Ander Lizarraga. "In memorian".
Publicado por Eugenio Ibarzabal el 06 Jun 2013, en Sin categoría
El 27 de Mayo, lunes, alguien me llamó para decirme que mi gran amigo, mi buen amigo, mi queridísimo amigo Ander Lizarraga había muerto, y que además había fallecido de una muerte brutal. Fui al funeral ese mismo lunes a su pueblo de Astigarraga, hablé con algún pariente y un amigo que se me acercó. Todos me dijeron lo mismo: una sorpresa enorme, nadie podía esperar de él algo así, la presión del trabajo al parecer era muy grande. He tardado en escribir este artículo porque aún sigo sin reponerme y porque todavía sigo pensando que Ander me va a contestar al último correo que le envié, el viernes 24 por la noche, y que, sorprendentemente para mí, quedó sin responder. Y es que Ander respondía siempre. El tiempo que se tarda en contestar, y sobre todo si se contesta o no, dicen mucho de las personas. Al menos para mí. Qué raro, pensé. Después de llorar mucho, una falsa calma se ha apoderado de mí. He confundido luego tres citas que tenía a lo largo de la semana. Lo mismo me ocurrió cuando mataron a Jose Mari Korta.
Ander trabajaba en Telefónica y tenía una responsabilidad importante como Director de Ventas de Euskadi y Cantabria. He esperado unos días por si me llegaba algo que pudiera ayudarme a entender. Dejadme decir algo de Ander. Uno ha conocido a muchas buenas personas; pues bien, Ander ha sido una de de esas dos o tres mejores personas que he conocido en mi vida. Honesto, entregado, generoso, libre para los amigos y para su familia, comprometido como pocos con el desarrollo personal, animoso para todos, pendiente de los problemas de los demás, dispuesto siempre a ayudar, amante de su familia y dispuesto a sacrificarse económicamente por ella. Un tipo fino, un auténtico señor.
Y como no podía ser menos, esto se trasladaba a su faceta profesional. Un hombre para el que Telefónica era su segunda casa. Lealtad total. Llevaría seguramente más de veinte años en esa organización. La quería. Hablaba siempre bien de la empresa. Recuerdo haber escuchado consideraciones positivas de muchos de sus jefes, por ejemplo, de Alierta. Soltero, era capaz de aprovechar vacaciones para irse a un curso en el extranjero, pagarse su propia formación, estar constantemente estudiando. Y todo de su propio bolsillo.
Pero hay más. Había sido aupado al cargo de Director de Ventas. Conozco bien cómo tomó esta decisión cuando se lo ofrecieron, y sobre todo conozco cómo se entregó y cómo sufrió en ese cargo en los últimos tiempos. Naturalmente, el secreto final del porqué se lo ha llevado él. ¡Mira que habíamos hablado veces sobre los momentos en los que no había que tomar decisiones!… Algo debió de pasar esa semana final, y tal vez ese mismo viernes.
No quiero juzgar, no quiero culpar, no quiero aventurar, entre otras razones porque la decisión que tomó fue suya y él fue el responsable de lo que hizo. Y sin embargo, el primero que ha recibido un mazazo que me ha hecho reflexionar sobre mi propia responsabilidad he sido yo. Se supone que era su amigo, se supone que le conocía bien -cuantas veces hemos hablado sobre el enegrama, del que era un convencido- , y sin embargo, no se me pasó por la imaginación que pudiera acabar así. ¿Podría haberle ayudado?…
Pero sí diré algo que sé: en los últimos tiempos me repitió y repitió lo de la presión que estaba teniendo en la organización para alcanzar resultados. No sé lo que sucede en Telefónica y por tanto no puedo juzgar. No soy quien para decir nada. Pero lo que sí sé es que en muchas organizaciones, empresariales o no, hay quien piensa que basta con exigir para lograr lo que se pretende, como si tan solo se tratara de poner un objetivo alto. Conocemos el viejo argumento: “más vale poner 8 porque así nos quedaremos en el 7, y si ponemos 7 nos quedaríamos en el
Ander también era jefe, pero no era así. Pondría objetivos, pero ayudaría a conseguirlos, se pondría en el lugar de la otra persona, era consciente de sus dificultades, amaba trabajar en equipo, creía que entre todos se podía lograr lo que uno sólo, en su soledad, no lo puede conseguir. Estaba para servir. Y tal vez se encontró solo, y tal vez su autoexigencia se quebró, o algo o alguien le hicieron daño donde más le podía doler. Y se rompió. Tal vez. No lo sé.
