A propósito del entretenimiento
Publicado por Eugenio Ibarzabal el 08 Nov 2010, en Sin categoría
La persona es un ser que necesita estar entretenido: es el “pan y circo” de los romanos, en este caso el circo. Necesitamos ocupar el tiempo y justificar así nuestra existencia. La cuestión es en qué. Y es sabroso observar cómo justificamos eso que hacemos, no como un interés personal, sino como si de un interés general se tratara. O dicho en otras palabras, es la mar de curiosa la película que con frecuencia nos montamos.
Les recomiendo que traten de hacer el siguiente juego: cada vez que contemplen una queja o reivindicación, observen cómo, en el fondo, hay un interés personal que, sin embargo, se presenta como si de un interés más o menos público se tratara. Y en todo caso, observarán como se aduce una razón de carácter moral. Identifiquen un ejemplo, analícenlo y verán.
Les recomiendo que traten de hacer el siguiente juego: cada vez que contemplen una queja o reivindicación, observen cómo, en el fondo, hay un interés personal que, sin embargo, se presenta como si de un interés más o menos público se tratara. Y en todo caso, observarán como se aduce una razón de carácter moral. Identifiquen un ejemplo, analícenlo y verán.
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Un ejemplo interesante es la de algunos funcionarios. Mi experiencia de trabajo con ellos me indica que pocos trabajadores están igual de bien, y sin embargo, en pocos lugares se advierte un absentismo mayor, señal inequívoca de malestar, desmotivación y fraude. Están metidos en una carrera por la seguridad y la comparación con el de al lado, carrera que en sí mima no tiene fin ni ofrece solución definitiva alguna. Muchos de ellos, nunca terminarán de estar finalmente bien: siempre habrá algo que se les debe. Y es que algunos están entretenidos en cosas malas. No hay proyecto personal ilusionante, ni ganas de servir a un receptor, ni resultados a conseguir, ni algo que mejorar, ni reflexión que hacer, ni nada que cambiar en el propio trabajo, razones todas por las que suelen estar satisfechos los buenos funcionarios, que son un montón.
Obsérvese como la mejora de la calidad del servicio, que es lo que se aduce en teoría, esconde con frecuencia la mejora de las condiciones laborales de los que trabajan en ese servicio. Decimos una cosa, pero en el fondo es otra. Unos están entretenidos en cosas buenas y, aunque el trabajo sea duro, saben lo que es la satisfacción, mientras otros están entretenidos en cosas malas y no hay más que verles la cara y escuchar su “agradable” conversación. Como prueba, la diferencia de cómo dicen que iban antes a trabajar y cómo van ahora, al cabo de unos años. Y uno se pregunta: ¿ha cambiado el trabajo o has cambiado más bien tú, porque, en principio, las condiciones actuales son mejores que las de antaño?…
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Unas preguntas formidables son las siguientes:
– ¿En qué estás ahora entretenido?…
– Y eso en lo que estás, ¿te hace bien o te hace mal?…
– Y si te hace mal, ¿por qué no lo dejas?…
Acabo de ver una película que no vale gran cosa, pero como la actriz es Juliette Binoche, uno deja de ser objetivo y acude sin dudar. Se llama “Copia certificada”. Y al final nos preguntamos: ¿por qué se entretienen los protagonistas en hacerse daño, en lugar de pasar un estupendo rato juntos?… Misterios de la vida: pues porque somos así.
Tengo para mí que si de algo son responsables los sindicatos es en focalizar a las gentes hacia unas dinámicas de comparación y egoísmo que hacen, a los que dicen defender, más infelices aún de lo que eran antes de iniciarse la reivindicación.
Me ha llamado la atención con las huelgas en Francia la actitud de los estudiantes. Decían salir a la calle porque si se alargaba en dos años la edad de jubilación, ellos se incorporarían dos años más tarde al mercado de trabajo. Es algo así como decir: “quítate tú para que me ponga yo”. Eso sí, el discurso hablaba de solidaridad con los derechos de los trabajadores. Mal entretenimiento el suyo.
Cuando repaso el mejor momento de la semana, me quedo con una conversación con una amiga, muy enferma, que se mostraba la mar de entretenida interesándose y preguntándome por mí, quien se supone que estaba allí para entretenerla a ella. Me sentí muy tocado.
Y hablando de entretenimientos, he comenzado a leer “Felipe II”, de Geoffrey Parker. No les puedo decir mucho porque todavía va por la segunda esposa –tuvo cuatro a pesar de lo poco saleroso que era-. El libro es de esos de pasta dura, pesan mucho y se hincan en la tripa, por lo que merece la pena esperar a la edición de bolsillo. Pero algo me dice que voy a aprender mucho sobre las malas consecuencias que sobre el pueblo tuvieron los malos entretenimientos de los monarcas absolutos de la época. Prometo continuar.
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