Eugenio Ibarzabal

Román Sudupe: «ser más que hacer».

Publicado por el 12 Oct 2015

En el Centro de Espiritualidad de Loiola, muy cerca de su pueblo, Azkoitia. Su aspecto físico es envidiable. Sonríe constantemente, pero, al tiempo, mira al interlocutor de modo directo, como si quisiera decirle: lo mío es sencillo, no esperes mucho más.

Le pido que identifique un momento clave en su vida.

– Tenía 18 años y había subido al monte Xoxote, una vez más, pero al volver observé que yo había cambiado, que algo se había decantado en mí: quería trabajar por mi pueblo. Sí, ya sé que ahora puede parecer muy simple, pero fue así. Hasta entonces no era más que un empollón que se hacía preguntas. Como no era demasiado espabilado, no tenía otro remedio que estudiar mucho. Era, pues, una barra de hierro dispuesta a ser forjada. Aquel día se inició mi proceso de maduración.

– ¿Cuáles eran las sensaciones personales de aquel chico de Azkoitia cuando llega a la presidencia del EBB?…

– Las de estar nadando en aguas muy profundas y muy turbulentas. Aquello era algo más que “trabajar por mi pueblo”; era la vida real la que me salía al encuentro. Y la vida pide que se le responda.

– La vida nos hace propuestas y nosotros damos respuestas. En el fondo, eso es todo.

– Sí, porque se puede responder a lo mismo de muy diversas maneras. Pero me respondí diciendo que yo quería vivir y morir en paz, y no todas las respuestas lo consiguen.

– Crisis religiosa en la etapa universitaria y encuentro con el marxismo, pero Román no deja sin embargo de creer, aunque se aleje de la Iglesia. Lectura de teólogos que a propósito de Dios dicen cosas diferentes. Confusión.

– Si estos no se aclaran ¿como me voy a aclarar yo?, pensaba. Y luego vuelta a una espiritualidad vaga, amplia, marcada por el mundo oriental. Pero también por Bonhoeffer, el sacerdote y teólogo alemán que será ejecutado por Hitler.

– ¿Por qué volver a una actitud cristiana, veinte años después?…

– Porque descubro que el hombre es muy débil, que necesita algo, no sé muy bien cómo llamarlo: un soporte, una orientación, algo que le encauce. Pero es un proceso largo. El descubrimiento cuesta. Leo el Evangelio, pero no lo comprendo.

– ¿Hay un momento preciso?…

– No, no lo hay. Leí en cierta ocasión que cada cual necesita su puerta de entrada al Evangelio. Me impresionó el momento en el que Jesús llora de angustia sabiendo lo que le va a suceder, pero luego se serena, lo asume y más tarde responde en paz. Y esa otra narración en la que afirma que “ese momento empieza ahora”.

– El encuentro con lo pequeño y con lo concreto, muy lejos de planteamientos globales sobre la vida y la muerte.

– Eso es. Es la historia del hijo de Sidartha, hijo de un brahman indio. Se conforma con ser, con pasar a la gente de un lado a otro del río, dejar las cosas en apariencia tan importantes y disfrutar de las cosas más pequeñas que tenemos delante. Hacer a gusto lo pequeño. Y que eso te llene.

– Y esas pequeñas cosas pueden ser la familia, la huerta y los que aparecen necesitando alguna ayuda, del tipo que sea.

– Pienso en mi mujer. Es la componente práctica en mi vida. Gracias a ella se ha mantenido unida mi familia. A lo largo de muchos años yo llegaba tardísimo y salía muy pronto. Pero ella estuvo allí. Gracias a ella hay hoy una familia y puedo estar cuidando de mis nietos, que hoy siguen diciendo que “van a la casa de la amama” cuando vienen a la nuestra.

– ¿Añoranzas?…

– Ninguna. Hay que saber abandonar. Miro la política de lejos pero con mucho interés. Sé pasar página. He vuelto tres veces a la empresa. Lo importante es saber coger lo nuevo con sumo interés y dedicación total.

– ¿No echas en falta participar, como entonces, en reuniones decisivas?…

– Mi etapa actual es la más interesante y la más fecunda de mi vida. Descubres que no hay objetivos a lograr, que el camino es mejor que la posada. Itaca es el viaje mismo. Ahora lo puedo desarrollar con más intensidad que antes. Caminar hacia la plenitud, con el campo mucho más abierto y con pasos más seguros. Estoy tocando algo más cercano a mí mismo. Pero no hubiera llegado hasta aquí sin el camino recorrido.

– En el camino ha habido “palos”. ¿Qué queda de ellos?…

– Esos palos me han permitido reflexionar. Los más graves son los que recibes como fruto de la utilización contra ti de una respuesta ética que tú crees que debes dar. Te generan una profunda tristeza.

– ¿Lo que hemos hablado tiene algo que ver con la felicidad?…

– La felicidad es responder intensamente a la vida, a lo que te encuentras en la vida. Sentirse a gusto en la vida misma. Y es que todo depende de la respuesta. En este mundo nadie aprende en cabeza ajena. Cada uno aprende de su propio camino. Y dejar que la misma vida te enseñe; avanzar y caminar. Con responsabilidad. La felicidad es una derivada de las respuestas que uno da a lo largo de la vida. Es una puerta que se abre hacia fuera; cuanto más la empujas más la cierras. ¿Conoces el cuento de Nikos Kazantzakis?…

– No, adelante.

– Alguien fallece y va al cielo, toca la puerta y dice “soy yo”. Le contestan: “aquí no hay sitio más que para uno”. Vuelve a la tierra y tras fallecer se acerca nuevamente, vuelve a decir “soy yo” y recibe la misma respuesta. La tercera vez se presenta diciendo “soy tú”, y es entonces cuando se abre la puerta. Se trata de trascender de uno mismo. Eso es todo.

– Los periódicos están llenos de malas noticias…

– No hay tiempo malo si el corazón está alegre. La vida es un misterio en general. Lo malo que acontece lleva la semilla para darle la vuelta. Que a veces empieza con lo bueno y otras veces con lo malo. Algunas propuestas de la vida son en principio muy duras, pero luego estamos orgullosos de las respuestas que hemos dado. Incluso llegamos a pensar que aquello tan grave que en un determinado momento nos ocurrió nos ha venido muy bien. Algunos cambios sólo se producen ante la adversidad.

