Eugenio Ibarzabal

EL VERDADERO EFECTO GUGGENHEIM. Diario de Diciembre.

Publicado por el 31 Dic 2014, en Sin categoría

El Guggenheim es noticia con su nuevo acuerdo. Recuerdo lo que se dijo en su tiempo y lo que ha sucedido después. Comparo la soledad de sus promotores con la consideración de hoy en día. No pretendo señalar a nadie. Pero sí hacer una pregunta: ¿hemos aprendido a reconocer que podemos estar equivocados?… Ese sí que sería un verdadero “efecto Guggenheim”. ¿Qué pensarán hoy los que decidieron acabar con el ertzaina José María Agirre Larraona?… No quiero ahondar ahí, sino en la esperanza de que todos podamos asumir que nuestras ideologías nos impiden ver lo que tenemos delante. No descubrimos nada nuevo porque nuestra ideología lo cubre todo.
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Se reúnen Gobierno Vasco, asociaciones empresariales y algunos sindicatos; sus principales apuestas, dicen, son el empleo, la protección social y la conciliación. ¿Son acaso tres temas contradictorios entre sí?… ¿Están todos al mismo nivel?… Si no hay empleo no puede hablarse ni de protección social y, mucho menos, de conciliación entre la vida familiar y el empleo. La primera pregunta, pues, debería ser: ¿cómo ayudar a generar empleo aquí, por los que pueden hacerlo, y lograr así que los nuestros puedan trabajar allí donde lo deseen?…
He convivido con jóvenes españoles en Inglaterra: sé de su titulación, en qué trabajan, las habitaciones en las que viven, de qué se alimentan y lo que cobran, con condiciones laborales que son mucho peores que las ofrecidas aquí. Esa es la realidad. ¿Tenemos alternativa para eso?… Lo que merece la pena conlleva pena: ¿qué pena estamos dispuestos a asumir los demás para que cambie la situación de nuestros hijos?…
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La izquierda también tiene sus mitos. Valls y Renzi, lo mismo que ya hizo el laborismo inglés, están intentando dar un giro. No lo hacen por haberse convertido en unos aborrecibles neoliberales, ni están comprados, ni son víctimas de conspiración alguna. Simplemente, se dan cuenta de que lo dicho hasta ahora por la izquierda clásica, que es lo que algunos siguen defendiendo aquí, no funciona. ¿Se puede discutir sobre ello sin insultar?… Ahora que todo el mundo se presenta como fiel seguidor del Papa Francisco, dudo mucho verle a éste escupir expresiones como las que tenemos que escuchar día sí y día también por parte de algunos, que no hablan, sino que tan solo insultan, siempre, a los que no piensan como ellos, es decir, a todos los demás.
Los derechos que algunos defienden son, también, siento decirlo, obstáculos para contratar a jóvenes. Y no sólo a ellos. Por eso la reglamentación laboral es diferente a la de aquí en muchos países de Europa: no es el fruto de una conspiración mundial, ni de la compra de autoridades nada más llegar al poder. Es que se dieron cuenta de que así no se va a ninguna parte. En nuestro país estamos repitiendo el sistema del mayorazgo, en el que el hermano mayor se quedaba con todo –derechos adquiridos, dirían también aquellos– y al resto de hermanos solo quedaba el convento, la milicia o la emigración. Como ya casi nadie quiere ir al convento y la milicia no es mucha, solo queda la emigración. Y ese es el modelo actual: nuestra generación se lo ha zampado todo. Los jóvenes se rebelan contra el Gobierno, pero contra quien más deberían rebelarse en materia laboral es contra la generación de sus propios padres, que no soltamos nada. Puestos a repartir: ¿por qué no repartimos beneficios laborales con nuestros hijos?…
