Eugenio Ibarzabal

Parar, templar y mandar

Publicado por el 06 Abr 2008, en Sin categoría

Una comida apasionante con especialistas en tratamiento y motivación con jóvenes en conflicto, y en situaciones dramáticas, con frecuencia víctimas de su propia situación familiar. No soy ni taurino ni antitaurino, pero me vienen a la memoria las tres grandes fases de una gran actuación: parar, templar y mandar. Se lo planteo a ellos. Alguna vez he tenido esa intuición; ahora la lanzo como una idea y la verbalizo por primera vez.

PARAR. En efecto, al igual que con el toro, es preciso que ese joven cumpla mínimos, pruebe límites, y que lo aprenda vivenciándolos, de modo que pueda constatar que si no lo hace, vea que eso tiene consecuencias. Es como si se le hace pasar de unas reglas –las que trae de la calle- a otras nuevas. Es hacerle ver que su descontrol como respuesta, sus estrategias antiguas no sirven para nada. Ellos, y ellas, son personas superdotadas en tocar el aspecto emocional de los profesores. Pero se les hace ver que si no cumplen esos mínimos, lo que va a ocurrir es previsible, porque han entrado en unas nuevas reglas de juego, que han de cumplir. Los profesores van a ganar gracias a autoridad más que de poder.

Hay un momento en que, es duro decirlo, son vencidos y humillados. Es entonces cuando empieza la segunda fase.

TEMPLAR. Sólo si son primeros vencidos pueden pasar luego a ser convencidos. Han sido parados, ahora empiezan a caminar, y tiene que haber itinerarios, niveles: 0, 1 y 2. Y para pasar de un nivel a otro han de saber cómo hacerlo: hay reglas de juego claros. No hay trampas. Ellos mismos se autoevalúan. Son como escalones que han de subir. Por una parte esos escalones son retos y por otra parte satisfacciones: empiezan a descubrir que “yo soy capaz”. Comienza una carrera profesional y humana. Tiene que haber heterogeneidad, es decir, uno sube y se sabe porqué, y otro no, y está claro porqué no.

Empiezan a palpar que sirven, que son útiles. Y si cumplen, sacan ventajas. Es decir, para sentirse motivado encuentran un motivo, y ese motivo contiene ventajas. O dicho de otro modo: les conviene.

MANDAR. Sé que la palabra es dura, pero si se quiere podemos utilizar CONDUCIR. En cierto momento hablamos de que una persona tenía que conducir a la otra en el baile, y la clave era la confianza. Cuestión importante: inmediatez de los recursos, de las respuestas, de los controles. Acicate grupal: se fuerza a que el grupo cumpla objetivos, para lo cual tienen que cumplir cada uno de los que forman parte del grupo. Y todos los profesores se comportan del mismo modo.

Todo ello efectuado desde una doble vertiente: AFECTIVIDAD y DISCIPLINA. Los discursos no valen. Y a partir de aquí TOCAR allí donde se vea que haya algo que hace moverse a esa persona: aspectos laborales, amistades, enamoramientos, mínimos, capacidades, ventajas, sentirse útiles. Y todo ello identificado a través de la ESCUCHA y la ACEPTACION.

Me hizo pensar, y algo me dice que las traslaciones a otros escenarios son posibles, con las distancias necesarias. Y algo fundamental: que los programas de acogida son claves. Es ahí donde se debe producir, en su caso, la fase de PARAR. Porque si no se le para al principio, luego no hay nada que hacer. Me lo estaban contando profesionales con veinte años de experiencia.

Cambiando de tema: me gustó mucho más la película “Seda” que el libro original de Alessandro Baricco. Y por otra parte, he pasado un buen rato leyendo “El poder del ahora”, de Eckhart Tolle. Sé que es un clásico, pero no lo conocía. Absolutamente recomendable.

Comentarios

  • Anonymous

    Interesante disertación. ¿Aplicable al conflicto vasco? Eso del vencer para luego convencer me ha hecho pensar.

    Luismari


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