Maldita sea, Ander. No sé qué demonios te pasó, te llevaste el secreto y la razón, pero cuando pienso lo que tuviste que sufrir en los momentos previos, todavía sigo poniéndome a llorar. ¡Cómo tenías que estar!… ¿Por qué tenía que haberte pasado a ti?… Si alguien no lo merecía eras precisamente tú. La vida es así, vale, pero no es justo, es profundamente injusto.
Que sepas que nos has dejado tocados. Va a haber un antes y un después en mi vida y en la de otros. Un antes y un después de ese lunes de Mayo en el que nos enteramos de lo que había sucedido. Buscaste la paz; estoy seguro de que ya la has encontrado, porque hay alguien que sobre todas las cosas es justo y misericordioso. Ese sí, nosotros no. Hace tan solo unos días han asesinado a una pobre chica nigeriana de 29 años, Ander, seguro que te habrás enterado. Tal vez teníais los dos algo en común. Tal vez no erais de este mundo y el mundo se vengó de vosotros. El mundo es así. Somos así.
Supongo que ya lo sabes, pero todo el mundo que te conoce te llora, te recuerda y te sigue queriendo, aunque sea en silencio. Yo sólo puedo decir, en lo que a mí toca, que no me hiciste más que bien. ¿Hay algo mejor que se pueda decir de alguien?… He pensado en los grandes momentos juntos, en Loyola y en tantos otros sitios, siempre me animaste, me hacías creerme especial. Y si lo hacías conmigo, sé que lo harías con todos los demás. Eras de esos de los que uno pensaba: a éste no le puedo defraudar.
Si tu muerte sirviera de algo… Quizá naciste para eso, quizá esa fue tu auténtica misión en la vida: llamarnos la atención y decirnos a todos que hay cosas que no podemos hacer, que por eso nos pasa lo que nos pasa, y que así no vamos a ninguna otra parte que no sea, finalmente, un verdadero desastre. Que no era eso, que no hemos venido para eso, que no nos conviene nada de eso, que no se lo merece ni tú ni nadie; que hemos venido para agradecer, disfrutar y ayudar a los demás, es decir, que hemos venido a vivir como es debido.
¿Aprenderá alguien la lección?…
Goian bego, Ander, goian bego. Zaindu, faborez.
Edurne A.
Unkigarria erabat.
Jose Miguel Rodríguez Írímia
En mi último día de trabajo en Telefónica me fui despidiendo de mis conocidos, de quienes me ayudaron, de mis colaboradores, de mis jefes, amigos etc… Uno de mis compañeros me comentaba los problemas que tenía en su unidad y me contó el caso de una empresa ganada a la competencia a pesar de todos los condicionantes adversos (Sin duda muy grandes). Pues bien, tomaron la decisión de conseguir este cliente y lo hicieron. Me decía al final: el problema no son los Clientes, el problema no es la situación general de la economía (idéntica para todos): el problema son las limitaciones mentales que nos auto imponemos. Pensé en aquélla frase famosa: “Lo hicimos porque no sabíamos que era imposible” Y lo lograron porque no hay nada imposible.
Ese compañero era Ander . Así era él, un entusiasta del trabajo, gran profesional y mejor compañero. Algo se rompió ese día y no creo que determinados mandos de la actual Telefónica fuesen ajenos. Fuese lo que fuese, nos dejó huérfanos. Allí donde esté, descanse en paz.
jon
Cuando me llamó Gabriel para darme la triste noticia no podia dar crédito a lo que oia.Lo primero que me vino a la cabeza fué lo que le ocurrió a Mikel Orrantia hace unos años.Los hechos se repetian y aunque las circunstancias sean distintas.las consecuencias son las mismas.Ander era buen amigo de Mikel . De todas las reflexiones de Eugenio que todavía hoy me las sigo haciendo yo y por supuesto comparto, me quedo con dos:Ander era una BUENA persona( como Mikel) y me siento muy orgulloso de haberle tenido en mi equipo durante muchos años.La segunda:Porqué no me consulto antes de tomar la decisión el que si me lo hacia para otros asuntos menos importantes.Este enigna quedará sin resolver y solo el lo sabe.
Aunque me encuentro en Ucrania y preparando la visita a Chernobil y con todos los preparativos para volver con l@s menores el dia 23..espero poder asistir al homenaje del dia 24 en su pueblo Astigarraga.
GOIAN BEGO ANDER!
Roberto Irurzun
Cuando me preguntaron, si conocía a Ander, creo que fue, al día siguiente de su muerte?, un escalofrío me recorrió el cuerpo, hacia ya mas de veinticinco años que había vuelto a Madrid, después de mis años pasados en Euskadi, y la verdad es que había perdido ya, el contacto, con tantos compañeros de mis primeros años en esta empresa, que era la suya. Cuando trate de asegurarme de que No era él, viendo su foto en el Directorio de Empresa, ese escalofrío se volvió un helado sentimiento, de angustia y desesperación.
