Rembrandt
Publicado por Eugenio Ibarzabal el 10 May 2011, en Sin categoría
Paso unos días deliciosos en Holanda: Amsterdam, Delf, Enkhuzen, un pequeño puerto turístico. Qué bien hace pasear, y vivir, en un espacio abierto y bello. Sacan lo mejor de uno. Y al tiempo, por una parte el orden y por otra la locura del último viernes de Abril con motivo del Día de la Reina, que se convierte en una Nochevieja de día.
El escaso tráfico de coches en el centro de las ciudades y por todo temor el que alguna bicicleta termine por atropellarte. Pero no lo hace. 5,1% de paro y la crisis económica como una reliquia del pasado, toda vez que efectuaron los ajustes hace ya tres años. Y para colmo, una tarta de manzana como no he comido otra igual.
Y Rembrandt. Visito el Rijjsmuseum y contemplo por primera vez “La ronda de noche”. Tanto tiempo ansiando verlo… Uno no sabe ni qué decir. Un cuadro que es todo movimiento, y que sin embargo genera paz al contemplarlo. Me impresiona su tamaño. Es como si el pintor nos hubiera querido decir: “¿quieres ver una pintura realmente incomparable?… Pues, mira esto”. Constatas la altura a la que son capaces de llegar algunas personas. Y asumes lo que significa la excelencia. Pero de verdad.
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Parece que acabamos de inventar la palabra y el concepto de innovación, y observas que es tan vieja como la historia misma de la humanidad. He ahí dos pintores, Rembrandt y Rubens, que para vivir tienen que innovar, y lo hacen. Innovación en el contenido e innovación en la aproximación al tema. Ven lo mismo de manera completamente diferente, y al verlo así, nos descubren lo que nadie había visto hasta ese momento.
Ahora veo cómo innovaban los grandes. Rembrandt pinta “La cena de Emaús”, de un modo que nadie había hecho hasta ese momento. Y lo mismo Rubens en “El alzamiento de la cruz”. Ver esos cuadros te llevan hasta donde nadie te había llevado antes.
No puedo ocultar mi pasión por Rembrandt, a pesar de haber visto poco su obra cara a cara. Me interesa porque tengo para mí que a través de sus desgracias terminó desprendiéndose más y más de su ego. O al menos así me lo imagino cuando veo la evolución de sus autorretratos y conozco el transfondo que hay detrás, el éxito espectacular que consiguió, la pérdida de su mujer, las inversiones arriesgadas, la caída en las trampas del sexo, la crueldad hacia su amante, la ruina económica y el volver a empezar final.
La historia de Rubens es muy diferente: tal vez queriendo evitar la historia de su padre, Jan Rubens, que cometió la locura de convertirse en el amante de una princesa casada, lo que le hizo estar a punto de ser ejecutado, pasando más de cinco años en prisión (se salvó porque, de matarlo, Guillermo de Orange se hubiera convertido en el cornudo más famoso de Europa y porque la esposa de Jan Rubens quería apasionadamente a su marido).
Pues bien, Rubens hijo consigue un éxito profesional mayor que el de Rembrandt, pero no solo profesional sino también en otros ámbitos, ya que se convierte en la práctica en un embajador entre las diferentes potencias del momento. Su casa es de las mejores de la época. Pero se da cuenta de sus límites, sabe parar y retirar a su jardín. Practica la prudencia, un valor muy poco citado en la actualidad, lo mismo que la moderación, cuando prudencia y valoración son valores en los que han estado de acuerdo todos los sabios de la humanidad… hasta ahora.

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Están surgiendo trabajos sumamente interesantes. Pero de trabajo hablaremos otro día. Hoy no.
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