Eugenio Ibarzabal

Idoia Estornés

Publicado por el 27 May 2013, en Sin categoría

He leído el libro de memorias de Idoia Estornés, “Cómo pudo pasarnos esto”,  editado por Erein. A pesar de su extensión, cayó completamente entre la ida y la vuelta en el tren a París para visitar a nuestros grandes amigos Franklin Shargell y su esposa Sandy, de viaje por Europa.

Primero, una explicación de la autora y del contenido del libro. Idoia Estornés Zubizarreta, escritora e historiadora, es un ser especial, en el mejor sentido de la expresión. Su vida ha estado muy unida durante un larguísimo tiempo a ese proyecto tan importante que ha sido y es la Enciclopedia Auñamendi, de la que tantas familias han sido suscriptoras, hoy responsabilidad de la Sociedad de Estudios Vascos. Creo que a Idoia le va perfectamente esa expresión que Raymond Aron utilizaba para sí mismo: “una observadora comprometida”. El libro trata precisamente de eso: de cómo ha visto, vivido y explicado los últimos sesenta años de la historia del País Vasco, desde que siendo una niña llegó a Donostia procedente de Santiago de Chile, donde vivió sus primeros años en el seno de una familia de exiliados.

Hay algo de vidas paralelas entre ella y yo. Nos hemos encontrado en muchos momentos, hemos vivido con intensidad algunos acontecimientos, nos hemos apreciado mutuamente y, curiosamente, hemos terminado uniendo nuestras vidas a dos súbditos de la Corona británica que nos han hecho la mar de felices.

Es el primer libro de memorias de tal amplitud y precisión que yo leo a propósito de la reciente historia vasca. En este sentido, estoy seguro de que se va a convertir en un libro imprescindible para el futuro. Es evidente que Idoia disponía de notas, diarios y artículos que le han permitido efectuar el trabajo que ha hecho, porque con la memoria solo es realmente imposible hacerlo. Sé de lo que hablo.

Es un libro de una sinceridad aplastante. Idoia se dedica a describir la evolución ideológica, argumental y vital de quien se define “como una chica de los sesenta”. Tan solo por eso el libro es ya una pequeña joya. Han sido seis años de trabajo que le habrán ayudado mucho a ella, pero también a los que lo vayan a  leer; o al menos, me ha ayudado a mí a repensar mi propia vida, aunque ella hable con una perspectiva de una persona diez años mayor de edad que yo.

Y ahora viene lo bueno: cuando leo sus andanzas ideológicas, que son también las andanzas de muchas personas de aquella época, y en parte las mías, me he preguntado: ¿mereció la pena todo aquello, no lo podíamos haber hecho un poco más fácil, si la situación era ya difícil no la complicamos todavía más?… Respondiendo directamente a esta última pregunta, diré que sí. Franco campando libremente, el mundo occidental dejándole hacer, con una sociedad civil casi inexistente, una economía pobre, a pesar de lo cual parte de la sociedad vasca, nacionalista o no, se lanza en un proceso de radicalización ideológica que no tenía nada que ver con la realidad, ni aquí ni en Europa, y que hoy resulta, al menos para mí, incomprensible. Como oposición, fue un auténtico desastre; no es casualidad que la sociedad vasca se volviera, llegadas las elecciones, hacia los partidos políticos tradicionales.

Evidentemente hay quien se radicalizó más y quien se radicalizó menos, pero lo que Idoia cuenta en el libro es, visto desde hoy, una auténtica historia de locos. Era como si la única manera de responder al franquismo y vencerlo era radicalizarse ideológicamente más y más, lo que llevaba, inevitablemente, a impedir una salida razonable.