Conocí a Ander, cuando entro en Telefónica, donde yo trabajaba desde hacia poco tiempo. Desde el principio, congeniamos, era un tipo noble, sociable, pese a su timidez. Su amor por el deporte, en aquella época era Pelotari, y le daba como yo a la bici, nos hizo confraternizar. Volví a coincidir nuevamente con el, unos años después, en la Central de Bidebieta, y seguimos nuestra relación de compañeros.
La ultima vez que nos vimos, hace como 12 años, fue en Laponia, en un viaje, premio de Empresa, volvimos a recordar esos años, el había entrado en el Área Comercial, en aquella época, era Jefe de Ventas, en ese área de la Empresa, donde salir indemne es casi imposible, lo se por experiencia familiar. Lo se porque yo también trabajo en esta Empresa, que exprime y maltrata a quien siempre esta dispuesto a dar, y permite que quien no quiere dar nada, encuentre aquí el Paraíso.
Por eso, y porque la Nobleza, que habitaba en Ander, que impregnaba cada poro de su piel, no se iba a agotar, por más presiones que recibiese, entiendo que llegase un momento de presión, en el que tuviera que elegir, entre hacer daño a sus subordinados, a sus compañeros, o hacérselo él, y la opción que tomó, todos la conocemos.
Los días siguientes, a su muerte, busque alguna referencia, en las noticias de la pagina Corporativa. No encontré nada, ese es el pago a su entrega, a su esfuerzo a su sacrificio personal.
Donde quiera que este, quienes tuvimos el privilegio de conocerle, no le olvidaremos, pase el tiempo que pase
Oscar Alegria Berganzo
Eugenio,
no puede ser casulaidad que en la cabecera de tu blog aparezca una silla vacía. Y no es casualidad que en esa silla, posada, nos observe una paloma blanca. Nada en este mundo es casualidad…
Cuántas veces hablé de ésto con Ander, en tantos momentos y circunstancias.
Miro la cabecera y veo a Ander. Porque la silla vacía refleja precisamente la ausencia, lo que falta. Y falta Ander.
Pero su espíritu está, sin duda. Noble y blanco como la paloma, parece preguntar por qué. Y por más que revuelvo en los pliegues de mi memoria, no encuentro la respuesta.
¡Cómo es posible que no valoraras todo lo que hiciste para construir la silla! ¡Cómo es posible que no valoraras todo lo que habrías podido hacer!
!Tantas veces me has movido el alma! con tu trabajo, con tu tenacidad, con tu humor, con tus éxitos…
La última vez fue el 12 de mayo a las 2 de la tarde. (así lo recordarías tu…)Estaba viendo en la tele la carrera de Alonso, y me preguntaba si este año también hubieras ido a Barcelona. Te puse un SMS, y me respondiste que sí, que habías tomado unos días libres. Cuándo Alonso levantaba la copa de vencedor, se me hizo un nudo en la garganta. No por Alonso, sino por tí, imaginado lo mucho que estarías disfrutando.
Ahora nos hemos quedado todos añorandote en este blog. Aqui vengo muchas veces a saludarte, al estilo de las viejas canciones de Sabina, esperando que la silla y la paloma me hablen…esperando el milagro.
Aio Ander. Descansa.
Nagusi
Roberto Villamañe Gironés
La primera vez que leí este artículo, pensé que alguien había plasmado por escrito y de una forma elegante, aquello que todos los que conocíamos a Ander guardábamos en el interior, mitad por pudor a expresar nuestros sentimientos, mitad por no sentirnos capaces de escribir algo a la altura de las circunstancias.
Durante este mes, he entrado varias veces, y de alguna manera he encontrado consuelo, leyendo una y otra vez las mismas palabras, y viendo como en los sucesivos comentarios, se iban plasmando aquellos sentimientos e ideas que a mí me venían a la cabeza al recordar a Ander.
Resulta difícil encontrar hoy en día, cuando todo es devorado por la inmediatez, la urgencia, y el cambio constante, a alguien que permanezca tan fiel a unos principios y a una forma de ser, y que suscite tanta unanimidad a su alrededor.
Era una persona noble, la más noble que he conocido, sin pliegues, tan capaz de defender con pasión una idea, como de reconocer su error cuando así se lo demostrabas. Fiel a la empresa para la que trabajaba, fiel con sus responsables, siempre dispuesto a dar el ciento veinte por ciento, y fiel con sus colaboradores, como a él le gustaba denominar a los que trabajábamos bajo su mando.