– ¿Tienes muchos amigos, o se cuentan con los dedos de una mano?…

– Tengo amigos, pero sí, es verdad, son los que son. No es fácil tener este tipo de conversaciones con determinadas personas. A veces pienso que es simple cuestión de miedo. Es verdad que a veces te sientes un poco “raro”, pero la verdad es que tengo relación con mucha gente. Lo que observo que no hablo con nadie es de los temas de pareja. Lo que sí me han venido muchos es a contrastar problemas propios. Necesitamos alguien con quien hablar.

– ¿Errores cometidos?…

– De alcalde recuerdo al menos dos. No atender a una familia que se vio afectada por una decisión del Ayuntamiento y otra dejar en manos de otra persona ayudar a quien sería la primera víctima de los GAL. Aprendí de inmediato.

– ¿Se pudo hacer algo diferente y salvar la escisión del PNV?…

– Era una situación insalvable porque las relaciones personales estaban rotas. No había otra salida.

– ¿Y aciertos?…

– Dedicarme plenamente a las responsabilidades. Mi idea era quemarme en los cuatro años de alcalde. Pensé que luego estaría tan cansado que no sería capaz de hacer nada más. Pero luego me llamó el GBB precisamente por esa dedicación. El ser alcalde es lo mejor que puede pasar, también el de Diputado general.

– ¿Qué aprendió en la Diputación de Gipuzkoa?…

– Fue mi contacto con el mundo de lo social. Me ayudó mucho. Descubrí la riqueza que había allí. Recuerdo la riqueza humana del mundo Antisida, así como el propio servicio de la Diputación, con funcionarios muy capaces y muy entregados. Se trata de dar dignidad a cada persona en cada momento, anteponiéndola a la ley.

Una vida:

– 1979. Alcalde de Azkoitia, aunque sigue trabajando en la empresa.

– 1983. Presidente del GBB, y más tarde Presidente del EBB.

– 1987. Viceconsejero de Interior.

– 1991. Diputado de Carreteras y Transportes en Gipuzkoa.

– 1995. Diputado general de Gipuzkoa.

– Influencias: Viktor Frankl, Krishnamurti, Aurobindo, Bonhoeffer, Robinson, Tillich, Pagola, Joxe Arregi.

– Una película: “El Gran dictador”, porque refleja la vanidad del político.

– Buenos recuerdos: profesores jesuitas y la Politécnica de Arrasate.

– Actividad actual: se dedica a ser más que a hacer.

Loreak

Publicado por el 04 Oct 2015

Cuando vi «Loreak» escribí lo que a continuación viene.

«Me ha encantado la película “Loreak”. Qué talento, qué sencillamente está contado todo. No sobra una escena. Y sin embargo, qué bien expresado el carácter de este país, algunos de sus personajes, maridos, mujeres y madres, la incomunicación en las parejas y la esperanza de que algo nuevo ocurra en nuestras vidas.

«Cuando veía la película pensaba: ¡cómo nos complicamos nosotros mismos!… Pudiendo ser felices, nos empeñamos en no serlo. La película es una vuelta al buen camino, del que no teníamos que haber salido nunca, mientras haya tiempo y el Alzheimer no acabe con nosotros, como a la abuela.

«Tuve una sensación de confianza en esa generación nueva, que supongo que habrá dedicado tanto tiempo a imaginar, escribir, convencer, vender, obtener financiación y coordinar todo antes de ponerse finalmente en marcha.

«También me llamó la atención en “Loreak”, y en tanta creación artística vasca nueva, la importancia del euskera vizcaíno. Cuanto más íntima, más personal, más propia es, finalmente, los autores utilizan su lengua coloquial y, lejos de sufrir por no utilizar el euskera común, me da la impresión de arraigo del euskera, de realidad, de fortaleza. ¡Qué lejos quedan ya viejas y estériles polémicas, y cuanto me alegro de que queden atrás!… Qué poco edificantes fueron».

Ahora pienso también algo más: «Loreak» demuestra que hay muchas dificultades, pero que no hay límites, que se puede hacer país más allá del marco político y de la política, y que, de lograr un «Oscar», colocaría a nuestro país en el mundo, más allá del reconocimiento político de unos y otros. Tenemos que explorar nuevas vías; cuando hablamos tanto de innovación, también lo podríamos aplicar al modo de encontrar salidas a lo que la política hoy no parece encontrar solución.

Recomendaciones para un matrimonio duradero. Diario de Septiembre.

Publicado por el 26 Sep 2015

El pasado domingo estuve en una boda. El sacerdote dijo dos cosas: una en la que estoy de acuerdo y otra en la que no. Preguntó qué es lo más fácil de lograr en este mundo. Coincidí con él en la respuesta: equivocarse. Podemos errar al elegir bien o mal a una persona; también al separarnos sin aprender el verdadero porqué. Alguien me señaló en su momento que el verdadero problema no consistía en el fracaso del primer matrimonio, sino en repetir el fiasco con el segundo: significa que no has entendido nada y que, en consecuencia, de seguir así, la lista de intentos fallidos podría llegar a ser interminable.

No estuve sin embargo de acuerdo cuando señaló a los novios que, a partir de ahora, ya no existía eso de “tus amigos y mis amigos”, “tus aficiones y mis aficiones”, o “tu familia y la mía”. Habría que hablar, según él, de “nuestros amigos, nuestras aficiones y nuestra familia”. Estuve a punto de levantar la mano. Al igual que el testigo que se ve obligado a reconocer en alto un obstáculo que impida la boda, habría dicho que creo que no es cierto, pues en un matrimonio sano, y en consecuencia, duradero, hay tres vidas en juego: las dos de los cónyuges y la tercera que hacen los dos en común. Por otra parte, dudo de la posibilidad real de que, a partir de un momento dado, deje de existir eso de “tu familia” y “mi familia”, para convertirse, en adelante, en “nuestra familia”. Ya, ya, pensé. Pero no levanté la mano. No soy tan “aguabodas”.

Camas separadas en la Iglesia anglicana.

El comentario tiene actualidad. El primado de la iglesia anglicana, Justin Welby, nombrado hace no mucho en el afán de unir a las distintas sensibilidades anglicanas, está a punto de echar la toalla. Ha convocado una asamblea en Enero para dilucidar qué hacer, toda vez que el acuerdo entre conservadores y liberales en materia del tratamiento del poder (relaciones internas entre las diferentes iglesias y el arzobispado) y el sexo (reconocimiento de la homosexualidad o no), se ha convertido en imposible. Y al ser preguntado si se trataba de un divorcio interno entre las diferentes iglesias, ha dicho que no, que a partir de ahora sería un matrimonio que “dormiría en camas separadas”.

