Eugenio Ibarzabal

TARDE, TRISTE Y MAL. Diario de Octubre.

Publicado por el 03 Nov 2015, en Sin categoría

Todos nos hemos encontrado en la vida con el dilema de anticiparse o esperar. Existe sabiduría popular que abona la bondad de ambas decisiones: hay refranes para todo. También podemos observar que nos equivocamos bien por una razón o bien por la otra.
A posteriori todo se ve muy claro; lo difícil es verlo en el momento. Se dice que en política suele haber mucho estratega que conspira y mueve peones desde despachos lejanos. No es esa mi experiencia, que se acerca más a la toma de decisiones en función de lo que hacen los demás. Hay pocos secretos en la vida política; lo que hay son muchos chismes y poca decisión.

Y cuando todo estalla, surge la pregunta: ¿no podíamos haberlo evitado?… E, incluso, alguno de los más lúcidos, que los hay, se preguntan: ¿qué tendríamos que hacer hoy para evitar que se vaya a repetir mañana?…

Memoria de Cataluña.

En cierta ocasión Xabier Lete y yo nos trasladamos a Barcelona para entrevistar a un conocido líder catalán. Teníamos algo en común: pasión por Cataluña, por su cultura pactista, moderada y unitaria. El entrevistado se sintió cómodo, de modo que fue él quien nos tuvo que advertir de la hora y de su preocupación en aras de que no perdiéramos el tren que, relativamente cerca, nos esperaba para devolvernos a San Sebastián. Salimos corriendo y casi llegamos a caer en manos de la Policía Armada de entonces; era la víspera del Primero de Mayo de 1976.

En un momento de la entrevista, nos pidió apagar el grabador para hacernos la siguiente confesión:
– Esto no lo deben publicar, pero les confesaré que Macia y Companys eran impresentables. Solo su terrible final y muerte cambió nuestra percepción posterior hacia Companys.
No daré su nombre cuarenta años después. Esa noche Lete y yo, de vuelta a casa en el coche-cama de entonces, sin decirnos nada, nos miramos y creímos entenderlo todo.

Malos y buenos recuerdos.

Se trataba de un ejemplo de lo que no había que volver a hacer. Un mal recuerdo, muy al contrario del que nosotros teníamos de Agirre y su Gobierno. Así entendí luego la actuación de Tarradellas, aunque en este caso había que incluir también cantidades ingentes de ego. Posteriormente me introduje en la vida de Gaudí, y pude entender su evolución ideológica, que tuvo como raíz los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona. La historia política de la primera mitad del siglo XX de los catalanes es una historia de violencia, de lucha fratricida y de fracaso político. “Homenaje a Cataluña”, de Orwell, es un libro inmejorable para conocer aquella etapa y observar que, al contrario de lo que ocurría en Euskadi, en Cataluña no había entonces gobierno real alguno.

Ahora entendía muy bien el porqué de su vocación pactista y moderada. Precisamente por eso, el nacionalismo catalán no quería, a pesar de sus evidentes simpatías, saber nada del nacionalismo vasco. A los vascos nos ha ocurrido exactamente lo contrario. Las guerras carlistas del XIX habían dejado entre nosotros tan mal recuerdo, que condicionaron toda la trayectoria política posterior. Y este recuerdo se mantuvo en nuestro País hasta los años sesenta y setenta, donde se produjo la ruptura que todos conocemos.
¿Cómo es que el nacionalismo catalán abandona ahora su línea anterior y se lanza a desarrollar hoy un proyecto republicano de desconexión de España?…

Cuando escucho a la CUP me viene a la memoria el POUM, Estat Catalá y la izquierda radical de la etapa republicana, y pienso en la reacción de muchos nacionalistas catalanes ante una alternativa que parece poner en juego las bases mismas de lo que ha sido el progreso económico de Cataluña. ¿Cuál será su reacción final?…. ¿Por qué lado se decantarán: por continuar con el proceso independentista o por descabalgarse de él?… Esa es para mí la clave fundamental del inmediato futuro.

Un vacío pronto a ser ocupado.