Tenía un enorme sentido del humor, que muchos desconocían, y que costaba hacer aflorar, debido al rigor con el que afrontaba su trabajo, pero que aquellos que colaboramos estrechamente con él pudimos disfrutar. Recuerdo tomarle el pelo a cuenta de sus cursos de coaching en Colombia, que se pagaba de su bolsillo para autoformarse y a los que dedicaba parte de sus vacaciones. Siempre le decía, que por la mitad de dinero, yo le organizaba un «stage» en Colombia del que iba a volver como nuevo…
En otra ocasión, tras una dura jornada en Madrid, de esas con las que el trabajo te obsequia de vez en cuando, nos sentamos totalmente agotados en los asientos de la T4, y empezamos a bromear sobre la posibilidad de que nos tocara «una Lotto» y cómo íbamos a hacer acto de presencia en el despacho de cierto director en bañador, chancletas y manguitos…Ander empezó a reírse de tal manera, que se le saltaban las lágrimas, imaginándose él mismo, con su seriedad y su actitud de sumo respeto ante sus responsables, en semejante actitud de irreverencia…
Era un hombre de costumbres fijas, había dos eventos que para el eran sagrados, su cena anual del Master, y la fórmula uno en Barcelona. Al igual que le pasó a Oscar, yo también pensé en él mientras veía la carrera por la televisión.
Ander era pesado, si, si, pesado, sería por la pasión que ponía en todo, por su rigor, o vete a saber por qué. No sé cuántas veces le escuché contar la historia de cómo cambió la metodología para atender las reparaciones de las cabinas públicas, y los magníficos resultados que con ello consiguió. Siempre acababa la historia con el mismo colofón «Eso lo hizo el menda, un casero de Astigarraga con veintitantos años, teniendo que dar órdenes a veteranos de los de la Telefónica de antes».
En el fondo, en ese comentario, se recoge la esencia de Ander, sus pilares básicos…sus raíces, su familia, su pueblo, el afán de superación, el crecimiento personal, su modestia, y el esfuerzo por el trabajo bien hecho.
Jamás pensé que añoraría escuchar de nuevo esa historia, o cualquier otra de las que repetía constantemente…
En este mes transcurrido, me he descubierto a mí mismo utilizando con mis clientes frases de Ander «No quiero tener razón, quiero tener éxito», «Un jefe debe dejar huella, pero no cicatrices», «La promesa vende, su cumplimiento vincula», pero en su boca sonaban mejor, tengo que reconocer que yo soy bastante más incrédulo que él, en todo lo relacionado con el mundo profesional.
El otro día, en el homenaje que le rendimos en Astigarraga, todos nos sentimos aliviados, cuando tal y como Eugenio describía, nos imaginamos a Ander, con su habitual modestia y timidez diciendo algo así como «Estoy bien, no pasa nada, podéis iros tranquilos».
Allí donde estés Ander, que así sea…
Miguèlton
No conocía a Ander; no le conozco a usted, Eugenio. Pero le dejo aquí mi abrazo, mi escalofrío. Y la certeza compartida de que no era esto, no era esto. No es ésta nuestra vida verdadera; no es una vida que asesina para lo que vinimos aquí. No era esto lo mejor para todos: ni para nadie. Algunas muertes, como una acusación, no hacen sino ponerlo dolorosamente sobre la mesa de nuestra estúpida farsa cotidiana.
Reciba todo mi afecto,
M.
Carmen Losada
No le conocía, no conozco a las personas que hay ante el monitor donde aparecen las palabras que aquí han quedado escritas, pero quiero agradecer a Ander sus esfuerzo por continuar siendo siempre una buena persona, incluso pasando por encima de su propio cadáver. Y a sus amigos por la emoción y la lealtad con que le recuerdan. Si hubieran más personas como ustedes sin duda este país, este continente y este planeta serían más habitables: muchas gracias.
Vaga de fam a Telefonica
Precioso y emocionante post. No conocía a Ander pero la noticia de su muerte ha causado una gran consternación entre muchos trabajadores de Telefónica que somos conscientes de la presión a la que muchas personas están sometidas.
Nuestra lucha por la readmisión de Marcos está muy relacionada en realidad con tu post, porque al fin y al cabo luchamos por la humanización de las relaciones laborales. Tu post me ha recordado una carta de Marcos, despedido injustamente por Telefónica y que hemos publicado ahora para recordar que las decisiones que toman algunas personas sobre la vida de las otras pueden tener consecuencias fatales:
http://huelgadehambreentelefonica.blogspot.com/2013/06/una-direccion-deshumanizada-carta-de.html
M.