Una aclaración: los que demonizan a propósito de dormir separados, o bien no saben de lo que hablan (lo más probable) o viven en una casa cuya extensión no lo permite.

Pero más allá del acierto de la imagen, el debate me suscita una conclusión: nos encontramos con que el arzobispo de Canterbury, en aras a encontrar una solución, parece que va a hacer uso de la teoría de las tres vidas: la de los conservadores, la de los liberales y la que quieren tener en común como iglesias anglicanas que son.

Tres debates de interés en torno al 27 S.

La campaña catalana trae a colación tres debates.
Primero. No sólo se pone a votación la independencia de Cataluña, sino también la alternativa del miedo para impedirla. Están por ver las consecuencias electorales de la tremenda campaña del Estado: si va a conducir a algunos catalanes al repliegue o, por el contrario, a decir: “ya está bien”. Está, pues, a votación lo uno y lo otro
.
Segundo. El imperio de la legalidad. El derecho a casarse que Javier Maroto ha ejercido, ¿ha sido consecuencia de la legalidad o era previo?… El derecho, de existir, vendría antes, y la legalidad, en su caso, no habría hecho sino reflejarlo luego. La legalidad siempre es posterior. Y de creer en la crónica de la boda, es precisamente ese derecho lo que los dirigentes populares celebraron bailando todos a la conga.

Pero hay más: puestos a hablar de legalidad, de la misma manera que el Estado no puede decir que no paga las pensiones a las personas que han cotizado (se trata de un compromiso del Estado y un derecho garantizado), dudo mucho que Europa pueda decir que los catalanes que hoy forman parte de la UE dejan de ser ciudadanos europeos. Una cosa es el reconocimiento del Estado catalán y otra la supresión de los derechos adquiridos en la Unión Europea por parte de los ciudadanos catalanes.

Tercero. Todos los españoles parecen tener derecho a decidir sobre el futuro de Cataluña, no sólo los catalanes, se nos dice. ¿Poseen también los catalanes el derecho a decidir sobre el futuro de esos 16.000 millones de saldo neto que cada año aportan, por ejemplo en Andalucía, o han de limitarse a su obligación de traspasarlos, sin más, siendo los andaluces los únicos que deciden su propio futuro?… Es decir: política económica, objetivos, destinatarios, modo y criterios de gestión. ¿Con qué autoridad moral va a Cataluña la presidenta de Andalucía a decir lo que los catalanes tienen que hacer, con el desastre de los resultados obtenidos, en todos los ámbitos, muy a pesar del dinero que, año tras año, recibe de los demás?… ¿Es para asegurar su paga?…

¿Qué es lo que más nos conviene?…

En todo caso, ¿por qué no mirar lo sucedido de otra manera?… Quizá la teoría de las tres vidas nos pueda orientar. Una separación es, se reconozca o no, la constatación de un fracaso: “no tenemos nada en común, ni podemos obtener más provecho estando juntos; en consecuencia, separémonos”. Lo veríamos claro a la hora de querer solucionar la convivencia y las reglas de juego en el caso de una familia: se trataría de que nadie se ponga por encima, ni dijera al otro lo que está bien o mal, e intentaríamos distinguir ámbitos. La vida en común podría ser luego mayor o menor. Lo de las tres vidas vale también como reflexión para unos y otros. Al final la pregunta, a mi juicio, es: ¿cómo podríamos las personas estar mejor?…

Dejemos, atrás, al menos por un momento, el “quién tiene más razón”, “cómo empezó todo” y “quién ha sido más innoble”. Ha pasado lo que ha pasado y ya no hay vuelta atrás. Puestos a mal, las dos partes tienen una enorme capacidad de chantaje, hacerse mucho daño y durante un largo tiempo. Esto se puede convertir en un “pierdo, pierdes” de fatales consecuencias. Las preguntas, creo, son: ¿qué es lo que más nos conviene?… ¿Cómo lo podemos dejar mejor?… El hacer bien la pregunta es fundamental, pues la respuesta viene derivada de la pregunta que se formule: no es lo mismo: ¿podemos?, ¿queremos?, ¿tenemos derecho?, ¿nos conviene?… Cada pregunta conlleva respuestas diferentes. La humanidad no tiene solución, pero hay soluciones que pueden dejarla mucho mejor de lo que estaba con anterioridad, con sus ventajas e inconvenientes. Por un tiempo.

Personas, no ideologías.

Acabo de firmar un manifiesto dirigido a Greenpeace. El “arroz dorado” combate la ceguera infantil que afecta a cientos de miles de niños al año. Es un arroz transgénico que acumula pro-vitamina A en cantidad suficiente como para aportar la cantidad diaria necesaria a la dieta de arroz habitual en muchos países del sudeste asiático y África subsahariana. Ha sido desarrollado con dinero público. Las empresas propietarias de las patentes implicadas han cedido sus derechos para que el Instituto Internacional de Investigaciones del Arroz desarrolle las variedades comerciales y sean disponibles, sin coste añadido, para los agricultores de países en desarrollo que ganen menos de 10.000 dólares al año. Greenpeace, a pesar de todo, se opone. Solo pedimos a Greenpeace que deje de oponerse. ¿Cómo puede su ideología hacerles ser tan crueles?… ¿Cómo puede Greenpeace oponerse a evitar la ceguera infantil?… ¿Ideología o personas?…

Termino con la biografía de Ramón Mercader, “El hombre del piolet”, el asesino de Trosky, de Eduard Puigventós. Me quedo con una frase de su madre, Caridad, una agente soviética que influyó de manera decisiva en la vida de su hijo y que llevó la desgracia allí por donde pasó. La frase dice así: “yo solo sirvo para destruir el capitalismo, no para construir el socialismo”.

Lo más fácil de hacer en esta vida es equivocarse. Conociendo el desastre que ha sido la historia de España, creo que la frase, centrada en el destruir y construir lo que sea, puede servir de recordatorio para todos.

No pedir nada que no se pueda conseguir. Una entrevista con Toti Martínez de Lezea.

