Juan Cruz Alli: «La inemotividad me ha venido bien»
Publicado por Eugenio Ibarzabal el 13 Dic 2015, en Sin categoría
Conozco a Juan Cruz desde hace muchos años. Guardo el mejor de los recuerdos. Le he visto vivir buenos y malos momentos, pero siempre ha mantenido una sonrisa pícara, acompañada de un cerrar los ojos hasta hacerlos llamativos de tan inapreciables, mostrando lo que parece una máscara, pero que los que le conocemos sabemos que es serenidad. Me apetece saber algo más de él.
– Venía de una familia carlista. Mi padre fue voluntario requeté y mi madre enfermera durante la guerra. Muy pronto, contrarios al Régimen. “Para esto murió mi hermano” (cayó como legionario en el frente), solía decir él. Pensaban que los carlistas habían sido simple carne de cañón, asaltaparapetos, a los que en el fondo se les despreciaba.
– Me fijo en una fotografía del padre, con su boina roja. Observo que los padres han sido fundamentales para él.
– Tenía una formación de convento. Era mancebo de farmacia, y con gran vocación social. Si no estaba en una reunión estaba en una celebración. Mi madre decía que si caía una bomba en casa el único que se salvaría sería él. De convicciones muy profundas.
– Y decepcionados.
– Pronto vieron cosas terribles. Luego no me ha sorprendido nada de lo que hemos sabido. Mi madre se enfrentó al ver cómo llevaban a una mujer “pelada”, y llegó hasta Fal Conde para liberar a un hermano que habían detenido “por tener libros en francés”…”Sin piedad” es una buena expresión. No se ha hecho una asimilación completa, que incluye la complicidad de parte de la Iglesia, lo que no es, por más que algunos así lo crean, un ataque a la Iglesia.
– Quizá de ese pasado viene ese “cinismo sano” que a veces muestras.
– Mi mujer me dijo en cierta ocasión, que soy inemotivo, activo y secundario. Y si lo dice mi mujer, así será. Un tanto frío en apariencia, sí que lo soy, también muy activo, pero de los que se piensan dos veces antes de actuar.
– Un momento en tu vida.
– La muerte de mis padres. Siempre he pensado lo mal organizada que está la vida. Cuando más necesidad hay de acompañar a los mayores y ayudar a los hijos, es cuando más te acapara la vida profesional. Y cuando más tiempo libre tienes luego, han muerto tus padres y los hijos andan ya por su cuenta. Si he hecho algo en la vida, ha sido gracias a que mi mujer ha estado ahí, ocupándose de toda la carga de la familia.
– También te marcó la dichosa “parábola de los talentos”.
– Sí, claro. La promoción social y el afán de servicio. No he sido como otros que soñaban desde pequeñitos con ser presidentes de la Diputación. No tenía horas. Era aquello de “tú mira a lo alto”, y “adelante, pase lo que pase”, pero lo cierto es que en buena parte he conseguido mis metas personales y profesionales gracias al sacrificio de mi mujer.
– Y con ello el encuentro con la política.
– Cuando llegó el momento, una encuesta de Gallup dijo que el candidato de UPN con más posibilidades era yo, por conocimiento y aceptación, y así se decidió. Pero me apoyó un grupo que pensaba –lo supe luego–que si salía Aizpun, ellos no tenían oportunidad alguna de medrar. Tuve mis dudas. En ese momento gente que no pensaba como yo, me dijo que de no decir que sí podía ser nombrado alguien de quien se sospechaba que era un corrupto. Y accedí. Al ver lo que luego ocurrió, hoy lo habría pensado dos veces, pero en aquel momento tenía fe y confianza en algunas personas.
– ¿Te arrepientes de algo?…
– Te encuentras con que otros te quieren utilizar. Te apoyan esperando que les sirvas, y si no les atiendes ya sabes lo que te espera. Yo les decía: si no estáis de acuerdo me retiráis la confianza, pero eso era poco para ellos. Había que hacerme daño; en mi caso fue el afán de desprestigiar.
– ¿No te habías encontrado con lo mismo en la vida profesional?…
– No, aunque sí en la vida universitaria.
– Y es entonces cuando la inemotividad te vino bien.
– Sí, me ha ayudado. Sé tragar. Como se suele decir: “pobre pero orgullosico”…. Es a lo máximo a lo que un chico de la calle Mayor de Pamplona puede llegar.
