años.

Eugenio Ibarzabal, con su nuevo libro. Foto de Oskar González

 

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LA DEPENDENCIA DEL AMOR

Publicado por el 17 May 2022

Vengo de visitar a mi nieta de siete meses, que por desgracia vive lejos, y al mismo tiempo me llegan malas noticias de salud de una octogenaria a la que quiero mucho, que también reside fuera de aquí. ¿Qué tienen las dos en común?: que una y otra son dependientes, o mejor, totalmente dependientes.

En el caso de mi nieta, su vida depende por completo del cuidado y la atención de sus padres. En el caso de la octogenaria, que vive sola, en cama tras una operación, de la ayuda de los más cercanos.

Nacemos dependientes y, al acercarnos al final, nos convertimos de nuevo en dependientes. Eso es la vida: un eterno volver a empezar.

 

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PERSONAS y “PELÍCULAS”

Publicado por el 11 Abr 2022

Tengo que reconocer que me estremezo cada vez que leo las noticias. Prometo dejarlo, pero me creo en la obligación de seguir leyendo. Tal vez lo único bueno de esa guerra -y espero que se me entienda bien-, es que nos puede ayudar a descubrir lo que hasta ahora se nos mostraba cubierto.

Siempre se habla de que detrás de una guerra hay intereses económicos. También hay otras cosas: por ejemplo, las personas y las “películas” que esas personas crean para justificar sus actuaciones. Felizmente está Biden en el poder y no Trump. Los intereses económicos de los EE.UU. son, en un caso y en otro, los mismos, pero la actuación de Trump distaría mucho de la de Biden. Esto de las razones personales para explicar la historia sería tachado de poco científico por algunos historiadores, pero también les diré que muchas de las explicaciones, siempre posteriores, de historiadores, me parecen almacenes de datos, a los que siempre cabría añadir la misma pregunta: y después de tener en cuenta todo lo que usted dice que hay que tener en cuenta, ¿por qué pasó lo que pasó?

Todo y nada, como respuesta.

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La política joven de una veterana

Publicado por el 18 Mar 2022

Si algo me gusta de Manuela Carmena, con la que estuve el pasado fin de semana en Madrid, es verla fresca, sin que el cinismo imperante haya podido con ella, muy a pesar del trato que recibió por parte de la derecha: “vieja, vieja; roja, roja”, le gritaban algunos jóvenes energúmenos. Ha demostrado saber aguantar, sobrevivir y seguir. Admirable. Aprovecho el viaje para leer su libro, “La política joven”.

¿Se puede reformar la política? Esa es su preocupación y la de muchos. Manuela nos da alternativas, a propósito de las cuales soy más entusiasta en algunos casos que en otros. Ella cree en hablar y en escuchar, en decir la verdad y sancionar al que miente sabiendo que miente; también entiende que los partidos deben cambiar de funcionamiento interno; propugna una comunicación más directa entre elegidos y electores; aboga por abrir la elaboración de presupuestos a la participación popular (tal vez la propuesta ante la que soy más escéptico); y sobre todo, cree en debatir teniendo como base datos, evaluar luego siempre y en algo muy querido para ella: humanizar la justicia (así la conocí, y me consta que ella no solo lo propone sino que lo practica).

Sabiendo que uno participa de la misma preocupación, ¿Qué propondría yo, si es que alguien me lo preguntara? ¿Qué hacer, pero en concreto?

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El marido de la inglesa

Publicado por el 10 Mar 2022

El 11 de mayo sale a la calle un nuevo libro que terminé en otoño del pasado año, tras terminar el dedicado a la familia Sota. Se titula “El marido de la inglesa que vivía en la casa del danés”. Sí, ya sé que el título es sorprendente. Pero el contenido será más claro si digo que lleva como subtítulo “Una historia sobre el poder de la escucha”. El libro está ya a la preventa.

En realidad, es mi historia como hombre al que le ha tocado escuchar, que ha sido siempre mi forma de aprender y de sobrevivir: escuchando. No lo digo como mérito particular, ni como ejemplo de lo que uno hace y otros deberían hacer, no. Es lo que me ha tocado hacer, simplemente, me gustara o no. Y en muchas ocasiones, la verdad, me ha gustado muy poco. Pero me ha tocado hacerlo.

En el libro cuento mi experiencia y me descubro un poco. Si es para bien, ¿por qué no?

Lleva un prólogo de mi gran amigo Eduardo Anitua, y dos frases testimoniales: una de Manuela Carmena, con la que colaboré cuando me tocó lidiar con el sector de las organizaciones judiciales y de la que tengo un excelente recuerdo, y de Rudolf Flieger, un alemán al que conocí en el año 1978, cuando la embajada alemana me invitó a un viaje en el afán de conocer su sistema federal; lo más importante que saqué de aquella estancia fue mi amistad con Rudolf, mi guía entonces, una amistad que se ha renovado en los últimos tiempos.

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Caminar

Publicado por el 23 Feb 2022

Dejé de correr a los cincuenta años, por temor al posible daño en mis rodillas, decisión de la que me alegro cada día. Y comencé entonces a caminar. Lo he hecho durante muchos años en razón del ejercicio, y, por tanto, en bien de la salud; no creo que sea necesario alabar sus beneficios. Pero llevo un tiempo en que caminar se ha convertido en algo más. En mucho más.

