Eugenio Ibarzabal

COMUNIDADES AMABLES.

Publicado por el 04 Ene 2025, en Sin categoría

No sé si a otros les sucederá lo mismo, pero lo cierto es que, cuando accedo a las noticias del día, me asaltan, al menos, dos sensaciones. La primera es: ¿Cuándo va a estallar todo esto?; y la segunda podría formularse más o menos de este modo: ¿Cómo es que hay voceros y columnistas que, dada la situación, insisten todavía en sacar lo más miserable de cada uno de nosotros, dejando las cosas un poco peor de lo que ya estaban?

Hay también una tercera: en un mundo en el que gente enloquecida parece estar al mando del barco, ¿Qué podemos hacer los que, en apariencia, no podemos hacer nada?
¿No hay otra alternativa que impermeabilizarse, hacer como si nada sucediera y seguir? Si a algo le tengo verdadero pánico es a convertirme en un cínico, y noto la tentación cada día más cerca. Cabe, sin duda, la alternativa de culpar a terceros, principalmente autoridades, pero cuando espero en la parada del autobús y escucho, advierto casi siempre la misma conversación: “¡cómo es la gente!”, tercera persona del singular, es decir, no yo sino el resto. Quien dijo aquello de “¡Es la economía, estúpido!”, hoy bien podría decir: “¡Es la gente, memo!”.
Quizá haya llegado el momento de hacer realidad aquella volteriana idea de “cultivar nuestro propio jardín”. ¿Qué puede significar eso, aquí y ahora? Siempre me ha gustado ese pensamiento de focalizar en lo que se puede hacer, olvidar lo que no depende de nosotros y aprender a distinguir lo que se puede de lo que no. Una enfermera amiga me habló en su momento de “trabajar siempre en tu metro y medio”. Me encantó.


Cada cual conoce su situación y su margen, pero lo cierto es que este pensamiento nos dirige a otro: ¿Qué tenemos pendiente y qué depende de nosotros para poder así mejorarlo?
Bien podemos hacer de nuestro entorno habitual una comunidad más amable. Lo digo por la experiencia de participar en una de esas comunidades, que no es obra mía, con la que me encontré por casualidad y con la que colaboro gustosamente. Todos sabemos de algunas. Son lugares a los que te gusta ir y de los que quieres formar parte, a diferencia de otros que no quieres verlos ni en pintura. Islotes excepcionales en un mundo áspero y desagradable.
Si me considero una persona afortunada, es, entre otras razones, por pertenecer a esa comunidad, que ya lo era antes de entrar yo y que me ha enseñado el camino a seguir. ¡He aprendido tanto!..
¿En qué se distingue una comunidad amable? En primer lugar, por acoger bien a los que llegan. La acogida es fundamental en una organización: hay lugares en los que se invierte en acogida, mientras que, en otros, al llegar, simplemente te señalan un despacho y has de buscarte la vida como puedes.
Hay comunidades en los que, en cuanto advierten que te sucede algo, y no precisamente bueno, sientes complicidad, a la vez que respeto. En unos ambientes escuchan y en otros no. Y en los que escuchan, no responden de inmediato, sino que piensan en lo que has dicho y, al tiempo, se acercan y te hablan.
Una comunidad amable es aquella en la que fluye la información que necesitas para hacer bien las cosas. Buena parte de los problemas surgen de malentendidos: ¡el tiempo y los disgustos que sufrimos para luego desenredarlos, si es que alguna vez conseguimos hacerlo!…
Es también básico vivir y trabajar en un lugar seguro.
¿Y qué decir de las ventajas del orden, de que cada cosa esté en su sitio y que en cada sitio se pueda encontrar, a todo momento, lo que necesitas?
Un lugar en el que cada cual hace lo que le toca, le guste o no.


Sí, ya sé que podría haber otras características de una comunidad amable, pero ¿se imaginan vivir y trabajar en un lugar así? ¿De quién depende? ¿De otros? ¿No haríamos de este modo un mundo algo mejor, más habitable, protegido y seguro? Pase lo que pase fuera. Si hoy hay un valor que funciona, ese es el de la confianza.
¿Se imaginan un territorio plagado de señales que indiquen: ”Comunidad amable”, como si pudiéramos de este modo evitar los charcos y apoyarnos en lugares confiables? ¿Cabría certificación más práctica?
Alguien pensará que, como estamos en Navidad, es fácil hablar así y toca decir lo que digo. Vale. Más allá de reconocer que me gustan la Navidad y sus valores, lo cierto es exactamente lo contrario: me ha costado escribir el artículo porque, a cada paso, advertía las sonrisas condescendientes de algunos lectores y los calificativos de ingenuo que me estarían dirigiendo.
Sin embargo, creo que es así, y que lo poco puede ser mucho. Notaba que tiene sentido más que nunca aquello de “sí se puede”.
Y que se trata de hacer tan solo lo posible, pero, eso sí, todo lo posible.

Comentarios

  • Idoia EStornés

    Si no tenemos la comunidad amable a bordo, es decir, in pectore, es poco probable que descubramos las otras, no las podemos ver Euge. La constante pregunta que brota en mi cuando oigo tanta bronca y salidas de tiesto no sé si es « lo haría yo mejor »? pero es conveniente formulársela a una misma/o por defecto, de forma mecánica. Hay demasiado ángel caído mirando al cielo, bramando aquello de « pío ve, goberno latro ». Sin caer en la Candidez conviene hacerse esa pregunta e invitar al tendido a que se la haga. Eso sí, sujetando bien los cordones de la bolsa…, je. Tenerifetik humore onze, besarkada

  • Luis Mendizabal

    Pues totalmente de acuerdo con lo que escribe Eugenio y también con Idoia. Creo que ambas reflexiones son complementarias.
    Por experiencia propia, comparto el interés – o la aportación que recibo – de pertenecer a una comunidad amable, la asociación de vecinos de mi barrio. Alguien podrá extrañarse pero hay colectivos en los que se juntan personas guiadas por un interés o visión colectiva de una comunidad formada a su vez, en su inmensa mayoría, por personas que se caracterizan por su individualismo, por no decir egoísmo.
    Una reflexión inevitable es pensar que la sociedad es cada vez menos solidaria y más individualista. No es bueno generalizar pero así lo parece y los más mayores comentamos con frecuencia este cambio de valores frente a épocas anteriores como la de nuestra generación, formada en contextos políticos muy diferentes. También alguna vez me he encontrado con personas mucho más jóvenes que se extrañan de ese espíritu colectivo o solidario de la generación anterior y es entonces cuando esa opinión o reflexión resulta más creíble.
    No sé si es un mérito nuestro o, simplemente, un dato de cómo va cambiando el mundo …


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