– ¿Recibiste algún buen consejo de tu padre?…
– Sí, me dijo que nunca pusiera mala cara, que sonriera, que si vas con mala cara te pondrán la misma mala cara, que al borde le tratarán siempre como a un borde. Eso no obsta para que, además de decirme que pusiera buena cara, mi padre me tuviera un tiempo trabajando todo el día en la calle de “maca” en la farmacia. Era también su manera de hacerme ver que la promoción social está en el conocimiento.
– ¿Y de tu madre?…
– Era ejemplo de mujer fuerte. Una de las veces que saqué suspensos en el Bachillerato, mi padre dijo: “tal vez no valga para estudiar”… Mi madre le contestó: “ya vas a ver tú si vale o no para estudiar”… Recibí una bronca que no olvidaré. Y es que mi madre procedía de una familia venida a menos, que se había quedado sin tierras. Se vino a trabajar a Pamplona. Es de las que pensaba: “eso, nunca más”… La fuerza de la voluntad. Metas altas y esfuerzo personal en todas las cosas. Tenacidad. Si con algo he tenido que ser tenaz ha sido contra mi propia timidez.
– ¿Algo más de ambos?…
– Sí, rechazar la tentación de la facilidad. No hay que ir por lo fácil, aunque mi mujer me dice que lo complico todo; en esto no creo que lleve toda la razón. Por una vez.
– Si algo se puede decir de ti es que has sido persona independiente, que pensaba por sí mismo.
– En política es importante que no debas nada y tengas salidas al margen de la política o del intercambio de favores. Ahí está tu libertad. Son muchos los que vienen a halagarte, a ver lo que te pueden sacar. Solo puedes confiar en los que no te van a pedir nada ni te van a utilizar, aunque esto nunca se sabe…
– Hablabas antes, supongo, de las acusaciones de connivencia con el nacionalismo vasco.
– Nunca la hubo. UPN llegó al Gobierno de Navarra por dos factores: el pacto con el PP que le convirtió en la lista más votada y que HB puso los medios para que no saliese el PSOE. Nunca me pidieron contraprestaciones. Hubo por mi parte aproximaciones, gestos y ofrecimiento de salidas. Nada más. No por congraciarme, sino por convicción. En los cuarenta, cincuenta y sesenta yo no había vivido en el grupo carlista de “Mutiko alaiak” esa animadversión contra lo vasco. Al contrario. Empecé a estudiar euskera con el método Mendizabal. La derecha navarra que yo conocía entonces era muy vasquista, porque veían a Navarra como una comunidad pluricultural.
– Esa animadversión, es pues, reciente.
– La “Marcha de la Libertad” del 77 fue un desastre absoluto. Muchos lo vieron como una agresión: “vienen a conquistarnos”. En buena parte es otra de las cosas malas que aportó ETA. La coacción produce una reacción defensiva. Y también el hecho de que el movimiento obrero en Navarra era claramente integracionista. Buena parte de las clases medias y altas ligaron lo vasco con la lucha de clases marxista y revolucionaria.
– Recuerda un mal momento en especial.
– Al día siguiente de ir al “Oinez”, fiesta de las ikastolas. Me sentí totalmente solo. Creí mi deber ir a una fiesta de la lengua vasca organizada por un grupo de Iniciativa social, en la que nosotros creíamos. Luego llegó lo de Amaiur, cuyo monumento había sido erigido gracias a la Diputación y a la suscripción popular de comienzos del siglo anterior.
– Lo que antes promoviste, tal vez un día pueda llegar a imponerse.
– Tan malo es ir por delante como ir por detrás. Tal vez me adelanté. Siempre he creído en reducir tensiones, en no generar más de las que ya hay. El poder tiene la obligación de hacerlo. También he creído que nunca hay que olvidar de donde vienes.
Una vida.
– Nace en Pamplona en 1942.
– Un acontecimiento: la muerte de Kennedy. Pensó que era imposible que algo parecido pudiera ocurrir.
– Un libro. “La hora de la clase obrera”, del cardenal Carding.
– Una persona: Fermín Negrillos, que le dio acceso a su maravillosa biblioteca.
– El cambio en Navarra: una interesante oportunidad para que los que no tenían expectativa de gobierno se responsabilicen, vean lo que hay y olviden demagogias pasadas.
– Un deseo: que unos y otros dejen de fomentar los instintos de los suyos.
– Una frase: “Todo pasa. Pompas y vanidades. Pasa la nombradía como la obscuridad. Nada quedará a fin de cuentas, de lo que hoy es dulzura o el dolor de tus horas, su fatiga o su satisfacción. Una sola cosa, Aprendiz, Estudiante, hijo mío, una sola cosa te será contada, y es tu Obra Bien Hecha”. Eugenio D´Ors.
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