Eugenio Ibarzabal

Xabier Lete

Publicado por el 07 Dic 2010, en Lete, Xabier Lete

Xabier Lete fue un compañero y amigo en grandes momentos de mi vida, y creo también que de la suya. En algún momento, casi no me acuerdo por qué, nos distanciamos. A ambos nos ha quedado una conversación pendiente. Me da mucha pena reconocerlo.

No me acuerdo cómo nos conocimos, pero trabajamos juntos en “Garaia”, en “Muga”, le dediqué el libro con Koldo Mitxelena e hicimos y firmamos juntos la llamada “Carta de los 33”. Recuerdo muchas entrevistas que hemos realizado juntos, a Julio Caro, a Antonio Tovar e incluso al mismísimo Jordi Pujol, en una agitada jornada en Barcelona. Eramos asiduos a la casa de los Baroja, “Itzea”, en Vera de Bidasoa. ¡Me he reído tanto con Xabier!… Cuando la gente de ahora vea sus fotografías tal vez pueda obtener de él la impresión de un hombre serio y triste. Pues no: era de las personas con más sentido del humor que yo he conocido. Una sobremesa con él era un auténtico placer… Entre otras cosas, porque era un gran actor.

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Cuando echo la mirada atrás, observo una trayectoria parecida. Siempre fuimos contrarios a todo lo que significaba violencia, no ahora, ni hace treinta años, cuando escribimos la “Carta de los 33”, sino desde siempre. Cuando se escriben tantas barbaridades a propósito de los vascos y el terrorismo, convendría recordar a gente como Lete y tantos otros, que rechazaron la violencia incluso en momentos en que todo parecía estar justificado, como fue el Proceso de Burgos. Sí, en este país no todo el mundo enloqueció; lo que ocurrió es que hay momentos en que los locos parecen protagonizarlo todo. Es más, cuando estábamos a la búsqueda de firmas para aquel primer documento contra el terrorismo, encabezado por Jose Miguel Barandiarán -un hombre que tuvo siempre las cosas muy claras-, hubo personas a las que no fuimos porque presumíamos que no firmarían dadas sus posiciones públicas, y otros que rechazaron firmar. Pues bien, algunos de ellos parecían echarnos en cara, años después, nuestra pretendida “debilidad” contra los violentos. Aguantamos primero a unos y luego a otros… Lete tuvo que dar la cara en su propio pueblo y pasar por más de un mal rato por parte de algunos de sus vecinos.

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El estaba en un mundo de actividades y yo en otro, pero a ambos nos unió muy pronto el tratar de conocer las razones del comportamiento político y cultural de lo mejor de las generaciones anteriores. Ambos aprendimos juntos. Y nos comprometimos políticamente juntos, trabajando durante algún tiempo en la administración. Luego yo corté con casi todo, volcándome en la consultoría, y él se volvió a la poesía, que fue su expresión más genuina y donde sin duda quedará lo mejor de lo que hizo. Y para siempre.

Pero la sorpresa vino al final: aunque ya lejos, uno podía observar que los dos sentíamos el mismo proceso de interés hacia un judío que vivió hace dos mil años. No sé si él lo pudo apreciar; yo desde luego que sí. Estando separados, seguíamos juntos. Las sorpresas que da la vida. Pero de esto último nunca pudimos hablar. Tal vez de lo más importante. Y no pudimos decirnos que ambos habíamos descubierto, a la vez, que lo que realmente importa en esta vida es el amor y la amistad, que es otra forma de amor, y que el resto es vanidad. Que muchas de las batallas en las que habíamos participado no aguantaban con el tiempo, pero que, sin embargo, batalla tras batalla, estábamos llegando a conocer de qué iba de verdad la guerra.

Miguel Hernandez se enteró por los periódicos que Ramón Sijé había muerto. Llevaban mucho tiempo sin hablar con él, se habían distanciado, y tal vez lo que más le dolió es que había quedado una conversación pendiente. A mí me ha pasado lo mismo. Pero la tendremos Xabier, te aseguro que la tendremos. Y nos volveremos a reír. Estoy absolutamente seguro de que descansas en paz. Te lo has merecido. Conocerte ha sido una de las cosas importantes que me han sucedido en la vida.

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