Eugenio Ibarzabal

El demonio de Stefan Zweig

Publicado por el 08 Feb 2010, en Sin categoría

Seguro que conocen a Stefan Zweig y han leído alguno de sus libros. El dedicado por ejemplo a Fouché es magnifico. Esta vez les hablo de otro libro suyo, comprado al azar en algún aeropuerto, y que me ha ayudado a pensar bien.

Sé que lo que voy a decir suscitará sonrisas, pero muchas veces, cuando me llegan buenos y malos pensamientos, suelo pensar que en ambos casos alguien externo anda zascandileando en mí, para lo bueno y para lo malo. De la misma manera que cuando me llega una idea maravillosa fruto de la intuición, algo me hace dar las gracias, en otros momentos pienso en lo que pienso. Y hete aquí que me topo con “La Lucha contra el demonio (Hölderlin, Kleist y Nietzsche)”.

En el fondo, lo que trata de decir, al explicar las vidas de esos tres grandes escritores, es que los tres eran “posesos del poder del demonio”. Zweig lo dice así: “El demonio es, en nosotros, ese fermento atormentador y convulso que empuja al ser, por lo demás tranquilo, hacia todo lo peligroso, hacia el exceso, el éxtasis, a la renunciación y hasta la anulación de sí mismo”… No sé si conocen la vida de esos tres genios, pero lo cierto es que se suicidan o se vuelven locos, viviendo todos ellos en una enorme soledad, cabalgando hasta el final del logro de sus sueños y deseos, contra todo y contra todos.

“(El demonio) se apodera de los hombres que no saben domarlo a tiempo y llena primero las naturalezas demoníacas de terrible inquietud; después… les arranca la voluntad, y… ellos se precipitan contra los arrecifes de la fatalidad”. Pero lo que Zweig nos dice es lo siguiente: “cuanto más pretende un individuo querer ser completamente puro, tanta más enemistad se atrae de sus contemporáneos”. Me recuerda tanto a lo que, hace un par de semanas, comentábamos de Pascal: la dificultad de saber vivir entre la quietud y la excitación finalmente incontrolada. Y es que cuando estamos quietos pedimos excitación, y cuando excitados deseamos quietud. “Siempre es más verde el jardín de tu vecino”, dicen los ingleses.
La naturaleza -continúa Zweigse defiende de todo radicalismo unilateral. La vida es, al fin y al cabo, conciliación, indulgencia… Es necesario, para conservar el equilibrio, someterse a situaciones intermedias, concesiones, compromisos y pactos”… “El que quiere acatar en la vida sólo una ley, el que, en caos de las pasiones, quiere hacer prevalecer una sola pasión, se convierte en un solitario y como tal sucumbe”….

A mí me ha venido la importancia del perdón, empezando por el perdón a uno mismo. Y no tanto como una obligación moral, sino como una exigencia práctica para poder continuar y sobrevivir. Cuando lees o escuchas que hay quienes ni olvidan ni perdonan -y lo entiendes muy bien en algunos casos-, entiendo también que hay personas que no han entendido nada, para desgracia de ellos.

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