Publicado por el 13 Sep 2015

En casa de Toti Martínez de Lezea. Temo en varias ocasiones que la entrevista no llegue a su fin: la puerta de la casa está siempre abierta y constantemente entran y salen personas, todas ellas muy amables, eso sí, que se lanzan a alguna obra en el jardín o a algún otro quehacer. También está su madre, que nada más verme, comienza a sonreír. Y la hija, y la nieta y el yerno, un amable ingeniero sirio listo para marchar ese mismo día a China. Y el fotógrafo. Mientras tanto el marido de Toti, discreto, como si fuera consciente del pequeño caos, me acompaña amable y conversa sobre la historia de la casa. Por fin vuelve Toti.

Estoy aquí porque siempre me ha gustado tu sonrisa.

-Es heredada de mi madre y de mi abuela.

¿Qué aprendiste de tu madre, una vitoriana a la que has traído a vivir a Larrabetzu?

-Cierta filosofía de la vida y el buen humor. Y una y otra han repercutido en su buena salud, pues tiene 93 años.

Tu madre fue campeona de natación. Tu padre te enseñó a nadar a raíz de que una hermana muriera ahogada y él la encontrara en el río Zadorra cuando tenía catorce años.

-El deporte y la competición es parte de mi infancia. Recuerdo los ánimos del público: “Toti,Toti”. Disfrutaba. Aprendí lo que significaba la disciplina: me entrenaba todos los días del año. Me gustaba la braza, el placer de deslizarme sobre el agua, no pelearme con ella. Pero si he de decir la verdad, hubiera deseado ser música.

Pero un día, tras haber escrito guiones y cuentos, le dijo a alguien: “Voy a escribir una novela”. Su interlocutor no le creyó. Fue lo mejor que pudo hacer: retarla. Salió la nadadora.

-Pero también me di cuenta de la dificultad: se trata de que esas páginas vayan para arriba. Un reto, sí, pero solo he aceptado retos posibles. He visto a hombres sufrir por un ideal que no han conseguido. Las mujeres vivimos el día a día. El hombre es más soñador.

La mujer práctica, la que se desliza.

-Las mujeres somos prácticas. La no búsqueda de lo imposible. No hay que malgastar esfuerzos.

Otros momentos de tu vida…

-El día en que mi padre, siendo yo una cría, me dice que tengo que ir a Francia a aprender francés. -Me fijo ahora en su madre, a la que miro como diciéndole que qué pensaba ella- “Fue cosa de padre e hija. Los dos se entendían muy bien”, me dice.

Y el encuentro con Alberto…

-Nos casamos sin apenas haber sido novios. Tengo que decir algo que va a sorprender: no hemos discutido más allá de cinco minutos y solo en alguna ocasión. Hemos practicado la paciencia y el buen humor. Él nunca ha leído una novela mía, aunque sabe de qué van. Le duermen las novelas. Su mundo es diferente: son los ensayos, es la filosofía. Pero cuando le he dicho “voy a hacer”… lo que sea. La respuesta siempre ha sido, “vale”. Cada uno tiene su mundo propio y hay otro en común. También es mi conductor.

Te aseguro que han sido muy pocas las personas que han conseguido no conducir a la largo de su vida, y le hablo de Mitxelena, Caro Baroja y pocos más, auténticos privilegiados, en mi opinión.

-Intenté conducir, pero me distraigo. Si algo no me interesa me distraigo enseguida. Alberto me dijo una vez: “Mejor que cojas un taxi”.

O sea, que si no te interesa te vas…

-Pero teníamos en común querer vivir en un pueblo euskaldun, tener una casa que restaurar, una huerta y un jardín.

Y lo has conseguido. En realidad, lo has conseguido todo.

-Sí, he podido hacer lo que he querido. Pero porque no he pedido nada que no pudiera conseguir. Escribí la primera novela, que era La Abadesa, pero me dije que para ser escritora tenía que escribir más de una. Entonces la guardé y escribí otra, La calle de la Judería. Me rechazaron en el momento oportuno; luego se publicó.

Y hasta hoy, que has vendido un gran número de ejemplares de libros. ¿Qué habría sucedido si el público no te hubiera seguido?

-Habría hecho otra cosa. Lo importante es tener proyectos, varios y diferentes.

Alguien diría que también has tenido suerte.

-Y es verdad, porque hay cosas que no han dependido de mí; yo no elegí a mis padres, quienes fueron capaces de tomar decisiones buenas para mí, que me han apoyado siempre. Pero también les demostré que no era ni vaga ni tonta.

La familia es muy importante.

-Mis padres me han enseñado, por ejemplo, que no merece la pena enfadarse, el dejar marchar y el amor por la tierra en la que has decidido vivir. Se habla mucho de globalización. Lo primero que uno ama es lo que tiene delante. El amor a lo que no lo está viene poco a poco. Y llegas hasta donde llegas. Apreciar tu país, disfrutarlo, conocerlo. Tenemos la suerte de tener un país maravilloso. Y si no estás contento y te estás quejando todo el día, es mejor marchar.

¿Todo eso tiene algo que ver con la felicidad?

-La felicidad tiene que ver con no pedir lo que no se puede lograr, con adecuarse, con no compararte con otros y ver que puedes vivir de lo que ganas y que tienes buena salud. Mi felicidad son las cosas pequeñas, diarias. No a la envidia y la ambición. Eso es un desastre. Todo eso lo he heredado de mi madre. También a saber dar las gracias.

La literatura es tu vida diaria, y sin embargo no es la literatura un mundo particularmente exento de envidia y ambición.

-Me caí del guindo enseguida. Al principio traté de tener amistad con escritores, en el afán de aprender. Lo dejé. Mis amigos escritores hoy son cuatro. Mi ligazón es con mis lectores. ¿Qué más puedo pedir?

¿Te preocupa envejecer?

-Me gustaría seguir como estoy, pero sé que la vida es lo que es. Mi madre es un ejemplo de cómo se ha ido adaptando. Supongo que me iré adaptando. No se puede pedir más.

¿Te arrepientes de algo?

-De nada. La verdad es que tampoco me pongo a examinarme. Lo que no tiene remedio, no tiene remedio. No quiero perder el tiempo. La vida es también como el tiempo: a veces bueno y otras malo, y se trata de responder a lo que viene.

¿Duermes bien?

-Duermo de cine. Sueño mucho y, además, a veces me acuerdo de lo que sueño. Ayer por ejemplo estuve discutiendo de religión con el papa. Resultó muy interesante.

¿Eres persona religiosa?

-No. Si no tienes capacidad de entenderlo, entonces no veo la razón para ocuparse de ello y perder el tiempo.

Decías antes que dabas las gracias. ¿A quién las das, entonces?

