Eugenio Ibarzabal

De la paz y de los transgénicos.

Publicado por el 16 Nov 2013, en Sin categoría

Me dicen que, durante años, el padre de Yoyes y el padre de Kubati han estando dándose la paz en la iglesia, con motivo de la misa del domingo en la que se encontraban, efectuando incluso el esfuerzo de ir el uno hasta el otro allí donde estuvieran para poder hacerlo. Si esto es verdad, creo que está todo dicho, y es una historia verdaderamente maravillosa en un mundo que no nos ofrece sino noticias de odio, deseo de no olvidar  y voluntad de no perdonar, por muy comprensible que éstas sean. Sólo digo que en este mundo existe una cosa y la otra.

Es hermoso dar la paz, llevar la paz, mantener la paz. Creo que ser una persona de paz  es una de las mejores cosas que puede decirse de alguien en este momento y en esta sociedad. Me dio paz la entrevista en “El País” con el salesiano cuñado de Ortega Lara, Isaac Díez. Entiendo a todos, pero me quedo con gente como Isaac Díez. Creo que dejan las cosas un poco mejor de lo que estaban antes.

No sabía y sigo sin saber nada de transgénicos, pero leo un artículo en Critical Reviews in Biotechnology, que muestra unestudio que mostraba que   una revisión de 1.783 estudios efectuados en los últimos diez años avalaba la seguridad de los transgénicos, tanto desde el punto de vista medio ambiental, como sobre los animales y las personas. Con toda mi ingenuidad dije en una tertulia en ETB1, que había que leer ese documento y que, de ser ciertas las conclusiones, la llamada agricultura ecológica se estaba metiendo en un callejón sin salida. Debate diferente es la política de algunas multinacionales. Pero ese es otro tema. Si lo dije ya lo dije, porque me encontré con una contestación brutal.

Días más tarde, picado por la curiosidad, fui a una charla de alguien contraria a los transgénicos. Me encontré con una historia de buenos y malos, cosa que a mi edad me provoca recelo, y como uno de los argumentos adujo el famoso artículo de Séralini sobre el maíz y los tumores, que yo había leído que estaba totalmente desacreditado en el mundo científico. Pues bien, una persona del público se lo hizo saber, pero fue exactamente igual: el discurso continuaba como si el estudio fuera cierto y nadie lo hubiera desacreditado. ¿Se trata de saber la verdad o hacer triunfar mi verdad?… ¿También aquí?…

Viene mi hijo tras año y medio por tierras muy lejanas. Una experiencia muy dura. Lo cuento a algunas personas, y te sorprendes al escuchar lo que algunas de ellas te dicen: que está muy bien, que qué suerte, que qué envidia, que ya lo haría yo si fuera joven y cosas de esas. Y tú ves que se trata de gente que tiene a los hijos aún en casa, que ha sido joven, que no salido jamás, ni muestra en sus conversaciones interés alguno en lo que pasa fuera. Llego a una conclusión: todo lo bueno que consiguen otros es fácil, es suerte o tiene una explicación aún peor; lo que no he hecho yo, por el contrario, está perfectamente justificado. Cosas. Últimamente, cada día hablo menos.

Contestar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Enviando el comentario acepto la política de privacidad de esta web