Eugenio Ibarzabal

Conferencia en Madrid

Publicado por el 28 Abr 2008, en Sin categoría

Nueva conferencia. Esta vez en Madrid. Cuatrocientas personas. Un ambiente formidable. Esta vez en compañía de la regatista olímpica Theresa Zabell, voluntad y constancia hecha mujer. Un ejemplo. Pocas veces he tenido la sensación tan rotunda de estar cómodo dando una conferencia; como si todos -publico y ponente- fuéramos un mismo equipo que simplemente comparte experiencias. Hay silencios en los que te das cuenta que todos estamos “ahí”. Vivimos tan dispersos, cuando no enfrentados, y de repente logramos una cierta conjunción y unanimidad. Emocionante. La impresión que da es que finalmente a todos nos pasa lo mismo, que la naturaleza humana es lo que es y que nos hacemos sufrir mucho, pero también que se pueden hacer cosas, que esas cosas funcionan, y que al final del camino, cuando llegue, sólo quedará la satisfacción de poder decir: “al menos, por mí no quedó”…

Un gran amigo y gran persona, al que quiero mucho, me escribe a vuelapluma sus impresiones del libro “Volver a Empezar”:
“ Parece que es el prójimo el que nos salva de casi todo, el buen “prójimo”. Y que el prójimo aparece cuando tiene que aparecer. Cuando a uno no le quedan más narices que escuchar, que no oír. Que hay esperanza para cambiar. Que se puede mirar otra vez la foto de tu propia historia pero con mayor agudeza visual, sea grande o pequeña, y que siempre hay detalles que mirar. Olvidarse de grandes enfoques y saber contemplarlo mejor. Que la intuición es sana y también la reflexión. Y que me ha gustado leerlo……y que de vez en cuando leeré esas “páginas con la esquinita doblada”.

Me emociono al observar que tocas, que te reconocen que les has tocado y que, lejos de molestar, da la impresión de que les ha hecho bien. ¿Qué más puedo pedir?… Esta semana, no sé porqué, ha sido semana de grandes reconocimientos: cartas, regalos, frases agradables que no tengo duda alguna de que son sinceras, y mucha gente amable alrededor. Para colmo, un grupo ecologista al que me toca escuchar y entender sus razones, apasionado y respetuoso conmigo, termina regalándome una caja de sidra y un buen queso. Pocas veces puedo decir con más fuerza que, a veces, trabajar puede convertirse en un gran placer.

Leo las declaraciones de Benedicto XVI en los EE.UU. a propósito de los abusos sexuales cometidos por algunos sacerdotes. Pide perdón, habla de reconciliación, de amor auténtico, distinguiendo homosexuales de pederastas, matizando y precisando. Me gusta. También me gustaría que los obispos españoles hablaran más de amor, de reconciliación y de perdón, que distinguieran y que precisaran. Pueden hacer tanto bien…, o tal vez mejor, pueden evitar tanto mal…

Me voy a Italia, y no precisamente porque haya ganado Berlusconi.

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