-A las personas, a la vida. No puedo dar las gracias a un ente divino cuando veo el sufrimiento y la falta de salud de tantos seres humanos.

¿En qué confías cuando tienes una crisis en el momento de estar escribiendo un libro?

-Confío en la imaginación y en la propia historia; hay un momento en que los personajes cobran vida propia. En ese momento recobro la confianza. Y con los comentarios de la gente, esos guiños, esas frases en un momento dado, el descubrimiento de que el taxista que te está llevando te pide que le firmes tu libro que casualmente está leyendo es esos momentos.

¿Cómo sabes que lo estás haciendo bien?

-Cuando disfruto, cuando noto el reto de no hacer lo mismo, cuando observas que hay muchas posibilidades y algo se rebela en ti diciendo que no puedes escribir la misma novela. Y en ese momento sientes que estás viva.

Merece la pena lo que haces, pero ¿en qué consiste la ‘pena’?

-La pena es el esfuerzo. Horas de trabajo diario. Pero tampoco es para tanto cuando disfrutas con lo que haces.

Del Norte y del Sur… de Europa

Publicado por el 05 Sep 2015

Paso unos días escribiendo y andando por Noruega, rodeado de orientales en el hotel, que son los primeros en levantarse y devorar el salmón, generando las quejas de los occidentales. Disfruto de la educación formal (gracias, por favor, disculpe si…) y no formal (abundan profesoras y gentes con historias de interés). Pero, ante todo, me agrada esa capacidad de saber comportarse en una excursión o en una mesa, no sólo hablando de ellos sino también interesándose por ti. ¿Se han fijado qué poco preguntamos aquí por los demás (no sólo qué tal, sino qué haces, a qué te dedicas, dónde vives, qué aficiones tenéis por allí)?.. Me gusta el buen comportamiento en una cena (y no me refiero al manejo de los cubiertos) sino, al estar pendiente de los demás, más allá de tener que escuchar que lo que a la otra persona le sucede “también me pasa a mí” (y va toda la historia detallada), o la eterna queja sobre la última injusticia que han cometido con uno.

El ejemplo escandinavo.

Repaso datos sobre Escandinavia. 2% de paro en Noruega. Observo la admiración que les tenemos desde aquí, las visitas que les hacemos y lo poco que les copiamos. Debe de ser uno de nuestros signos de identidad: visitar a otros y decir luego que “eso también lo hacemos”.

Suecia era el país donde se pagaban los mayores impuestos del mundo y el de mayor gasto público. El gasto público era del 67%. Al observar que de ser el cuarto país más rico del mundo en 1970 caían al catorce en 1994 decidieron cambiar. Ese 67% se ha visto rebajado al 48%, bastante más bajo que el de Francia y cercano al británico. Los impuestos se redujeron, siendo del 22 % para las empresas, cayendo el tipo impositivo máximo desde entonces en 27 puntos. Su deuda pública se rebajó del 70% en 1993 al 37% en 2010. Y su presupuesto de un 11% de déficit al 0.3% de superavit en el mismo período. Su sistema de pensiones realizó también cambios en función de las expectativas de vida. En términos de liberalismo económico, según Fraser Institute, los escandinavos tienen casi los mismos estándares de liberalismo económico que EE.UU. y Gran Bretaña. Unos están en la Unión Europea y en el euro y otros no, pero todos se mantienen en los primeros niveles de productividad como de inclusión social.

Esa reducción en el sector público, y aquí viene lo mejor, no se ha hecho a costa de un servicio peor. Han considerado que lo importante es el servicio, no si quien lo gestiona es público o privado. Dinamarca y Noruega permiten la gestión privada de los hospitales públicos. Suecia tiene un sistema de acceso público a las escuelas que provee de bonos a las familias, que pueden elegir entre las escuelas públicas y las privadas.

Todos las escuelas y hospitales son evaluados, y en el caso de Suecia esos datos se hacen públicos y pueden ser del conocimiento de todos, que pueden hacer así la elección que deseen. El sistema de relaciones laborales fue reformado, de tal manera que por ejemplo en Dinamarca tienen un sistema que denominan de “flexisecuridad” (¿les suena?) que facilitó la salida de trabajadores pero que apoyó su formación y capacitación posterior.

Publico o privado son instrumentos, no objetivos en sí mismos.

Fue Merkel quien dio aquel dato que estremeció a muchos: Europa tiene el 7% de población mundial y gasta la mitad del gasto en bienestar social del planeta. Una velada crítica. Pero lo bueno que han hecho algunos ha sido mantener el servicio público gastando menos. Han roto el viejo esquema: más bienestar social supone más gasto público. Pues no siempre. Lo público y lo privado no son enemigos irreconciliables: lo público se alimenta de lo privado y lo privado viene facilitado por el buen hacer de lo público. Gano / ganas. Y el debate no es más público o más privado, sino mejor servicio para los ciudadanos, en calidad y acceso, dando igual de donde venga. Ser público o privado es instrumental. Aquí hemos convertido lo instrumental en objetivo. Puro debate ideológico. El debate no es público o privado (más de uno o de otro, menos de uno o de otro), sino que el debate es el servicio final que se ofrece a los ciudadanos; los dos pueden hacerlo bien y mal.

La próxima vez que me reencarne será en Noruega, muy a pesar del frío. Ahora bien, también diré que, hablando de paisajes, el nuestro no tiene que envidiar al noruego; decididamente, su falta no es el problema.

Cataluña y la triste historia de España.

Siempre ha quedado la duda de por qué Companys proclamó el Estat Catalá en Octubre de 1934. La pregunta que me hago ahora es: ¿quería Mas llegar a donde ha llegado, o le han llevado, unos y otros, adonde, en principio, no quería ir?… ¿Era éste su sueño político o no ha hecho sino sustituir el que en realidad tenía por la presión de unos y el rechazo de Madrid al suyo propio?…

Al tiempo, observamos que, en cualquier caso, el liderazgo de Cataluña pasa por un conglomerado nada claro, en el que las ideas de izquierda superan con mucho a una moderada Convergencia, sin autoridad moral alguna. Un ambiente poco propicio para superar el debate público/privado anterior.

