Eugenio Ibarzabal

Antton Valverde: «Hay que relativizarlo todo, incluido uno mismo y lo que ha hecho».

Publicado por el 18 Abr 2016, en Sin categoría

Siempre me ha parecido admirable su calma y su escaso ego. A cada momento parece disculparse diciendo que no tiene mucho que decir en una entrevista a la que ha accedido, yo lo sé, por amistad y por las amistades comunes que nos unen. Días atrás me había enviado una canción con letra de Jon Mirande, que él recordaba que me había gustado, hacía ya muchos años. Me cuenta que anda preparando, en compañía de Andu Lertxundi, un nuevo recital de canciones con letras de poetisas vascas. Mientras hablamos de la letra de Jon Mirande, le pregunto por algún momento especial en su vida.

– No tengo ese momento concreto que me haya marcado de manera definitiva. Veo mi vida como un transcurso. Se ha ido conformando poco a poco. Sin mucha alharaca. Ya te digo, aunque hay dos facetas a lo largo de mi vida, la empresarial y la musical, no puedo hablar de grandes tumbos, porque como músico, y cantante en particular, me fui metiendo poco a poco.

Cualquiera que te conozca dirá de ti que eres un hombre tranquilo; al menos eso dice tu forma de expresarte.

– Ciertamente no soy una persona que se precipita. No sé si es prudencia, pero si puedo no correr grandes riegos, no los corro. Eso no es obstáculo para que me haya tocado emprender.

Eres de esas personas a las que, a pesar de tener una afición artística, te toca seguir con la empresa familiar. No te tocó lo que te gustaba.

– A mi padre le pasó lo mismo, pues lo que realmente le gustaba era la pintura y la literatura. Terminé la carrera en la ESTE y estaba destinado a seguir en la empresa de la familia. Vivir de la música era entonces, y sigue siendo hoy, complicado.

Supongo que habría en ti una cierta contradicción y, tal vez, sufrimiento al tener que optar por la empresa en lugar de dedicarte a la música.

– Pero tampoco me ha costado mucho. Decidí no amargarme. He aprendido a relativizar las cosas. Lo fundamental en esta vida es adaptarse, no sufrir más de lo que, en su caso, la propia vida te haga sufrir. Y tengo que reconocer que la empresa y la formación empresarial me dieron también una capacidad de cálculo más frío. Me gustaban sin duda más las humanidades que las ciencias. Pero he sabido adaptarme.

¿Qué es lo que más te ha ayudado?…

– Formar una familia estable. De mi familia no he recibido más que apoyo; jamás problemas, solo apoyo.

¿Qué relación guarda todo eso con la felicidad?…

– No sé muy bien qué es la felicidad. No hay un estado de felicidad, hay más bien estabilidades y cosas buenas que te da la vida. Tal vez lo identifico más con la ausencia de desgracias. Así, dulcemente, puedes decir que has sido y eres más o menos feliz.

– ¿Y si en lugar de felicidad habláramos de paz?…

– Eso sí que tiene más sentido para mí. No hubiera podido aguantar una vida convulsa. Pero, es verdad, hay momentos de felicidad, o de paz, que en mi caso tienen que ver por una parte con los afectos y por la otra con las aficiones, entre estas la música, que para mí es un fenómeno total. Cuando mi mujer me pregunta: ¿en qué estás pensando?… En notas; en todo momento tengo notas en la cabeza. Siempre tengo una musiquilla. Es un fenómeno envolvente.

Y que te hace estar por completo ahí, presente.

– Anclado. En ese momento parece que sobra todo lo demás.

Y ahora, a tus 72 años, tu dedicación a la música es más constante que antes.

– Sí, me entretiene y me mantiene. Toco el piano y hago más canciones que nunca. Algunas saldrán a la luz y otras no. Diré además que mi actividad musical me ha dado ocasión de hacer y cultivar excelentes amistades, de las que he disfrutado y disfruto mucho.

¿Temes a algo?…

– Sí, me asusta la vejez; estoy muy bien, pero temo a la torpeza, los olvidos, los achaques. No entiendo ese afán de la humanidad de prolongar la vida. Lo detesto. Continuamente sube la esperanza de vida. Me parece una locura. Vale la pena vivir en todo caso, pero, ya digo, no me gustaría llegar a viejo. También me parece un disparate vivir una vida que no merece la pena ser vivida. Hay sufrimientos y sufrimientos.

– ¿Te arrepientes de algo?…

– No, y espero que se me entienda, no creo haberlo hecho todo bien, pero sí que he procurado hacerlo bien. Luego resulta que tienes más información y, sabiendo lo que luego sabes, tal vez lo habrías hecho de otra manera, pero, puesto en aquella tesitura, volvería a hacer lo mismo.

¿Qué te gustaría transmitir a otros?

