Eugenio Ibarzabal

Un año que se cierra y otro que se abre

Publicado por el 16 Dic 2012, en Sin categoría

Se acaba la estancia en Brighton, un año sabático altamente recomendable, y volvemos a Vitoria. Una etapa nueva comienza. Alguien me pregunta por las diferencias más importantes que he encontrado en este año en Inglaterra. Sabiendo que estoy generalizando y, por tanto, que lo que voy a decir no son más que impresiones personales totalmente discutibles, diría lo siguiente:

  • Lo primero que advierto es una actitud completamente diferente con respecto a la iniciativa privada. En España, y en el País Vasco, lo privado es en principio algo sospechoso y que debe ser examinado previamente, porque en el fondo lo bueno es lo público, que es como “deberían ser las cosas”.Aquí no. Lo privado es, para lo bueno y para lo malo, el origen natural de lo que sucede, especialmente en materia económica y voluntariado social, y en consecuencia lo privado es en principio algo digno de mimar, desarrollar y admirar. Ya llegará en su caso el momento del control. Y si alguien es descubierto haciendo algo grave, lo va sin duda a pagar. Pero los sospechosos por principio son más bien los que viven de la administración.
  • Me ha llamado la atención la enorme importancia que aquí tiene lo científico, lo tecnológico y, en general, lo inmediatamente práctico, y la enorme dedicación a ello de tantas personas a lo largo de la historia. Es más, lo político, lo religioso, lo ideológico es más y más algo que concierne a lo personal, y por tanto es digno de respeto y no debe ser discutido. Es algo así como decir, “todo eso está muy bien, ¿pero qué propone Vd hacer, aquí y ahora, para arreglar el problemón que tenemos?”…

  • Es difícil encontrar a alguien, sea cual la edad que tenga, que no haya tenido relación con el exterior. Familia, viajes, trabajo, ocio, historia generacional, lo que sea. Gran parte de ellos han estado, vivido o viajado en una parte o en otra del mundo por razones familiares o de trabajo, aunque, eso sí, en su inmensa mayoría en países de habla inglesa. Me llama la atención, comparativamente hablando, la vinculación con África.
  • La ausencia de “moralina”. Llamo “moralina” a esa costumbre de basarse en supuestos criterios morales para defender intereses personales. En España todo el mundo habla de moral para defender lo suyo, y lo hacen curiosamente los unos y los otros para defender lo contrario sobre el mismo tema a debate. Es evidente que, en el fondo, no se trata sino de justificar los intereses o ideologías personales de cada cual. En un tiempo en el que a lo religioso se le viene a decir “ya está bien de dar sermones, cállate, quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer”, lo que ha ocurrido es que ahora todo el mundo da sermones y dice a los demás lo que tiene que hacer: la derecha y la izquierda, los empresarios y los trabajadores, las asociaciones empresariales y los sindicatos, los catedráticos, los escritores, los jueces, los directores de cine y, en general, todo aquel al que se le acerca un micrófono y tiene la oportunidad de hacerlo. ¿Qué intelectual que se precie en España no opina sobre lo que se le pregunte, por alejado que sea de su conocimiento, y aduciendo más y más criterios morales cuanto menos sepa del tema?… Para eso, pensamos, es un intelectual. Para opinar sobre lo divino y lo humano, literalmente. ¿Recuerdan de alguien que dijera, “yo de eso no puedo opinar porque no sé”?…. “Lo que ocurre es que vd. no quiere comprometerse”, se le contestaría. Aquí no.

No quiero comparar, porque además la comparación no tiene sentido alguno y es perder el tiempo. Nacer aquí o allá, ser alto o bajo, hermoso o feo, inteligente o no, estar más o menos dotado, no tiene mérito alguno. La cuestión es qué hacemos con lo recibido. Cómo lo cogimos y cómo lo dejamos. Cuando uno lee periódicos, siempre cabe preguntarse después de leer algún comentario: y después de decir eso, ¿ha dejado vd. la cosa mejor de lo que estaba o todavía peor?… Creo que es la pregunta fundamental. Y si no se puede dejar mejor, creo que es mejor callarse, aunque te tomen por tonto o por pasota.

