Eugenio Ibarzabal

Entrevista en «El Diario Vasco».

Publicado por el 09 Dic 2014, en Sin categoría

1. La comunicación y la transparencia son los ejes fundamentales de la Nueva Cultura de Empresa. ¿Hasta dónde debe llegar esa transparencia?

– Depende de la cultura y la historia de la organización. No creo que sea preciso conocer todos y cada uno de los detalles, en todo momento y por parte de todos, para decir que hay transparencia. Es más, una repentina transparencia total de una empresa puede generar recelos. En todo caso, la cuenta de resultados es algo que, más pronto o más tarde, se termina por saber. Buena parte de los bulos de la empresa tienen su origen en una falta de transparencia, aunque los bulos son inevitables, porque forman parte de la naturaleza humana.

2. Parte del hecho de que la empresa tiene que ser un proyecto compartido. ¿Cree que se percibe así?

– Obviamente no se percibe así, pero pensar en que tiene que ser un proyecto compartido por todos tiene mucho de irreal, porque hay personas, al nivel que sea, que van a lo suyo y que no se comprometen con nada. Incluso en la historia de una persona hay etapas en la que uno se ve formando parte de un proyecto y en otras en las que está de paso. Hay también personas que tienen una valoración diferente con respecto al trabajo y al ocio. Pero lo realmente importante es considerar que si la empresa va mal nos va a ir mal a todos, lo que implica también que si va bien nos va bien a todos. Puro realismo. Esto debería concretarse en variabilidad real y leal, pero la legislación no lo permite y hay trampas. La legislación va muy por detrás de la realidad.

3. ¿La crisis ha hecho más necesaria esa nueva concepción o va más allá de hechos circunstanciales?

– Va más allá porque el afán de transparencia y limpieza que se vive hoy en España es un auténtico tsunami. Por otra parte hay empresas que lo hacen, y muchos se preguntan: ¿por qué en esa empresa lo saben todo y en la mía no?…
Pero hay que decir también algo: que la transparencia afecta a todos, no solo a los dirigentes empresariales sino también a los representantes sindicales. Son muchos los trabajadores que se han dado cuenta de que sus representantes sindicales no les informaban bien de las propuestas de la empresa y que se han visto llevados a tomar decisiones en un clima de desinformación, cuando no de manipulación clara. La música va por barrios.
Por último es importante asumir que muchos no quieren información porque les obliga a enfrentarse con la realidad, que en ocasiones es muy dura. Mejor no saber. Somos así.
En definitiva, en ocasiones se produce un acuerdo total: unos no quieren dar información, otros no quieren que se dé porque, de esa manera, no la pueden manipular y hay quienes no quieren disponer de ella porque les compromete.

4.- Se deberían mantener los mismos niveles de comunicación y transparencia cuando la empresa va bien, ¿Se hace así? es decir, que no valga solo para pedir una reducción de salarios o una rebaja de las condiciones cuando las cosas van mal y no se aplique cuando vayan bien.
– Obviamente. Hay empresarios que se dan cuenta de ello, y saben que si cuento ahora porque voy mal lo voy a tener que contar mañana cuando vaya bien. Y no lo quieren hacer. Allá ellos.

5. ¿Cree que se requiere un cambio cultural importante, tanto por parte de los trabajadores como del empresario?

– Sin duda, esto, como en todo, no es una historia de buenos y malos. Ni los empresarios quieren contar ahora porque se han hecho buenos, ni los trabajadores estaban ansiando disponer de información. Aquí no ha habido caídas del caballo. Y los sindicatos deberían asumir que siendo hasta ahora los que han dado la información algo han hecho mal cuando se está produciendo tal vuelco. Si se hubiera dado bien la información, las cosas seguirían como hasta ahora, porque en el fondo dar la cara no le gusta a nadie.