Rajoy y la derecha, máximos responsables de lo que hoy sucede, alentaron el conflicto y se han negado a encontrar una solución. El PSOE se pronuncia por la reforma constitucional, que, a la vista del brutal anticatalanismo existente, podría terminar en que nacionalistas vascos y catalanes echaran de menos la Constitución actual. El mensaje que la derecha envía cuando habla de aplicación de la legalidad no es, finalmente, sino el de la fuerza: igualito que hace unos meses en un determinado país del Norte, el Reino Unido, con Escocia. El contexto internacional es radicalmente diferente al de Companys, pero la derecha española es lo que es, y más en vísperas de elecciones generales. El tiempo dirá si se puede mantener a Cataluña gracias tan sólo al miedo.

Manuel Chaves Nogales y Petros Márkaris.

En ocasiones en la vida política no es tanto lo que se logra, sino también lo que se evita. Si algo debería evitarse es crear vencedores y vencidos. De eso sabemos bastante. Tal vez esté influenciado por los libros que este verano acabo de leer de un escritor que yo desconocía, y que mi buen amigo Mikel Lasa me recomendó con gran acierto. Hablo de Manuel Chaves Nogales. Propongo empezar con “A sangre y fuego”. Se dijo de Chaves que “su causa, la de la libertad, no había en España quien la defendiese”. Chaves era de los que pensaba que “todo revolucionario, con el debido respeto, me ha parecido siempre algo tan pernicioso como cualquier reaccionario”… Su única y humilde verdad era “un odio insuperable a la estupidez y a la crueldad”… Decía de sí mismo que “aunque sienta como afrenta el hecho de ser español, me esfuerzo en mantener una ciudadanía española puramente espiritual, de la que ni blancos ni rojos puedan desposeerme”. Es alguien que contó el horror que vio en España en 1936, que convendría refrescar de vez en cuando.

Y con lo de Grecia tan cerca recomiendo leer “La espada de Damocles”, de Petros Markaris, el gran autor griego de novela negra, que describe a sus compatriotas como gentes que “consideran los créditos bancarios que obtienen para cualquier cosa no como un dinero prestado, sino como parte de sus ingresos”. El libro no tiene pérdida. A diferencia de lo que hablábamos de Escandinavia afirma que “en apenas treinta años, la función pública casi se ha cuadruplicado, porque la mayoría de los gobiernos no la consideraban un servicio público sino una estructura nebulosa en la que se podía colocar a los amigos”. “El error más grave, dice, fue considerar la Unión Europea como el cuerno de la abundancia”…

Así se explica eso de “la distancia entre el Norte y el Sur”: para cuando unos se quejan porque dicen que se ven obligados a ir, o amenazan, otros se anticipan, acuerdan y ahora están ya de vuelta. La historia empieza como farsa y luego termina en tragedia. Alguien ya lo dijo antes.

Koldo Mitxelena, un superviviente.

Publicado por el 22 Ago 2015

¿Qué decir de Mitxelena a los cien años de su nacimiento?… Mucho, obviamente, pero hay que resumir y resumo: lo que hoy más me interesa de Mitxelena es su capacidad para sobrevivir.

Lo mejor de Mitxelena es su vida. Zweig subtituló la biografía de Balzac como “Una vida de novela”. La de Mitxelena no lo es menos. Entra en combate a los 21 años, preso y condenado a muerte a los 22, libre a los 27. Vuelve a ser detenido a los 30 y liberado a los 32. Este año se matricula por libre en la Facultad de Filosofía y Letras en Madrid. Trabaja en la clandestinidad política nuevamente hasta, al menos, los 38. Doctor en Filosofía y Letras a los 44, y finalmente, tras innumerables vicisitudes, catedrático en Salamanca a los 52.

Mientras tanto, mucho sufrimiento, riesgo de muerte, trabajos varios, profesor de casi todo, problemas graves de salud, enfrentamientos diversos y precariedad. Cuando algunos hablan ahora de precariedad y se quejan, tendrían que haber conocido la de Mitxelena a lo largo de treinta años. ¿“Una vida de novela”, o aún mejor “una vida de precariedad”?… No sé de verdad cuál es la expresión más adecuada.

Pero sobrevivió, y de qué manera, precisamente para ofrecernos sus mejores frutos en la etapa final de su vida. Pero no es que simplemente era un superdotado, que lo era. Tenía una constancia y un tesón que sólo quien ha sufrido de verdad y ha visto lo peor de la vida y tal vez en la mejor edad, lucha hasta el final para que nada de eso se vuelva a repetir. ¡Qué capacidad de atención, de trabajo y de generosidad!…

Un pueblo se hace de referencias buenas a las que acudir en los momentos malos. Por eso son tan importantes los patriotas y los héroes, por eso los necesitamos tanto. Sí, los patriotas y los héroes, por muy poco de moda que decirlo pueda estar.

Koldo nos enseñó mucho y nos dejó un legado conocido de todos, pero lo más importante hoy para mí es su manera de enfrentarse a la vida, su ir a por todas, su compromiso vital, su valentía y su incapacidad para rehuir lo que tenía delante, por difícil que fuera.

¡Qué felices fuimos trabajando juntos en “Muga” !… Siempre he creído que Koldo se sintió como en casa en aquella época, en compañía de Fede Zabala, Julio Caro, Xabier Lete y tantos otros… Y también le observo sufriendo las embestidas de lo que fueron aquellos terribles años finales de los setenta y comienzos de los ochenta, que hoy ya ni recordamos, pero en los que nos pareció que todo, absolutamente todo, otra vez, estaba en juego. Y un hombre que amaba tanto a su país como Koldo no estaba dispuesto a que las nuevas generaciones sufrieran de nuevo todo lo que él había sufrido. No, nunca más, pensaba.

Hablamos de Koldo, pero creo que tendríamos que hablar de Koldo y de Matilde, sin la cual no se entiende absolutamente nada. No quiero ni pensar en la desazón de alguno de los momentos vividos juntos.

Si historias como la de Koldo nos hicieran al menos ayudar a saber que la vida no empieza con nosotros, que somos lo que somos en gran parte a lo que en su momento hicieron otros, y que lo nuestro, con ser grave, puede ser mínimo con lo que a otros les tocó sufrir… Y a la vez, servir para constatar que si otros lo hicieron, también nosotros podemos, de la misma manera, sobrevivir. Otros lo tuvieron mucho peor y salieron. A veces lo único que se puede hacer es aguantar, mantener la calma y continuar.

