Me sucede que cuando empiezo con un autor y me gusta, con frecuencia sigo con otros de sus libros. Es lo que me está ocurriendo con
R. L. Stevenson. Pero la sorpresa es que me encuentro con un pequeño libro de ensayos del novelista: “
Virginibus puerisque y otros ensayos”. No se asusten por el título. El libro ha sido para mí un descubrimiento. Un auténtico relato de contemplación de lo que es la vida, la pareja, la vejez y la juventud, la ocupación, la desocupación y otros temas. Dice también tonterías y ofrece disquisiciones que podrían seguramente ser abreviadas, pero hay tal cúmulo de momentos en los que uno tiene la impresión de que Stevenson toca la verdad, que lo hace un clásico también en el ensayo y no sólo en sus novelas. ¡Cómo se envidia esa capacidad para contemplar y describir con tal precisión algunos pliegues de la vida!…
Y como Stevenson cita a Montaigne, me pareció un buen momento para releer en sus ensayos un capítulo que tuvo mucha influencia en mi formación y que es “Apología de Raimundo Sabunde”. Nunca he entendido por qué a Montaigne algunos lo califican de agnóstico: “Ay pensamiento, cuánto nos perjudicas”…
Mi buena amiga
Carmen Guijarro me recomienda el libro de las
Cartas de Teresa de Calcuta, y con ello estoy. No puedo ocultar mi admiración hacia esta mujer. El triunfo al mismo tiempo de la voluntad… y del abandono, del esfuerzo y de la confianza total en el buen sentido de las cosas.
Siempre hablando de comportamientos, dirá alguien. ¿Pero no son los comportamientos el origen de la crisis que hoy nos afecta?… ¿Y no les recuerda lo ocurrido a “La hoguera de las vanidades”, a Mario Conde y a la cultura del pelotazo de hace unos años?… ¿No hay algo de viejo en las “novedades” hoy descubiertas?… ¿Y no son las de siempre?…
Por mi parte veo lo que sucede como un volver a empezar. De verdad. Contemplo basura mental que va a desaparecer, nuevos huecos y nuevas posibilidades. No pienso leer nada sobre la crisis. Me la sé. Simplemente me voy a dedicar a esquivar a los pelmas que afirman que “yo ya lo dije”, sin que uno recuerde que lo dijeran, y a los plomos que toda su aportación consiste en ponerlo aún más negro de lo que ya está, de la misma manera que antes despreciaban toda aproximación prudente a lo que pasaba. ¿Se han fijado que algunos están siempre a la moda?… Palpan lo que ya hay y tratan de colocarse a la cabeza de la ola, añadiendo como único valor añadido más de lo mismo. ¡Humanidad, qué plasta eres!…
De trabajo ya hablaremos otro día…