Hay una pregunta que me hacen los de aquí y los de allí: ¿y qué haces?…. Es otro modo de decir: y si no trabajas, ¿en qué ocupas el tiempo?… No suelo responder más que vaguedades, aunque a veces contesto “simplemente vivir”. Pero lo cierto es que por primera vez en mi vida, me he preguntado, ¿y hoy qué hago?… Y la respuesta ha sido: reír con mi mujer, soñar, dormir bien, sanar mi espalda, estudiar inglés, leer, escuchar música, hablar con todo el que he podido, visitar a los amigos, pasear por Brighton y por la campiña, solo o en compañía, disfrutar del paisaje, gozar de la vista del puerto y de los barcos desde el balcón de casa, soltar ideas a todos aquellos que me las han solicitado, cocinar, asistir a cursos de fotografía, visitar Londres, descubrir algún restaurante o comida nuevos, ver exposiciones, acudir a algún espectáculo y escribir. No he efectuado ni un solo contacto interesado en todo este tiempo. ¿Le parece poco?… Vivir.

Y he descubierto, una vez más, que existe un cauce en la vida:

  • Hay un cauce en el que estamos bien, y lo natural es estar bien.
  • Pero es también natural que nos vengan pensamientos negativos, fruto de emociones y situaciones. Y esto se produce aún estando bien.
  • Y no sabiendo muy bien por qué, nos enredan y nos hacen salirdel cauce.
  • De repente, nos encontramos sufriendo, que es lo que nos sucede cuando salimos del cauce.
  • Cuanto más nos dejamos llevar peor, porque nos encontramos más y más enredados.
  • Sabemos que estamos mal, pero no sabemos cómo salir. Sensación de estar dominados.
  • Hay un momento, sin embargo, en el que tomamos conciencia del sufrimiento y de que así no podemos seguir. Es el comienzo de la vuelta al cauce.
  • Nos agarramos a cosas buenas, normalmente qué toca hacer, aquí y ahora, y al tiempo volvemos al cauce, desde el cual nos preguntamos cómo alguna vez fuimos tan tontos para salir de él.
  • Incluso nos preguntamos qué fue exactamente lo que nos hizo mal, y ya ni nos acordamos.
  • Y así todos los días. Es como círculo, porque la vida es como un círculo, que siempre vuelve a empezar.

Ha sido un mes de despedidas, que ha servido para darnos cuenta de que dejamos buenos amigos. Me ha llamado la atención algunos detalles en las despedidas. Mucha formalidad, pero al mismo tiempo pequeños detalles que lo dicen todo. Los detalles son importantes en la vida.Por ejemplo, responder con rapidez a nuestros mensajes. He preguntado a más de una persona que he encontrado feliz, la misma cuestión: ¿cuál es su secreto?… Y siempre me han comentado más o menos lo mismo: agradecer, disfrutar, trabajar, desarrollar al máximo lo que se tiene y servir a los demás. Y procurar no salir de ese círculo. Agradecer es lo primero y en realidad implica todo lo demás. Otra vez la teoría de los círculos, que contrastan con las líneas que van hacia la izquierda (pasado) o hacia la derecha (futuro) con las que, con frecuencia, los que no somos zurdos representamos la vida.

Hemos aprovechado para ver espectáculos en Londres. Me ha sorprendido “Les Miserables”. Una historia tan larga y compleja, narrada de una manera tan sencilla. Es en esos momentos cuando te das cuenta de que hay gente que tiene talento. O hemos visto y escuchado a Andrea Bocelli en el Millenium generar emociones entre la gente. Y para terminar nuestra estancia, mira por donde, nos encontramos en Cambridge con la familia real. No podía haber un final de una estancia en Inglaterra como es debido sin encontrarse con ellos. Pues sí. Tuvimos la oportunidad de encontrar a los Duques de Cambridge en una visita a dicha ciudad. Nos llamó la atención que a pesar del frío la gente se agolpó en la calle, la ciudad se paralizó por un momento, y fueron muchos los que se dedicaron a ensimismarse al ver cerca de ellos a William y a Kate, bien altos por cierto, aunque bien es verdad que últimamente a mí altos me parecen la inmensa mayoría de la personas.

Os deseo lo mejor. ¡Qué sentido tiene aquello de paz a la gente de buena voluntad!… 

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