Mertxe de Renobales Scheifler: ¿Qué es la ciencia sin el bienestar de las personas?
Publicado por Eugenio Ibarzabal el 17 Ene 2016, en Sin categoría
Habla despacio, pensando cada palabra que pronuncia, de tal modo que hace parecer a su interlocutor que no pierde nunca la calma, aunque, si se observa bien, Mertxe, entre leve sonrisa y puntual sonrojo, demuestra que, tras la investigadora de procedimientos bien establecidos, existe una mujer apasionada, de humanidad profunda. Tal vez esa calma sea el resultado de un autocontrol obligado por una cierta timidez, no exenta de seguridad en lo que dice y hace. El trabajo científico ha terminado, creo, por moldear su carácter. Acaba de jubilarse en la Universidad.
— Hay quienes dicen que los que han vivido muchos años fuera y luego vuelven no terminan de adecuarse al nuevo escenario.
– Cada lugar tiene cosas positivas y negativas. El bacalao se prepara de distintas maneras. Llegué a san Francisco a los 26. Luego hice el doctorado, me casé, investigué y fui profesora en Reno. Allí nació también nuestro hijo. Y esto me ha hecho recordar que he sido inmigrante, que me recibieron muy bien, y que los que llegan ahora tienen las mismas ansias de trabajar y avanzar que tenía yo en aquella edad.
– Y de allí también la aproximación científica.
– Sí. Una manera determinada de enfocar la realidad. A tener en cuenta que hay distintos puntos de enfoque de lo mismo, que los enfoques pueden confluir, que no hay una objetividad de los datos al cien por cien, que los datos deben ser contrastables, y que las conclusiones, a la larga, se pueden modificar.
– No existe, pues, la seguridad de lo que “la ciencia ha dicho”…
– No. Es también lo del color de las gafas con las que se mira, y hay que tener cuidado con el color de las propias. Luego están las circunstancias de las personas y la voluntad de ver desde otros ángulos. Existen diferentes posibilidades de observar lo mismo, y lo importante es darse cuenta de ello.
– En definitiva, que la ciencia le hace a uno ser más tolerante.
– Es mucho más que ser tolerante; te hace cuestionar lo que has pensado y “se ha hecho toda la vida”, y observar que algo ha cambiado, por la razón que fuere. Los resultados de las pruebas pueden ser diferentes. Se parte de una hipótesis, que se pone a prueba, y se trata de demostrar que es cierto o no. En caso de que no sea cierta, modificas la hipótesis.
– ¿Crees en la intuición?
– Sí, pero no como un bombazo, sino como un análisis inicial y rápido, no consciente, de los datos con los que cuentas. Eso sí, que has de poner luego a prueba.
– Se parte, pues, de algo, de una visión, que luego se pone a prueba. Esa hipótesis existiría incluso antes de ser probada.
– De vez en cuando existe eso que dices. Pero el descubrimiento también te viene, por ejemplo, a través de un encargo, en el que se trata de encontrar una solución al problema que te plantean. Entonces comienzas por echar mano de la bibliografía.
– Suena a humildad, a formar parte de un eslabón de la cadena de los descubrimientos. No estaría mal en política partir siempre de datos, de buenas experiencias en otros lugares, encajen con tu ideología o no.
– En ciencia partes siempre de la experiencia, de lo que hay, de lo que otros han estudiado. Planteas una nueva hipótesis y la pones a prueba.
– “Ni la contradicción es indicio de falsedad, ni la no contradicción lo es de la verdad”, dijo Pascal. Y, sin embargo, lo que se estila es ser claro; lo que no es rotundo y claro, no tiene futuro. Hoy no parece haber lugar para el matiz.
– La realidad es compleja. Por eso nos cuesta tanto divulgar ciencia, porque no hacemos frases tajantes, y perdemos al personal buscando analogías que enganchen todos los aspectos que expliquen lo que tratas de contar.
– ¿Crees que la aproximación científica podría también valer para la política?
– Debiera valer para todo. La aproximación científica implica que las decisiones deben estar basadas en datos contrastables, o lo más rigurosos posibles, y de orígenes diferentes. Y al final, al tomar una decisión, hay que sopesarlos todos, porque la persona es única y las situaciones son muy complejas.