Dicen de él que tenía muy mal genio. Y es verdad. ¡Pero es que algo malo tenía que tener el bueno de Koldo!…

Iñaki Rekarte

Publicado por el 16 Ago 2015

He leído en siete horas la vida de Iñaki Rekarte: “Lo difícil es perdonarse a uno mismo”. Reconozco mis prejuicios iniciales. He sufrido al leer: su historia me ha hecho recordar y confirmar la estupidez, la falta de responsabilidad y la crueldad de las personas. Ver delante de ti una historia de sufrimiento tan grande y tan estéril es verdaderamente dramático. Hay muchos momentos en los que te sale gritar al protagonista: “para ya, déjalo, salte de ahí, ¿no ves dónde va a acabar todo lo que estás haciendo?”… En ocasiones me recordaba a una novela de Patricia Highsmith. El cuadro del sufrimiento es además completo, porque la descripción de los interrogatorios y la tortura en comisaría son verdaderamente desgarradoras.

Años denunciando y prediciendo inútilmente lo que, finalmente, ha terminado por cumplirse. Verlo reflejado de manera tan clara y rotunda ha despertado en mí esa amarga sensación de que, en ocasiones, no hay nada que hacer, no queremos escuchar ni aprender y no hacemos sino repetir, generación tras generación, los errores cometidos con anterioridad. Ha habido momentos en que mi rabia era tal que he estado a punto de abandonar la lectura y tirar el libro.

Y sin embargo…

Tengo que reconocer que he terminado con una agradable sensación de paz, pues el libro, a pesar de lo anterior, contempla también una historia final hermosa: hay también luz y esperanza, incluso caminando en la más completa oscuridad. Lo bueno puede también cambiar vidas, incluida la peor.

Escribí en Mayo la historia de Damian Boudreau, un joven canadiense convertido al Islam y muerto luego en Siria. Me llegaban ecos, decía entonces, de la historia de gente cercana, de nuestro país, y de los “lavados ideológicos” que han sufrido algunos chicos y chicas, ahora en prisión, mucho antes de convertirse en lo que antes no eran ni jamás soñaron llegar a ser.

La historia de Iñaki me ha recordado a la de Damian. Se trata de generaciones jóvenes cuyas motivaciones profundas se me escapan. El caldo de insensibilidad e irresponsabilidad ante la violencia que se generó en nuestro país atrajo a personas que poco o nadan tenían que ver con el nacionalismo y la izquierda tradicionales hasta ese momento, incluso en ETA. En todo caso, también esa gente merece otra oportunidad. Debemos hacer lo posible –como la madre de Damian– para que no vuelva a suceder.

El libro puede hacer mucho bien, y debería ser leído tanto por unos como por otros, pues, lejos de lo que pensaba al principio, su publicación me parece un acierto. También creo que Mónica, la mujer de Iñaki, es la verdadera protagonista, quizá la principal.

No es justa la crítica final a Amets Arzalluz por no ir a cantar a la taberna de Rekarte. Si tenemos que escuchar con respeto su historia de arrepentimiento, cuanto más la decisión final del bersolari: tiene perfecto derecho a que sus motivos sean respetados.

Basta con copiar

Publicado por el 07 Ago 2015

Una cosa es Grecia y otra nuestro debate sobre lo ocurrido en Grecia. Me ha llamado la atención la crispación (deplorables los insultos personales contra Txema Montero), ya que, al fin y al cabo, nos cae un tanto lejos.

Creo que, más que sobre lo ocurrido en Grecia, hemos cargado contra nuestros respectivos fantasmas. No hemos discutido sobre soluciones, sino a propósito de culpables. Y cada cual tiene el suyo. Termina el debate, nos despedimos y sentimos haber perdido miserablemente el tiempo.

No hemos debatido en realidad sobre Grecia, sino que hemos continuado enfadándonos a propósito de lo que nos traemos por aquí, utilizando a los griegos como piezas del combate. Antes de empezar a hablar sabíamos ya lo que el otro iba a decir y lo que íbamos a contestar, pues se conoce desde qué posición ideológica hablamos y quién es nuestro culpable particular.

¿Existe en nuestro pequeño país alguien o algo de quién fiarse y al que, en principio, acogerse?… Muchos de los datos se publican en el fragor del combate; más para justificar una posición previa que para centrar el debate posterior.

Hay un dato definitivo: la C.A.V. tiene casi un 16% de paro y la C.A.N. un 12.6, cuando la media del área euro es 11.10. Grecia presenta un 25.6, España 22.37, Portugal 13 (por cierto, tras los programas de austeridad), Italia 12.5, Francia 10.3 e Irlanda 9.7 (también tras los programas de austeridad). Pero esa media europeas del 11.10 se obtiene porque, entre otros, el Reino Unido tiene una cifra de paro del 5.6, Austria 6 y Alemania 6.4.

No es, pues, como para sentirse muy orgullosos.

¿Por qué no dejar de debatir sobre culpables, comernos el orgullo y dedicarnos a copiar a los que van mejor?… Falta un gran panel que aporte referencias y cifras de esos países a propósito de los grandes debates que nos traemos entre manos: condiciones laborales, fiscalidad, fracaso escolar, funcionamiento de la justicia, beneficios sociales. Si de cada uno de estos criterios dispusiéramos de cuatro indicadores podríamos compararnos, ver cómo lo hacen y aplicarnos el cuento.

Algo me dice que, de hacerlo, se generaría de inmediato una gran resistencia. ¿Y saben por qué?…, porque aquí hay un montón de gente que, sin que seamos millonarios, vivimos muy bien y no queremos que se nos toque nada. Hablamos de las generaciones que nos siguen, y decimos que no van a poder vivir como nosotros, pero solo hacemos eso: hablar y dejar que emigren.

¿Qué es lo que los griegos hacen, además de decir que NO?… ¿No se podría decir lo mismo de nosotros?… Recuerden: 16 y 12.6 de paro, y los analistas dicen que a finales del 2015 estaremos, ¡qué maravilla!, en el 15% y 12%. ¿No somos tan nacionalistas y decimos querer tanto a nuestro país?… ¿Es eso a lo que aspiramos?… ¿Y eso a lo que aspiramos va a venir exclusivamente a través de vías políticas y de una confrontación o un acuerdo con el Estado?… Anda ya.

Si algo es Europa son empresas. Una cosa son los intereses de empresarios y trabajadores, y otra el de las empresas, cuya existencia es uno de los signos de identidad de nuestro país. Si a algunos no les gusta su modelo actual pueden crear otros: cooperativas, Sales o lo que sea, pero hagamos y protejamos nuestras empresas. Son nuestra verdadera garantía de continuidad como país.

Una amiga se despide.