Se podían haber elegido en aquel tiempo unos modelos u otros para seguir, pero se eligieron, a mi juicio, los peores. Se podía haber elegido la India de Gandhi, pero se eligió Argelia, Cuba o la izquierda internacional más violenta. Se podía haber elegido la social democracia, pero se eligió el marxismo leninismo. Podríamos habernos fijado en modelos económicos como los nórdicos, pero no, se prefirió mirar a Latinoamérica. Salvo excepciones que no tuvieron impacto alguno, cada escisión era más izquierdista que la anterior, y los culpables eran poco menos que los compañeros con los que se había trabajado un poco de tiempo atrás. ¿Pero qué nos pasó, qué venada nos entró?…

Una sociedad que lo que trataba por todos los medios, decía, era de conservar su identidad, da un vuelco de ciento ochenta grados y destroza todas sus referencias anteriores.  En lugar de mejorarlas, adecuarlas e integrarlas en unas coordenadas europeas,  rompe con lo que tenía – por muy discutible que fuera, sin duda alguna-, las sustituye por el izquierdismo más radical de Europa, y finalmente, tras el propio fracaso, se queda sin nada, que es en buena parte lo que estamos sufriendo hoy.

En el libro de Idoia se observa muy bien esa tendencia suicida a la escisión, a la división, al ataque de los que más cerca se tiene, en lugar de unirse, tolerarse y trabajar juntos a partir de lo que nos pueda unir, en nuestro propio beneficio. A mí, personalmente, imbuido de toda esa locura, me salvó una experiencia vital: a los veinticuatro años comencé a visitar, conocer y escuchar la experiencia, las opiniones y las referencias históricas de los “viejos” de la generación anterior. Aquellos sí eran auténticos demócratas, cosa que muchos de nosotros, aunque dijéramos luchar por la democracia, no lo éramos. Las consecuencias han llegado hasta nuestros días.

Cambiando de tema, no estoy de acuerdo con Idoia en todas las críticas que hace a la Iglesia vasca, a la que descalifica totalmente. A estas alturas de la historia es imposible negar sus imposiciones, excesos, aprovechamientos e incoherencias. De acuerdo. Pero tampoco se puede negar que, llegado el momento de la toma de decisiones, la sociedad vasca ha sentido a un sector clave de su iglesia comprometida, cercana y sacrificada. Y eso también es verdad, al menos para mí.

Pero es que hay algo más. La propia trayectoria que Idoia Estornés cuenta en el libro demuestra que era perfectamente posible decidir, optar y hacer una vida propia. Cuando algunos insisten tanto en el contexto, en ocasiones es para justificar que no se puede o no se quiere hacer nada –no es el caso de Idoia. El contexto, y ésta es mi experiencia tras haber trabajado con tantas organizaciones y personas, es un estupendo pretexto para no comprometerse, culpar a los demás y seguir como antes.

También diré algo muy personal. Hay momentos en mi vida en que he tomado decisiones personales muy difíciles. No diré que he recibido el aplauso y la aprobación de parte de algunas autoridades eclesiales, pero sí he recibido y percibido mucho respeto y cercanía por parte de personas a las que no olvidaré nunca. Esa es mi experiencia y la tengo que decir aquí. Y es que, al final, existe algo que se llama conciencia personal, y con ello la libertad de conciencia, y con la libertad de conciencia  la necesidad de optar, y con la necesidad de optar la responsabilidad personal de las opciones que uno tome. Soy yo el responsable de lo que hago, no los demás. Para lo bueno y para lo malo. Y si algo es lo bueno y la raíz de la cultura de Europa Occidental es precisamente eso: libertad personal y responsabilidad. Y hoy seguimos con los pretextos aprovechando los actuales contextos.