6. ¿Hay muchas resistencias y de qué tipo?
– Claro que las hay. En ocasiones se piensa que es mucho mejor no saber nada, porque si no sabes nada siempre puedes decir que no eres responsable de nada. Pero no es verdad que no sepas nada. Una cosa es que oficialmente no sepas nada y otra muy diferente que no intuyas que las cosas van mal. Todo el mundo ve lo que se está produciendo, los stocks moviéndose o quietos, y quien más quien menos tiene gente en administración que cuenta cosas. No nos engañemos; sabemos mucho más de lo que decimos saber.
Pero hay también otro tipo de resistencias entre los que ofrecen la información. Para mí la comunicación es mucho más que datos; es también saber hablar, explicar y transmitir lo que uno piensa. Y esto es una asignatura pendiente; en este país hay dos grandes males: somos orgullosos y no sabemos hablar, y la combinación es letal. No se comunica porque comunicar da pavor, y este pavor tiene mucho que ver con la inseguridad personal. El resto son excusas, aunque admito que en ocasiones, dado el clima actual, dar la cara puede ser muy desagradable. Y además, no nos gusta y lo dejamos en manos de otros.

7. ¿Con esa Nueva Cultura, se mejora la productividad? ¿Hay datos o estudios que lo corroboren?

Haya estudios que lo demuestren o no, crezca o no la productividad –que crecerá– hay que dar un paso en este sentido, aunque solo sea por hacer la vida y nuestras organizaciones más humanas y más responsables.
En todo caso tiene que quedar claro que la comunicación y la transparencia no son la panacea que va a salvar una empresa; las claves son las que todos sabemos: el producto, el mercado, la productividad y las ganas finales que tengamos todos de trabajar.

8. En realidad, se ha mirado en el prisma de las cooperativas, que han sido los grandes adalides de la transparencia y la comunicación por las características de su proyecto.

– Es una buena consideración, y es verdad que han trabajado en ello, pero todos recordamos a trabajadores de Fagor saliendo de la fábrica en los momentos del cierre diciendo que era la primera noticia que tenían, que no se les había informado hasta ahora. Y es evidente que tenían los medios para estar informados y que los directivos lo habrían hecho, lo que demuestra que, como decíamos anteriormente, si no quieres estar informado no hay transparencia ni sistema de comunicación interna que valga. En el caso de Fagor es todavía más llamativo porque los que estábamos fuera llevábamos años escuchando que Fagor iba mal.

9. Si mejora la comunicación y el clima en la empresa ¿Puede ayudar a la negociación colectiva?

– ¿Pero cómo puede haber una buena negociación colectiva sin buena comunicación previa, a lo largo de la negociación y siempre?…
Sinceramente no entiendo cómo los sindicatos se han podido oponer a una mayor comunicación directa por parte de los dirigentes de la empresa hacia los trabajadores, y de estos hacia los órganos de dirección. ¿Pero no era esto una exigencia de siempre?… ¿Quién en su sano juicio puede oponerse?… A no ser que se advierta que se ha acabado para algunos una posibilidad de manipular datos, opiniones e información general de la empresa. Y no puedo pensar que alguien defienda esto.

10. Adegi dejó claro que no suponía una interferencia y que no se pretendía suplantar a los sindicatos. Parece lógico que pueda haber recelos, máxime en estos momentos en los que la negociación colectiva está bastante bloqueada.
– Creo que el mundo sindical debería hacer una encuesta seria y objetiva ante los trabajadores para saber si estos están o no satisfechos. De la misma manera que se fijan en el clima laboral y sacan consecuencias, bueno estaría que conocieran el clima de opinión de los trabajadores hacia muchas de sus actuaciones, y no solo en el día a día, sino al final de algunas confrontaciones. Una encuesta, por ejemplo, entre los vecinos de Azpeitia sería de gran interés para todos.


11. Esa nueva cultura debería trascender de la empresa y llegar también a otros ámbitos, como puede ser el diálogo social.

– Pues sí, y especialmente en Gipuzkoa.

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