Eugenio Ibarzabal

Del Norte y del Sur… de Europa

Publicado por el 05 Sep 2015, en Sin categoría

Paso unos días escribiendo y andando por Noruega, rodeado de orientales en el hotel, que son los primeros en levantarse y devorar el salmón, generando las quejas de los occidentales. Disfruto de la educación formal (gracias, por favor, disculpe si…) y no formal (abundan profesoras y gentes con historias de interés). Pero, ante todo, me agrada esa capacidad de saber comportarse en una excursión o en una mesa, no sólo hablando de ellos sino también interesándose por ti. ¿Se han fijado qué poco preguntamos aquí por los demás (no sólo qué tal, sino qué haces, a qué te dedicas, dónde vives, qué aficiones tenéis por allí)?.. Me gusta el buen comportamiento en una cena (y no me refiero al manejo de los cubiertos) sino, al estar pendiente de los demás, más allá de tener que escuchar que lo que a la otra persona le sucede “también me pasa a mí” (y va toda la historia detallada), o la eterna queja sobre la última injusticia que han cometido con uno.

El ejemplo escandinavo.

Repaso datos sobre Escandinavia. 2% de paro en Noruega. Observo la admiración que les tenemos desde aquí, las visitas que les hacemos y lo poco que les copiamos. Debe de ser uno de nuestros signos de identidad: visitar a otros y decir luego que “eso también lo hacemos”.

Suecia era el país donde se pagaban los mayores impuestos del mundo y el de mayor gasto público. El gasto público era del 67%. Al observar que de ser el cuarto país más rico del mundo en 1970 caían al catorce en 1994 decidieron cambiar. Ese 67% se ha visto rebajado al 48%, bastante más bajo que el de Francia y cercano al británico. Los impuestos se redujeron, siendo del 22 % para las empresas, cayendo el tipo impositivo máximo desde entonces en 27 puntos. Su deuda pública se rebajó del 70% en 1993 al 37% en 2010. Y su presupuesto de un 11% de déficit al 0.3% de superavit en el mismo período. Su sistema de pensiones realizó también cambios en función de las expectativas de vida. En términos de liberalismo económico, según Fraser Institute, los escandinavos tienen casi los mismos estándares de liberalismo económico que EE.UU. y Gran Bretaña. Unos están en la Unión Europea y en el euro y otros no, pero todos se mantienen en los primeros niveles de productividad como de inclusión social.

Esa reducción en el sector público, y aquí viene lo mejor, no se ha hecho a costa de un servicio peor. Han considerado que lo importante es el servicio, no si quien lo gestiona es público o privado. Dinamarca y Noruega permiten la gestión privada de los hospitales públicos. Suecia tiene un sistema de acceso público a las escuelas que provee de bonos a las familias, que pueden elegir entre las escuelas públicas y las privadas.

Todos las escuelas y hospitales son evaluados, y en el caso de Suecia esos datos se hacen públicos y pueden ser del conocimiento de todos, que pueden hacer así la elección que deseen. El sistema de relaciones laborales fue reformado, de tal manera que por ejemplo en Dinamarca tienen un sistema que denominan de “flexisecuridad” (¿les suena?) que facilitó la salida de trabajadores pero que apoyó su formación y capacitación posterior.

Publico o privado son instrumentos, no objetivos en sí mismos.

Fue Merkel quien dio aquel dato que estremeció a muchos: Europa tiene el 7% de población mundial y gasta la mitad del gasto en bienestar social del planeta. Una velada crítica. Pero lo bueno que han hecho algunos ha sido mantener el servicio público gastando menos. Han roto el viejo esquema: más bienestar social supone más gasto público. Pues no siempre. Lo público y lo privado no son enemigos irreconciliables: lo público se alimenta de lo privado y lo privado viene facilitado por el buen hacer de lo público. Gano / ganas. Y el debate no es más público o más privado, sino mejor servicio para los ciudadanos, en calidad y acceso, dando igual de donde venga. Ser público o privado es instrumental. Aquí hemos convertido lo instrumental en objetivo. Puro debate ideológico. El debate no es público o privado (más de uno o de otro, menos de uno o de otro), sino que el debate es el servicio final que se ofrece a los ciudadanos; los dos pueden hacerlo bien y mal.