Hecho mano de la moviola. Primero fue un Estatuto que quedó en agua de borrajas, luego la solicitud de un Concierto Económico; más tarde Mas se presentó ante Rajoy con unas demandas concretas; de allí se pasó al debate sobre la educación en castellano en las escuelas para las familias que lo desearan; se produce un salto con la solicitud de una consulta y el derecho a decidir, para finalizar en unas elecciones en las que se proclama la Declaración Unilateral de Independencia. Hace unos días, la propuesta de desconexión. Todo ello en el marco de manifestaciones multitudinarias y pacíficas.

Y ante todo ello Rajoy no ha ofrecido nada que no sea el “calla y sigue pagando”. Esperar y ver, generando un vacío que no ha hecho sino crecer, y en el que los sectores más radicales, unos y otros, aprovechándose del escándalo del 3%, han acampado sin problema alguno.
De manual.

Rajoy ha esperado pensando en que “ya se cansarán”; los otros se han adelantado sabiendo que le obligan a introducirse en “un berenjenal sin salida buena alguna”. Unos y otros han cargado contra el mundo moderado que, en el fondo, trató de buscar, lo reconozca o no, otra solución.

No tengo duda alguna de lo que quiere la CUP y de lo que, en el fondo, desea el sector más oscuro del nacionalismo español. Pero, más allá de réditos electorales, ¿era éste el escenario que pretendían lograr Rajoy y el PP?…
Me llama la atención la actuación del nuevo Rey. Todas sus intervenciones han constituido siempre críticas hacia los mismos. Esta semana en Bilbao perdió también la oportunidad de reconocer la gravedad de los retos que estamos sufriendo, léase por ejemplo el Concierto. Supongo que le han dicho que, en aras de salvar su imagen, es también mejor callar y esperar. ¿A quién y para qué nos sirve?…

Tras el Sínodo.

He pasado Octubre viajando y trabajando con órdenes religiosas. No se visibiliza la importancia de tantas y tantas mujeres, religiosas y laicas, sin las cuales la vida de muchas parroquias no tendría viabilidad en el mundo actual. No se entiende la crisis religiosa sin la constatación del paso atrás que ha dado la mujer, que ha sido hasta ahora el eslabón fundamental de la cadena de transmisión. Algo se quebró en un momento; sin embargo, algunos continúan sin verlo. Decidieron esperar, no se sabe muy bien a qué.

Por si teníamos dudas sobre las conclusiones del Sínodo, Munilla ha venido a aclararlas. Son sus tesis, afirma, las que han prevalecido. Además, añade, no podía ser de otro modo. Entonces, ¿para qué se han reunido?… ¿por qué se han generado determinadas expectativas?… Si todo estaba tan claro y tan bien, y no hay margen de maniobra alguno para cambiar, ¿a qué viene la discusión?, ¿cómo es que ha habido en su seno voces discrepantes, luego desautorizadas, entre ellas las del propio Francisco?…

Se propone un “acompañamiento”. ¿A fin de lograr qué, si todo está claro y bien?… ¿Es que ahora no existía?… Divorciados y homosexuales creyentes seguirán caminando solos, o mejor, a solas con su propia conciencia. Aunque no es verdad del todo: sé que encontrarán religiosos y laicos con los que compartir vida, sufrimientos y aspiraciones comunes. Esa es al menos mi esperanza y mi experiencia.

Munilla me recuerda a Rajoy: la letra dice lo que dice, afirman ambos; no hay más que aplicarla… ¿Quién soy yo?, dicen, para remover. Si fuera así de fácil solo necesitaríamos jueces, abogados y policías. El resto sobraría, incluidas autoridades políticas y eclesiásticas.

La realidad es que están llenos de miedo. Hacen lo que les gusta, no lo que les toca. Y como seguimos igual, tan solo sucederá lo mismo. Tarde, triste y mal. Algún día, dentro de un tiempo, dirán que erraron, e incluso algunos pedirán perdón. Confío en que, entretanto, solo sea tiempo, y no vidas, lo que hayamos podido perder.

Hoy más que nunca hay que recordar, a unos y a otros, que el sábado se hizo para el hombre y no al contrario. Y eso fue dicho, recogido y debería también ser respetado.
Solo tengo preguntas: ¿qué debimos haber hecho para evitarlo?… ¿cuál es la lección?… ¿por qué en otros lugares hay acuerdo y aquí no?…

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