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Los ecologistas también tienen sus mitos. Uno de ellos es la lucha que mantienen contra los alimentos transgénicos. Al igual que ocurriera en anteriores ocasiones, la Autoridad de Seguridad Alimentaria Europea (EFSA) ha vuelto a rechazar la petición francesa de prohibir el maíz transgénico al carecer esta petición de base científica. En la evaluación realizada por la EFSA con base en la documentación presentada por Francia, ha declarado que ni las publicaciones científicas ni la documentación facilitada para la petición de moratoria, ha revelado nueva información sobre los riesgos para la salud animal o el medio ambiente que justifiquen la prohibición. Este debate está totalmente desvirtuado y politizado, con importantes costes derivados, en los que destacan la pérdida de producción a causa de las plagas, el bloqueo de inversión en investigación y desarrollo del sector, y la pérdida de competitividad agrícola. No existen datos científicos, tras años de investigación, que demuestren que estos alimentos presentan más riesgos que los alimentos convencionales. Pero algunos siguen diciendo las mismas cosas de antes, muy a pesar de los que presentan datos en contra –El Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts entre ellos–, a los que acusan, ya se sabe, de “estar vendidos a las multinacionales”. Mientras tanto, desgraciadamente, la agricultura ecológica sólo será accesible para los bolsillos ricos.
El debate sobre “fracking” es más reciente, y seguramente más complejo, pero algo me dice que un debate sobre sus ventajas y posibles inconvenientes podría ofrecer resultados de extraordinario interés. Supongo que, como somos políticamente correctos, se terminará en una declaración ideológica que impedirá que nos enteremos de una alternativa que está revolucionando lo que ya es un antes y un después mundial en la historia de la energía. Respeto las firmas, pero en este caso las firmas que más me interesan son las de los científicos al respecto.
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También la derecha tiene sus mitos: uno es el del respeto a la ley, por encima de todo. Pero no es verdad: hemos visto que respetan las sentencias y dejan a la justicia “hacer su trabajo” cuando sus opiniones coinciden con el dictamen final de los jueces. En caso contrario, como hemos visto recientemente, presionan y/o “no entienden la actuación de algunos jueces”. No hay Estado de Derecho cuando no hay seguridad jurídica, porque se puede dictar una cosa y la contraria en función de la ideología del juez de turno. Lo que está ocurriendo con la acumulación de penas, la dispersión de los presos y la paralización de la vía Nanclares es, digan lo que digan, injustificable. No es la ley, sino la pura venganza.
Otro acontecimiento reciente, que pone determinados mitos patas arriba, es lo que ha ocurrido con el Informe sobre las torturas de la CIA y con el revuelo producido al respecto. ¡Qué felices seríamos aquí si llegara algún día en que el Congreso español reconociera públicamente, a través de un Informe independiente, las barbaridades que se han hecho y se hacen en determinadas centros de detención y con algunos presos en plena etapa democrática!… Lo que ha ocurrido en los EE.UU. es, por mucho que algunos se rasguen las vestiduras, ejemplar, y demuestra que hay democracias que funcionan muchísimo mejor que otras.
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Todos tenemos mitos y prejuicios, y el que esto escribe tampoco está libre de ellos. Me considero un moderado, al viejo estilo de los fueristas liberales que tanto bien hicieron en la historia de este país. Pero estoy llegando a la conclusión de que la moderación tiene sus límites: algo tiene que cambiar profundamente. “Lobbys” hay de una parte y de la otra. Y en la mitad estamos la inmensa mayoría, que los padecemos a unos y a otros.
Termino con el “efecto Guggenheim”: o nos preguntamos si es posible que podamos estar equivocados y tratamos de ver, todos, de otro modo lo que tenemos delante, o la situación puede acabar mal. Este país se encoge cada día que pasa y solo estamos a asegurar lo poco que nos va quedando. Lo que poseemos ha terminado por poseernos. Somos como el agua estancada, y el agua estancada, ya se sabe, huele mal. Por eso no nos gustamos. Nos hemos dedicado a buscar la seguridad ante todo, y estamos descubriendo que la inseguridad se está adueñando de todo.
Sé que opiniones así no son las dominantes hoy en día; tengo que dar la razón a Shakespeare cuando le hizo decir a Ricardo III aquello de que “el diablo es el que hace siempre los mejores sermones”.

www.eugenioibarzabal.com

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