La próxima vez que me reencarne será en Noruega, muy a pesar del frío. Ahora bien, también diré que, hablando de paisajes, el nuestro no tiene que envidiar al noruego; decididamente, su falta no es el problema.

Cataluña y la triste historia de España.

Siempre ha quedado la duda de por qué Companys proclamó el Estat Catalá en Octubre de 1934. La pregunta que me hago ahora es: ¿quería Mas llegar a donde ha llegado, o le han llevado, unos y otros, adonde, en principio, no quería ir?… ¿Era éste su sueño político o no ha hecho sino sustituir el que en realidad tenía por la presión de unos y el rechazo de Madrid al suyo propio?…

Al tiempo, observamos que, en cualquier caso, el liderazgo de Cataluña pasa por un conglomerado nada claro, en el que las ideas de izquierda superan con mucho a una moderada Convergencia, sin autoridad moral alguna. Un ambiente poco propicio para superar el debate público/privado anterior.

Rajoy y la derecha, máximos responsables de lo que hoy sucede, alentaron el conflicto y se han negado a encontrar una solución. El PSOE se pronuncia por la reforma constitucional, que, a la vista del brutal anticatalanismo existente, podría terminar en que nacionalistas vascos y catalanes echaran de menos la Constitución actual. El mensaje que la derecha envía cuando habla de aplicación de la legalidad no es, finalmente, sino el de la fuerza: igualito que hace unos meses en un determinado país del Norte, el Reino Unido, con Escocia. El contexto internacional es radicalmente diferente al de Companys, pero la derecha española es lo que es, y más en vísperas de elecciones generales. El tiempo dirá si se puede mantener a Cataluña gracias tan sólo al miedo.

Manuel Chaves Nogales y Petros Márkaris.

En ocasiones en la vida política no es tanto lo que se logra, sino también lo que se evita. Si algo debería evitarse es crear vencedores y vencidos. De eso sabemos bastante. Tal vez esté influenciado por los libros que este verano acabo de leer de un escritor que yo desconocía, y que mi buen amigo Mikel Lasa me recomendó con gran acierto. Hablo de Manuel Chaves Nogales. Propongo empezar con “A sangre y fuego”. Se dijo de Chaves que “su causa, la de la libertad, no había en España quien la defendiese”. Chaves era de los que pensaba que “todo revolucionario, con el debido respeto, me ha parecido siempre algo tan pernicioso como cualquier reaccionario”… Su única y humilde verdad era “un odio insuperable a la estupidez y a la crueldad”… Decía de sí mismo que “aunque sienta como afrenta el hecho de ser español, me esfuerzo en mantener una ciudadanía española puramente espiritual, de la que ni blancos ni rojos puedan desposeerme”. Es alguien que contó el horror que vio en España en 1936, que convendría refrescar de vez en cuando.

Y con lo de Grecia tan cerca recomiendo leer “La espada de Damocles”, de Petros Markaris, el gran autor griego de novela negra, que describe a sus compatriotas como gentes que “consideran los créditos bancarios que obtienen para cualquier cosa no como un dinero prestado, sino como parte de sus ingresos”. El libro no tiene pérdida. A diferencia de lo que hablábamos de Escandinavia afirma que “en apenas treinta años, la función pública casi se ha cuadruplicado, porque la mayoría de los gobiernos no la consideraban un servicio público sino una estructura nebulosa en la que se podía colocar a los amigos”. “El error más grave, dice, fue considerar la Unión Europea como el cuerno de la abundancia”…

Así se explica eso de “la distancia entre el Norte y el Sur”: para cuando unos se quejan porque dicen que se ven obligados a ir, o amenazan, otros se anticipan, acuerdan y ahora están ya de vuelta. La historia empieza como farsa y luego termina en tragedia. Alguien ya lo dijo antes.

Comentarios

  • Juanjo Ferreres Alberdi

    Mila esker Eugenio.
    Artículo muy acertado y claro
    El comentario entre lo público y privado que «sirvan bien y que mejoren».

  • Ricardo Sempere

    «En ocasiones en la vida política no es tanto lo que se logra, sino también lo que se evita». Me ha calado esta frase, sólo a la altura de políticos de mucha talla.
    Me ha parecido un enfoque muy interesante y gracias a Juanjo, por mandarme el link.

  • alejandro olondris

    totalmente de acuerdo en ambos comentarios ,hay que saber valorar ambos estamentos y hacerlos complementarios


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