Eugenio Ibarzabal

III TALLER DE INNOVACION PERSONAL

Publicado por el 20 May 2011, en Sin categoría

Los pasados 13,14 y 15 de Mayo, se celebró en Loyola el III Taller. La evaluación nuevamente fue muy alta, (8.95), la satisfacción grande a tenor de los comentarios, y las personas que acudieron fueron finalmente veinte, que creo que es un tamaño ideal para poder trabajar.

Acudieron gentes de empresa, ejecutivos, profesionales independientes, funcionarios, médicos, profesores, personas que trabajan en el mundo social y organizaciones sin ánimo de lucro y religiosas. Una vez más, más allá de nuestro entorno, tuvimos gentes de Mallorca, Valencia y Zaragoza. En consecuencia, un poco de todo.

Algunas consideraciones personales.

– En primer lugar la heterogeneidad. Sé que, tal y como me comentó al final alguno de los asistentes, al observar la diversidad de las personas, temió por el resultado. Al final su sensación era que la heterogeneidad fue uno de los puntos fuertes del taller. Pero hay algo más: es una heterogeneidad buscada.


Al haber trabajado en tantas organizaciones, sectores y ambientes diferentes, uno ha terminado por creer que, en lo fundamental, los problemas son siempre los mismos. No porque trabajes en banca o en un colegio tus problemas en pareja o con los hijos van a ser diferentes, y no porque estés en una empresa tus problemas de relaciones con las personas son sensiblemente diferentes de los que tiene una comunidad religiosa o una ONG. Somos personas que, en el fondo, nos hacemos las mismas preguntas, que la vida nos ha llevado a un lugar u otro, y que en lo fundamental nos alegramos o sufrimos por las mismas cosas.


Me llamó la atención la distancia inicial con las religiosas y la normalidad, el cariño y la confianza de la relación entre todos al final. Se puede apreciar en la fotografía. Ya no había hábitos, sino personas, por cierto, con un gran sentido del humor.


– Como la gente que va al Taller es totalmente voluntaria y va por la razón que sea, qué duda cabe que es particularmente encantadora. El ambiente rápidamente es enriquecedor. Si bien nadie tiene la obligación de contar nada, lo cierto es que se aprecia que se trata de gente especial, interesante, y que tendría mucho que contar, tal y como se constata en el último día, el domingo por la mañana, cuando ya se han conocido y reina la normalidad y cordialidad entre todos, y más aún tras el gin-tonic del sábado por la noche.


Loyola es un punto fuerte, y al tiempo un descubrimiento. Llegan con una idea pasada de la infancia y se encuentran sencillamente con la paz. Aulas, pasillos, ventanales, corredores, jardines, lugares de encuentro y meditación, capillas y el propio castillo, todo para disfrute y uso de los que allí van. Loyola siempre es agradable, pero si hace buen tiempo, aún lo es más. El orden, la austeridad, el ritmo de trabajo, el no tener que preocuparse de nada que no sea el trabajo al que se ha venido, es finalmente un descanso. Yo mismo termino siempre muy cansado, pero en paz.
Cuanto más se sigue el método, más se aprovecha. Sé que cuesta a veces definir la preocupación, pero cuanto más se mete uno y más concreta, el resultado es mucho mejor. Si no se va a casi nada o simplemente a escuchar, puede ser más o menos agradable, pero si uno se deja llevar y confía, el provecho práctico es enorme. Cuanto más va uno hasta el final, más resultados positivos alcanza.


Es muy importante que la gente acuda con un ordenador. Facilita extraordinariamente el trabajo personal en la habitación. No es tanto para sacar notas en el aula, sino para trabajar luego.


Quiero que no sea un seminario o taller más, sino que sea diferente en todo: por el lugar, la promoción, el precio, el sentido práctico, la filosofía y la actitud. Quiero que sea un acontecimiento y un regalo para los que acuden. Mi pequeño regalo. Lo mejor que yo pueda dar, aunque sea poco, ahora que puedo hacerlo.
Las opiniones de los asistentes.

Confidencialidad. Individualidad del taller. El formato de no tener que exponer el trabajo personal. Quita tensión. No tener que contar tus problemas, que sea el ponente quien lo exponga y tu trabajas. No tienes que compartir con los demás tu preocupación. Falta de presión. Me he sentido muy relajada y en ningún momento he perdido el interés.


Confianza que se da por parte del profesor. Cercanía del ponente. Sencillez y naturalidad. Deseo de ayuda. Transparente. Es sincero. Disponibilidad. La “adaptabilidad” del ponente a las sugerencias o preguntas. La franqueza con la que habla. La buena intención que desprende. Sencillez. Claridad expositiva.

El entorno en el que se realiza el taller. Loyola. El entorno y el ambiente relajado. Entorno inmejorable. Es un privilegio desconectar del ruido, del ritmo cotidiano y dedicarse un tiempo. Organización excelente.


El hecho de que sea de forma intensa y no tres tardes entre semana; ayuda a que te metas de lleno y te mantengas así hasta el final. No es un taller “estanco”; hay opción de desarrollar, aprender, evolucionar, crecer…

Exposición de los contenidos. Los recursos para el trabajo personal. Exposición clara y con material resumen. Método. Ritmo. La metodología. Uso del ordenador. Ordenación de ideas y conceptos. Buena comprensión. Muy práctico. Lenguaje sencillo y claro de aplicación inmediata.

El tema convoca a un estilo de gente que da un plus positivo. Gente heterogénea. Relación entre asistentes y ponente. Los compañeros. El grupo de personas que conformaban el taller. Buen ambiente. Heterogeneidad del grupo. La heterogeneidad del grupo es muy enriquecedora. Experiencias compartidas.


Tema fundamental: cómo soy, qué me pasa, cómo puedo ser mejor y más feliz. Diferentes tipos de valores y cómo utilizarlos. Conocerte un poco más a ti mismo. Fórmulas para visualizar tu proyecto. Aprender a tomar decisiones en el momento adecuado. Simplicidad y practicidad.

El resultado obtenido. La idea de llevarse un documento final. El proceso-método. Es sencillo, fácil de seguir y lleva a un resultado. He hecho un Plan. La dinámica (explicación-trabajo personal) es agradable, se lleva bien. Estoy satisfecho de la hoja de ruta final que he creado. Salir con herramientas prácticas. He disfrutado mucho y me voy con el reto de hacer hábito de determinadas prácticas que he sentido como necesidad. Es una guía pero el trabajo lo realiza uno mismo.
Un gran momento para parar y reparar. Dinámica: aula + habitación. Reflexión. La manera “fácil” de entrar en uno mismo, identificar vivencias, conocerse un poco mejor. La libertad a la hora de plantear las cosas. Combina la parte teórica con el trabajo individual. Método muy trabajado y muy bien explicado. La metodología. Dinamismo. Honestidad. Directo al grano. Orientación práctica. Lo mejor eran los momentos de reflexión en la habitación. Me han ayudado a conocerme y a hurgar en mi interior. La autenticidad y la honestidad desde donde se imparte el taller: la intención, la buena intención. Flexibilidad y adaptación a los temas que surgen por parte del grupo.

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