Pero hay más, mi experiencia personal me indica que lo religioso puede ser, para algunas personas autoritarias, egoístas y falsas, una estupenda excusa y justificación para hacer lo que tenían pensado ya hacer antes  y por razones que nada tienen que ver con el hecho religioso. Lo he sufrido. Hay miserables de comunión diaria, lo mismo que hay miserables en todas y cada una de las facciones del ámbito ideológico.Pero el problema no es el cristianismo, ni el socialismo, ni el liberalismo, ni el feminismo, sino lo que las personas hacemos con ello. Hace unas semanas comíamos mi mujer y yo con una gran pareja de amigos, que nos contaron su historia. En los setenta decidieron casarse solo por lo civil, con el consiguiente rechazo de los padres, por razones de entonces fáciles de imaginar. Pues bien, llegado el día, y a pesar de haber discutido la víspera anterior, la madre se acercó amablemente y participó en la boda civil. El padre se quedó en su casa. En apariencia, las razones que una y otro aducían eran las mismas, pero una hizo una cosa y el otro otra completamente diferente. Y con ello creo que está dicho todo.

Termino comentando algo que me ha emocionado en el libro de Idoia: la trayectoria vital con sus padres, el final de la historia con su padre y con su madre. Sus conversaciones, cuidados, determinadas frases, así como el modo tan delicado en el que relata su relación con José Antonio Ayestarán.  Hay algo ejemplar en todo ello. Nunca se rompe definitivamente nada, hay un profundo respeto, y la etapa final es verdaderamente hermosa. Y es que hay amor, mucho amor entre ellos, y el amor es también fuente de conocimiento de la verdad, de manera de ver lo que tienes delante y pauta de actuación con los demás.

En algún momento he pensado: ¿qué pensaran nuestros hijos de las andanzas de sus padres?… Mejor no saberlo. El libro de Idoia derrocha sentido del humor, cosa que no podía ser de otro modo porque es una de sus grandes virtudes, y la narración, fundamentalmente centrada en Gipuzkoa y Navarra, que es lo que ella mejor conoce, está escrita con pasión. Es, además, divertido y te hace pensar. Nos ayuda a entender lo que tenemos hoy. ¿Qué más se puede pedir?… Gracias, Idoia.

Comentarios

  • ramon sancho ( de Barcelona )

    Tengo un gran concepto de Idoia. Colabore con ella en un tema «delicado» en aquellos momentos: ESTAMPARLE LAS IKURRIÑAS QUE ME PIDIO ,en unas fechas dificiles
    Pero tuve la suerte que mis colaboradores-trabajadores, no se opusieron a pesar que sobre ellos tambien caeria la responsabilidad (carcel).

    Yo no soy ni de derechas ni de izquierdas,ni de centro. Soy de mi Pais que es Cataluña. Cuando conoci a Idoia era VASQUISTA. !! y a mucha honra !!
    Fdo Ramon Sancho; doctor ingeniero, que ha cumplido los 81 años…y sigue trabajando en sus negocios.

  • ramon sancho ( Barcelona

    Ya los he hecho y no si los habeis recibido

    Dile a Idoia que soy el que estampo las IKURRIÑAS en tiempos dificiles. Pero mi obreros COLABORARON totalmente ( con riesgo de carcel )

    Todo se hizo «esperando» una España mejor…. que no ha llegado, en gran parte porque los politicos de entonces y ahora son unos «aficionados» y piensan mas en las proximas elecciones ( es decir :seguir cobrando,de nuestros impuestos) que en devolver al teorico » pueblo soberano » lo que le corresponde en cultura + calidad de vida + amigos como Idoia, a la que envio un gran abrazo CATALANISTA,como ella era cuando nos conocimos: VASQUISTA

    • ramon sancho

      Eugenio
      Gracias por tu comentario
      Con Idoia ,hicimos una breve y sincera amistad.
      En mi expresión es «» una mujer LEGAL»».es decir, muy valida y positiva.
      Ruego se lo digas y le des un abrazo CATALANISTA ( a pesar de estos PP y Cia)
      ? Como pueden decir que España va bien con 5.000.000 de parados y una economía hundida ?.!! Son unos ineptos, al igual que quienes les vota.
      Tal vez «tocaria ahora» una tecnocracia,y no unos AFICIONADOS a mandar.
      Gracia y hasta la próxima. Ramon


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