Eugenio Ibarzabal

Iñaki Rekarte

Publicado por el 16 Ago 2015, en Sin categoría

He leído en siete horas la vida de Iñaki Rekarte: “Lo difícil es perdonarse a uno mismo”. Reconozco mis prejuicios iniciales. He sufrido al leer: su historia me ha hecho recordar y confirmar la estupidez, la falta de responsabilidad y la crueldad de las personas. Ver delante de ti una historia de sufrimiento tan grande y tan estéril es verdaderamente dramático. Hay muchos momentos en los que te sale gritar al protagonista: “para ya, déjalo, salte de ahí, ¿no ves dónde va a acabar todo lo que estás haciendo?”… En ocasiones me recordaba a una novela de Patricia Highsmith. El cuadro del sufrimiento es además completo, porque la descripción de los interrogatorios y la tortura en comisaría son verdaderamente desgarradoras.

Años denunciando y prediciendo inútilmente lo que, finalmente, ha terminado por cumplirse. Verlo reflejado de manera tan clara y rotunda ha despertado en mí esa amarga sensación de que, en ocasiones, no hay nada que hacer, no queremos escuchar ni aprender y no hacemos sino repetir, generación tras generación, los errores cometidos con anterioridad. Ha habido momentos en que mi rabia era tal que he estado a punto de abandonar la lectura y tirar el libro.

Y sin embargo…

Tengo que reconocer que he terminado con una agradable sensación de paz, pues el libro, a pesar de lo anterior, contempla también una historia final hermosa: hay también luz y esperanza, incluso caminando en la más completa oscuridad. Lo bueno puede también cambiar vidas, incluida la peor.

Escribí en Mayo la historia de Damian Boudreau, un joven canadiense convertido al Islam y muerto luego en Siria. Me llegaban ecos, decía entonces, de la historia de gente cercana, de nuestro país, y de los “lavados ideológicos” que han sufrido algunos chicos y chicas, ahora en prisión, mucho antes de convertirse en lo que antes no eran ni jamás soñaron llegar a ser.

La historia de Iñaki me ha recordado a la de Damian. Se trata de generaciones jóvenes cuyas motivaciones profundas se me escapan. El caldo de insensibilidad e irresponsabilidad ante la violencia que se generó en nuestro país atrajo a personas que poco o nadan tenían que ver con el nacionalismo y la izquierda tradicionales hasta ese momento, incluso en ETA. En todo caso, también esa gente merece otra oportunidad. Debemos hacer lo posible –como la madre de Damian– para que no vuelva a suceder.

El libro puede hacer mucho bien, y debería ser leído tanto por unos como por otros, pues, lejos de lo que pensaba al principio, su publicación me parece un acierto. También creo que Mónica, la mujer de Iñaki, es la verdadera protagonista, quizá la principal.

No es justa la crítica final a Amets Arzalluz por no ir a cantar a la taberna de Rekarte. Si tenemos que escuchar con respeto su historia de arrepentimiento, cuanto más la decisión final del bersolari: tiene perfecto derecho a que sus motivos sean respetados.

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