Con frecuencia me dicen que si escribo es porque me gusta. Trato de explicar de que no es exactamente así, pero da exactamente igual: hay quienes jamás han escrito nada, pero parecen conocer porqué escribimos los demás. Ocurre algo parecido al hablar de creencias; muchos no creyentes parecen conocer mejor que los creyentes las razones por las que creemos. No sé por qué preguntan cuando no les interesa nada nuestra respuesta. Termino por decirles que los que creen y los que no creen conjugan el mismo verbo, y que también los no creyentes, en su caso, tendrían la obligación de demostrar por qué no creen. Pero es un afán estéril.

Muy pronto abandono esas conversaciones, porque no tienen interés alguno.

No es, pues, gustar el verbo que conjugo al ponerme a escribir. Utilizaría tal vez entender, construir de la nada, concatenar, narrar, unir una historia a un ritmo, encontrar la propia voz, imaginar y muchos otros verbos. Pero no el de gustar. Sin embargo, cuando hablo de caminar, el verbo apropiado sí es gustar. O tal vez disfrutar.

Porque lo que de verdad me gusta es caminar.

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YA ESTÁ BIEN

Publicado por el 14 Feb 2022

No era mi intención adentrarme nuevamente por terrenos ya recorridos, pero el contenido del Informe que me acaba de llegar del Instituto Arrupe sobre “Injusticia padecida por integrantes de la Fuerzas de Seguridad del Estado, así como de sus familias, a manos de ETA, en el período comprendido entre 1960 y 2011”, me obliga, en honor a la verdad, a dar mi opinión al respecto. Se trata de un Informe solicitado y financiado por el Gobierno Vasco, elaborado a partir de datos ya conocidos, a los que se han añadido catorce entrevistas individuales. Luego, conclusiones y sugerencias.

1.- En el Informe se afirma que la situación de aislamiento, soledad y marginación en la que han vivido las Fuerzas de Seguridad del Estado en el País Vasco (FCSE) fueron consecuencia de una estrategia de ETA contra ellas, fomentada por dicha organización para crear así un discurso que justificara luego los terribles atentados posteriores.

Pienso que este análisis es radicalmente incompleto y parcial.

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Lo que he aprendido de Juan Ajuriagerra, el Hermano Mayor

Publicado por el 30 Ago 2018

Se cumplen cuarenta años de la muerte de Juan Ajuriagerra. Comencé hace un año a investigar. Había mantenido una entrevista con él, tres meses antes de su muerte. Me dejó, literalmente, con las ganas. Constaté luego la importancia que su entrega a las autoridades franquistas tuvo entre los suyos. Entonces me entraron aún más ganas de aprender.

Constaté que apenas sabía nada, más allá del respeto compartido por casi todas las personas que lo conocieron, que coincidían también en resaltar su carácter seco y autoritario. Escuché también muchas barbaridades contra él. En lo fundamental, le tildaban de hombre de partido, en la peor acepción del término.

He aquí algunas de las lecciones que he aprendido.

1.- Su capacidad para identificar bien lo que la mayoría piensa, por más que una minoría pueda hacer ruido y aparentar que representa y tiene más poder que los demás. Confía en el sentido común de la gente, aunque, en principio, ésta no se manifieste y más bien calle. Una cosa es la clandestinidad, otra la opinión de la gente; lo que, traducido a un mundo actual, significa: una cosa son las quejas, los discursos públicos y la crispación, y otra la respuesta final, pues el centro de gravedad social puede estar en otra parte. Ver lo que no se ve.
Hay en él una visión optimista de las personas, lo que, teniendo en cuenta las penalidades que sufrió, da mucho que pensar.

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De vuelta de un viaje a Sevilla.

Publicado por el 07 Feb 2022

Observo que el libro de «Los Sota» se sigue vendiendo. Han pasado ya más de cuatro meses y se ha impreso la segunda edición. No oculto que me llena de ánimo. Y no solo las ventas, sino todo lo ocurrido alrededor del libro: los comentarios, las entrevistas mantenidas y los correos con personas que se han acercado hasta mí ofreciéndome más y más información. En algún momento pensé que solo a mí me interesaba esta historia, pero, afortunadamente, estaba equivocado; había al parecer muchos que pensaban que ya era hora de contarla.

Y ahora ya, lanzado a otro proyecto. Es curioso, hay un vacío amenazador entre el final de un proyecto y el comienzo de otro. ¿Seré capaz?, ¿es mi final?, ¿me vendrán más ideas?

En mi caso, creo que hay que tratar de no agarrarse a la primera idea que surja, sino saber aguantar la inquietud, aprender a esperar estando en babia y disponerse a escuchar y ver lo que, a veces, tenemos delante y no se ve.

En babia, escuchando esa música que me hace bien.

Pero a veces no es posible estar en babia, suena mal y los pretendidos prejuicios morales lo impiden. Ya se sabe, no se puede estar sin “estar haciendo algo”. Por eso hay que forzar; en mi caso, marchando en esta ocasión a Sevilla por unos días. Cambias de escenario geográfico y, obligadamente, cambias de escenario mental: otros acentos, otra habitación, otras conversaciones, otro clima y otra comida. Y dejarte llevar; abandonarte, centrarte en la “ensaladilla rusa” de “Mariscos Emilio” (evitar los restaurantes en los que la sirven con “sacabolas” de helado), el atún preparado de tan diversas formas en “La Sal” (excelentísimo templo del atún), o el rabo de toro de “El Cairo” (un restaurante clásico donde no hay que ir el primer día porque puedes terminar por repetir y no probar ya ningún otro más).

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