Publicado por el 02 Ago 2015

Ha fallecido una amiga con quien he mantenido una relación muy estrecha en los últimos dos años. Me llamó tres días antes para despedirse; estaba muy cansada, apenas podía hablar, pero hizo un esfuerzo que agradecí emocionado y que dejó marca en mí. Me eligió en su adiós.

Montaigne dijo que “aprender a vivir es aprender a morir; y que aprender a morir es también aprender a vivir”. No sé si ella habría leído a Montaigne, supongo que sí, porque era lectora voraz. Pues bien, ella murió en paz porque llevaba ya mucho tiempo viviendo en paz, muy a pesar de estar luchando y conocer las escasas posibilidades que ofrecía su batalla.

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En algún momento me pareció intuir su esperanza de continuidad; de hecho, nos despedimos diciendo que seguiríamos haciendo risas en algún otro lugar. Me gustaría traer hasta aquí el ejemplo de su serenidad y de su sentido del humor a lo largo de los últimos meses.

Estar bien cuando estamos bien es fácil; lo difícil es estar bien cuando estamos mal. Y es en ese momento cuando se descubre de verdad quién eres.

Me ayudó contándome la historia de su gran amor, un amor que la enfermedad deshizo, pero que nunca quiso olvidar y que constituyó sin duda la mejor historia de su vida. Ahora estarán por fin de nuevo juntos. Traigo hasta aquí una de sus frases favoritas: “nunca pasa nada y cuando pasa ya no importa”.
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Se llamaba Gloria Quesada y fue Directora Gral de Osakidetza. Conocerle ha sido una de esas cosas que de verdad importan.

Kim Philby y Santiago Carrillo.

Publicado por el 19 Jul 2015

Un par de libros que me han interesado: “Entre amigos” y “El zorro rojo”, biografías sobre el espía Kim Philby y Santiago Carrillo.

El ámbito cerrado, autosuficiente y viciado de los servicios de información en el primer caso, regado por ingentes cantidades de alcohol, en el que la partida es ganada por el que tiene más capacidad de aguante. Si a alguien le interesa saber cómo se puede vivir manteniendo una mentira más de veinte años, éste es su libro.
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Genera desasosiego observar trabajar a Philby, un hombre encantador con sus compañeros, pendiente de pequeños detalles, con una capacidad de escucha infinita, interesado por ellos y, precisamente por eso, un gran seductor, que los traiciona de una manera fría, sistemática y completa. A lo largo de toda su historia no hay concesión alguna, ni clemencia, ni incoherencia generada en un momento de “desliz humanitario”. Al contrario, la crueldad es la norma de conducta contra los posibles enemigos de la Unión Soviética. ¿Cuántas muertes, y, además, qué tipo de muertes, habrá podido generar la transmisión de su información a los soviéticos de la época?… En el libro aparecen tan solo los que son demostrables.

Sorprende que esas convicciones prosoviéticas tan firmes se prolonguen y no entren en crisis durante tantos años, muy a pesar de tener que suponer que él conocía mejor que nadie cómo era, y cómo no era, la vida de los trabajadores en los años inmediatos a la Segunda Guerra Mundial, en plena etapa estaliniana. No hubo atisbo de duda, y para ello engañó no solo a los servicios de información británicos sino también a sus propias mujeres, a las que destrozó. Y todo ello por el arrebato ideológico producido por una adhesión juvenil a una ideología que tan solo conocía por los libros y por los agentes soviéticos que contactaron con él… Hasta que muere en Moscú no hay, que se sepa, remordimiento, concesión ni reconocimiento alguno. Una inteligencia, habilidad social, capacidad de trabajo y salud excepcionales, absorbidas, destinadas, entregadas al servicio de un ideal que el tiempo ha demostrado que era uno de los más inhumanos que han existido a lo largo de la historia. ¿Simple equivocación?… ¿Pero cómo puede uno equivocarse traicionando una sociedad como la británica, que, con todos sus errores, mantenía un nivel de respeto a los derechos humanos claramente superior a la de los soviéticos de la época?… ¿Y esto no lo sabía una de las personas mejor informadas del mundo en aquellos años?… Somos, de verdad, un misterio.
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Y si hay quien se pregunta cómo Carrillo se pudo mantener cincuenta años en el poder puede también leer a Paul Preston, ese historiador al que debemos tanto. Su halo de distancia nos ha ayudado a poner muchas cosas en su sitio.

Resulta hasta risible, si no fuera por sus consecuencias trágicas, observar la transformación paulatina de los análisis de Santiago Carrillo con respecto a la sociedad española. Pero es menos risible cuando se advierte que los cambios de análisis no se producen por la llegada de nuevos datos sino como herramienta de lucha de poder con sus propios compañeros de la clandestinidad. La ideología de Carrillo se altera en función exclusiva de lograr perdurar. Se dice una cosa y mañana otra, y todo resulta además coherente. Y los errores no generan nunca la duda en uno mismo, la posibilidad de que uno puede equivocarse, de la misma manera que se ha demostrado hasta la saciedad que se ha equivocado no ya una sino muchas veces.

La autocrítica es algo que se exige a los demás y que cuando una la hace parece más bien una alabanza propia, de modo que quede la sensación de “mira que bueno es que hasta incluso es capaz de autocriticarse, no como los demás”.

Cabe suponer que tanto Philby como Carrillo estaban en el centro de la las fuentes de información, que mamaban de ellas, que no había conspiración que les fuera ajenas. Y sin embargo no son capaces de ver lo que tienen delante. ¿O no lo quieren ver?… ¿O no les conviene ver lo que no ven?… La ideología y el poder lo contaminan todo.

Luego están los métodos, aplicando Carrillo los mismos que el adversario fascista al que se decía combatir: delaciones de compañeros a la policía, torturas, asesinatos, complicidad, defensa y colaboración con las mayores tiranías.

Pero lo que resulta más sorprendente viene después: ver cómo este personaje es finalmente convertido por la derecha española para quien era la peor “bestia negra” en un abuelete amable, riguroso y sabio por haber aceptado la monarquía, la bandera y la Constitución, muriendo en olor de reconocimiento, respeto y gratitud.

Pero la vida y la historia son también así, y es por eso por lo que no hay que tomar en serio todo lo que se nos dice, sino que es preciso seguir pensando por uno mismo y aguantar las consecuencias de ser considerado como “rarito”.. Y es que ser independiente tiene ventajas, pero también muchos inconvenientes.