Eugenio Ibarzabal

Mis programas favoritos

Publicado por el 18 Ago 2012, en Sin categoría

Si tuviera que identificar tres de mis programas favoritos, serían estos dos: “Grand Designs”, “Restoration Man”. Los dos son de un signo parecido.

En “Grand Designs” la televisión va grabando, durante todo el período de construcción, a alguien que ha decidido hacer su propia casa, con un diseño siempre muy personal y/o con un interior muy específico, normalmente vinculado con el cuidado ecológico. No tiene nada que ver con casas de ricos, ni casas inmensas, ni dotadas de una decoración interior exquisita. Nada de eso. Son gente que tiene una idea de casa para vivir, que se convierte en la máxima ilusión de su vida, incluso en auténtica obsesión, que le apetece hacerla ella misma, con la ayuda de los profesionales imprescindibles, que muchas veces no sabe nada de construcción, y que es capaz de endeudarse hasta las cejas y poner en peligro hasta la economía familiar. Pero es su ilusión en la vida. Su pasión. Otros tienen la de escribir un libro, tener su propio negocio, explorar y viajar por nuevas rutas, escalar montes, cuidar personas o hacer realidad un proyecto político. Muchos objetivos diferentes. En este caso, se trata de hacer su propia casa y a su modo.

El presentador, Kevin McCloud, un enamorado del proyecto además de ser un gran profesional, sigue al protagonista a través de toda la aventura. Y se ve sufrir a la gente. De verdad. En muchos momentos las dificultades económicas parece que van hacer descarrilar el proyecto. Se producen problemas de salud. La familia mientras tanto puede estar viviendo en una caravana, en el terreno en el que se está construyendo la casa. Pasan los meses. No es lo mismo construir con buen tiempo que en pleno invierno. Hay que pagar a los profesionales. Los problemas técnicos los desbordan; en ocasiones hay técnicos que ayudan, otras veces no. En ocasiones construyen la casa en su propio país y dominan su cultura y su lengua; pero otras veces la levantan en el extranjero con todos los problemas correspondientes.

“Restoration man” es un programa parecido, solo que esta vez se trata de restaurar alguna auténtica ruina. Puede ser un antiguo castillo, una escuela, una torre, una estación de ferrocarril o lo que sea. Y a partir de ahí, construir un lugar para vivir. Normalmente va acompañada de la historia del edificio que se pretende restaurar. El presentador es George Clarke, otro gran profesional. La historia es muy parecida al programa anterior. En ocasiones lo consiguen y en otras no. En muchas ocasiones los protagonistas se lanzan a la aventura sin conocimientos de construcción de una casa y con una edad en la que otros quieren disfrutar del retiro… ¿Por qué me gustan tanto estos programas?… Porque construir una casa es como una metáfora de la vida; se trata de hacer realidad tu proyecto personal, y para ello tienes que pasar por lo que todos pasamos en la vida cuando queremos hacer algo propio: incomprensión de otros cuando no desprecio, falta de recursos, momentos en los que pareces hundirte cuando no la desesperación total, calor y frío, soledad, problemas de salud, engaños de los más cercanos, desconocimiento técnico y falta de experiencia, la burocracia de la administración y de los funcionarios.

Pero también está el placer de diseñar la casa, de trabajar, de estar sanamente ocupado, de hacer algo tuyo, de vivir con intensidad, de conocerte a ti mismo, de saber donde están tus capacidades y dónde no, de rodearte de la gente buena, de aprender, de simplificar e ir a lo fundamental, así como de adecuarte a la realidad de la vida y de disfrutar. Hay quien le va hacer su casa, pero en lugar de casa, uno puede estar pensando en un libro, en un jardín, en una empresa, en una familia, en una investigación, en una pareja, en un proyecto de ayuda o en un proyecto político. Da igual, siempre se encontrará con las mismas cosas. Por eso estos programas son de tanta actualidad. He tratado de hablar más de una vez con alguna productora de televisión al objeto de hacer algo en alguna cadena en España, pero siempre me he encontrado con un no.

Seré yo el rarito, que lo soy y a mucha honra.

 

También he visto un programa sobre los gravísimos incidentes del año pasado por estas fechas. Escribí entonces sobre ello (ver blog). En España los medios los trataron como la expresión de las enormes desigualdades que existían en Gran Bretaña, y eso lo dicen en un país como España donde la cifra de paro es el 25% contra otro como Gran Bretaña en el que la cifra de paro es el 8%. ¿Dónde existe mayor desigualdad?…¿Quién tiene que enseñar a quién?… Pero sigamos con los incidentes. Hoy se sabe mucho más, naturalmente. The Guardian y London School of Economics hicieron una investigación, entrevistando a muchos de los que participaron en las protestas y saqueos. Aunque los textos son exactos, los protagonistas han sido sustituidos por actores.

El programa, precisamente por ello, resulta un poco forzado. Pero es igual. Obtengo tres consecuencias:

  • Odio a la policía
  • Sensación de ser el poder en la calle por primera vez en la vida
  • Vergüenza por las barbaridades cometidas contra las pequeñas tiendas asaltadas

Me acordé de algo que solía decir Koldo Mitxelena de los anarquistas: “tomados uno a uno son encantadores, pero cuando van un tropel son peligrosísimos”. Esto lo decía a propósito de las escenas que él mismo había visto en Rentería, en vísperas del 18 de Julio de 1936. Creo que lo mismo que de los anarquistas se puede decir de las personas en general, de la naturaleza humana. Esa es también mi experiencia. Hace un año se produjo la mejor demostración de todo ello en Inglaterra a partir de la muerte de un hombre, Mark Duggan, de manera aún no clarificada, a manos de la policía. Lo que vino luego es conocido, pero no deja de ser inexplicable e injustificable. Alguien lo ha calificado como de un mal sueño.

Pero ahora vienen las consecuencias. 1968 personas han resultado condenadas. Les resultará casi imposible encontrar trabajo en los años venideros.¿Qué será de sus vidas?…. Cabe imaginar lo peor, para todos. En todo caso, ¿por qué somos tan dados a justificar lo injustificable?…

Veo “The Best man” y me emociono. Es la historia del Dr. Ludwig Guttman, un judío alemán refugiado en Gran Bretaña poco antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial. Se trata de un especialista en columnas vertebrales, que empieza a trabajar con los soldados británicos que vuelven paralíticos de la guerra. Cuando llegaban al hospital, no se les hacía otra cosa que dar morfina y esperar a que murieran. Pero Guttman, un hombre con dificultades para expresarse en inglés y despreciado como alemán por sus colegas británicos a pesar de ser un perseguido, se anima a cambiar las reglas y el tratamiento. Tras un cúmulo de dificultades, consigue que sus pacientes, lejos de pedir que los maten, como hacían al principio todos los que llegaban allí y descubrían la gravedad de su lesión, terminen organizando lo que muchos años más tarde serán los Juegos Paraolímpicos. Una batalla contra el sistema, contra la incomprensión y contra el “aquí siempre se han hecho así las cosas”. Recuerda un poco a Patch Adams, una película que si alguien no la ha visto se la recomiendo vivamente.

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