– No he hecho grandes cosas. No soy un “gran hombre”, no tengo mucho que transmitir. Tal vez unas cuantas canciones escritas en un momento difícil de nuestro país, pero sí les diría que lo importante es escuchar, dejar hablar, saber ponerse en la piel de la otra persona. Todo pasa por la escucha, por estar abierto, por intentar captar.

¿Eres de los que la gente se acerca para que le escuchen?…

– Me ha ocurrido en ocasiones, con problemas de convivencia o disputas de un tipo u otro, y te diré algo que he aprendido: hay situaciones que a lo mejor no conviene arreglar. Me ha ocurrido con situaciones de pareja, y también de otro tipo de enfrentamientos: a veces metes la pata queriéndolo arreglar. No merecía la pena. Hay ocasiones en las que hay que cortar. A todo el mundo le puede ir bien de otra manera.

¿Cómo ha sido tu relación con el público?… Algo me dice que eres un gran tímido.

– Al principio tenía que vencerme mucho; no conseguía estar cómodo. Y estando en escena, con Xabier Lete, que es con quien más he colaborado, me sentía muy bien en el papel de quien está detrás. La persona visible era Lete. Yo le daba la seguridad de quien no va a fallar. Ya con los años me encuentro más cómodo. Ya no me pregunto cuando voy a dar un concierto “para qué me habré metido yo en esto”. También es cierto que vas mucho más preparado, y la preparación es el antídoto contra la timidez. La seguridad es parte de la profesionalidad.

– ¿Y la motivación para cantar?…

– Ha cambiado con el tiempo. Con «Larogeitamazazpi» pretendí cerrar lo que había hecho hasta ese momento. Volqué todo. Me quedé a cero porque creí que no haría más cosas: me equivoqué una vez más. Desde entonces he publicado un CD, un DVD, y hay algo en camino. Ahora lo hago por satisfacción personal, por el gusto de hacer lo que me gusta. Estoy satisfecho de haber contribuido con algunas canciones en euskera, y sobre todo de haber difundido la obra y la personalidad de “Lauxeta”, del que me interesó esa doble faceta tradicional y modernista. Aunque no sé si con mis canciones ocurrirá lo que decía Xabier Lete.

¿Qué decía Lete?…

– Que al morir alguien le preguntaría: ¿y tú quién eres?… A lo que Lete contestaría: el autor de “Xalbadoren heriotzean”. Entonces ese alguien le respondería: está bien, pasa. Estaba extrañado del éxito de esa canción. Hoy ya no tengo angustia alguna con respecto al éxito. Me encanta que a alguien le gusten mis canciones, pero cuando no es así relativizo. No se va a caer el mundo. Las cosas tienen la importancia que tienen.

– Te acuerdas de Lete…

– Todavía me emociono al recordarlo y lo sigo admirando. Era una cabeza privilegiada, de ideas claras: “No quisiera repicar a muerto por un viejo pueblo; es absurdo vivir a impulsos del corazón”, dice en algún verso. Me llamó la atención su evolución final con respecto a la religión.

¿El arte en sí mismo es suficiente para sobrevivir, y no hablo desde el punto de vista económico, sino personal, vital?…

– El arte por sí mismo no es suficiente. No lo es si por otra parte hay desgracias de otro tipo, como la soledad o la miseria. No es casualidad que haya una determinada frecuencia, bastante alta, de suicidios entre artistas. Por otra parte, entre algunos hay mucho ego, aunque mi padre solía decir que había observado más ego entre pintores que entre escritores.

¿Cómo creas una canción?…

– Necesito un punto de partida. A veces pueden ser tan solo dos notas. Si llegas a hilvanar una frase musical, que puede ser de ocho a diez segundos, la canción está hecha. El resto es oficio. También las letras sugieren un estilo de música. En ocasiones he compuesto una música y le he dicho a quien escribe la letra que se adapte a esa música.

¿Cómo llegan esas dos notas?…

– A veces te vienen en la cama: o lo apuntas o lo has perdido. Pero últimamente ya no me levanto.

Una vida.

– Nacido en Donostia, en el año 1943.

– Estudia en la ESTE, Universidad de Deusto, y se inicia en el piano a los seis años.

– Empieza a cantar a los 25. Hasta el momento ha editado trece discos.

– Su mujer le dijo que si ella aprendía euskera él debía terminar la carrera de piano. Y así lo hicieron, una y otro. Luego finalizó armonía completa y cinco cursos de composición con Escudero, del que guarda un recuerdo entrañable.

– Estima la música de George Brassens, por su estilo y por considerar que se trata de una filosofía de vida volcada en sus canciones.

– Lector asiduo. Admira y colabora con Andu lertxundi y se le ponen los pelos de punta al leer la represión franquista en Navarra de la mano de los recientes libros de Miguel Sanchez Ostiz.

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