– Pero a veces no tenemos ni tiempo ni datos. Hay que tomar una decisión sobre la marcha.
– No puedes rebobinar ni en política ni en la vida. En la ciencia, por el contrario, hay posibilidad de repetir pruebas si es necesario. Es como si trabajaras con una cierta red. En la vida no hay red. En nuestro caso, sin embargo, existen los plazos de los proyectos que hay que cumplir.
– Al final, ¿qué es lo verdaderamente importante?
– Las personas. Y que cuando a la noche apagas la luz y te quedas sola contigo misma pienses que has tratado de actuar honestamente, según tu conciencia. Pararte a analizar y pensar que, en el fondo, tu trabajo ha servido para contribuir al bienestar de otros. ¿Qué es la ciencia sin las personas, sin una vida razonable para ellas?
– Científica y creyente. ¿La ciencia te ha hecho cuestionar tus creencias religiosas?…
– Sí. Desechas mitos, racionalizas. Agradecí mucho el libro sobre Jesús de Pagola, porque me dio una aproximación diferente. Me quedo con el Evangelio; lo entiendo como un mensaje de liberación de todo tipo de estructuras opresoras, económicas y sociales, pero también religiosas y prejuicios personales, con lo que ello significa en el día a día. Del resto no hago problema.
– La ciencia puede ayudar a la religión, ¿puede la religión ayudar a la ciencia?
– Puede humanizar la ciencia. Se trata de buscar los conocimientos científicos no tanto por sí mismos, que también, sino para que valgan para que las personas estén mejor. Para una mayoría de las personas. Podría dar un sentido al descubrimiento científico.
– ¿Qué es lo que has aprendido con la edad?
– Que equivocarse es lo más fácil, que no quedan muchos años y que hay que priorizar. Más calma. Una actitud proactiva y honesta: aceptar lo que venga, aprender a conllevarlo, tratar de disfrutarlo, no amargarse y buscar los aspectos positivos, que los hay siempre. Que la diversidad de personas, culturas, situaciones, hace la vida interesante y la enriquece.
– Una amiga me digo: “nunca pasa nada, y cuando pasa, ya no importa”.
– Le añadiría: y sacar al menos una conclusión.
– ¿Te arrepientes de algo?…
– Sí, de todas las veces que, por mil razones diferentes, he hecho daño a otros. Resumiendo, me he dado cuenta un poco tarde de la importancia que tiene en la vida, para cada persona, contribuir al bienestar de los otros en la medida de lo posible.
– ¿Fue Marie Curie un modelo para ti?
– Siempre me he visto como una persona de una inteligencia normal y, admirándola mucho, me he sentido lejana a fueras de serie como ella. He tenido la suerte de conocer a mujeres científicas más “de a pie” que han combinado la profesión con otras dimensiones de la vida. Me he sentido más cerca de ellas porque he querido también dedicar tiempo a otras cosas.
– Defiendes los alimentos transgénicos.
– Sí. Es una tecnología importante, polémica, para mejorar las plantas que comemos. Han contribuido positivamente al bienestar de muchas personas en distintos lugares. Desde el punto de vista científico, está demostrado que los autorizados no tienen problemas para la salud, su impacto en el medio ambiente es en general positivo, sin presentar problemas diferentes a los no transgénicos. Pero los prejuicios ideológicos de unos y otros grupos son muy fuertes.
Una vida.
– Un origen: Bilbao, residente en Vitoria Gasteiz, una ciudad que califica como muy agradable para vivir.
– Estudios: Doctorado en Bioquímica, Universidad de Nevada, Reno, 1979.
– Trabajo: Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular, UPV/EHU (Facultad de Farmacia). 1990.
– Recuerdo de América: el descubrimiento de la naturaleza del Oeste americano, el desierto de Nevada, con su marido, así como la apertura de mente de las personas.
– Un libro: “El Hambre”, de Martín Caparrós.
– Dedicación actual: Voluntariado. “Berakah”, de las parroquias del Casco Viejo de Vitoria. Pobreza alimentaria y desperdicio de alimentos. Divulgación científica para los mayores.