Eugenio Ibarzabal

A vueltas con un libro

Publicado por el 16 Mar 2008, en Sin categoría

Obviamente, no me quedé a gusto con los comentarios que hizo sobre Chris McCandless, el joven de 24 años que pereció de hambre en Alaska, y relatado en el libro “Rutas Salvajes”, de Jon Krakauer. Por algo sigo con ello. Es de los libros que más me han interesado últimamente. Algo semejante me ocurrió hace años precisamente con otro libro de Krakauer, “Mal de Altura”, donde narra una tragedia en el Everest. Y al final, supongo que están dos cosas: el impacto que te causa imaginar esa tragedia en un hijo de esa edad y el problema de la motivación.

Hay un momento en el que Krakauer, tratando de entender los porqués nos narra su subida, teniendo la misma edad de Chris, al “Pulgar del Diablo”, en Alaska. “De repente, te das cuenta de lo que tienes que hacer: escalar”, nos dice el autor, rememorando cita de J. Menlove Edwards. O dicho de otra manera: de repente, encuentras tu motivo, y en consecuencia te sientes motivado. La motivación es la consecuencia de haber encontrado anteriormente un motivo, y no al revés.

Y de la misma manera que Krakauer encuentra una pared, “El Pulgar del Diablo”, 1800 metros sobre un glaciar, los demás también nos enfrentamos con nuestra pared particular en algún momento. En unas ocasiones la encontramos y en otras la pared nos encuentra. ¡Qué más da!… Lo importante es que estamos frente a ella. Y al enfrentarnos, rehacemos nuestra vida. Si la respuesta que damos es la auténtica –más allá de llegar a la cumbre o no-, crecemos; si es no lo es, nos encogemos.

He hablado de todo ello en una agradable comida con mis amigos de Ilundain, una admirable fundación destinada a ayudar a jóvenes en situaciones difíciles, con las que estamos trabajando en la actualidad. Se trata simplemente de encontrar primero un punto en el que la persona guarda escondido su motivo, sacarlo a luz luego, y tocar luego amablemente en él. Tocar sólo donde hacemos bien. No digamos que es difícil: bien que sabemos tocar allí donde hacemos mal. Y así con todos, con jóvenes fáciles y difíciles, jóvenes y mayores, intelectuales o trabajadores, líderes o empleados.

Siguiendo a Krakauer: “A medida que la ascensión continúa, te acostumbras al riesgo, a contemplar de cerca la muerte, y llegas a creer en la fiabilidad de tus manos, tus pies y tu cabeza. Aprendes a confiar en tu propio autocontrol… Las horas transcurren como si fueran minutos. La confusa carga que comporta la vida cotidiana queda olvidada temporalmente, borrada de tus pensamientos por la arrolladora claridad de la meta y la seriedad de la tarea en curso”…

Algo de esto ha debido suceder esta semana a tenor de la velocidad con la que ha transcurrido: equipos de Territorio e Innovación con el Plan Estratégico de Irun o reflexión sobre un posible diseño de la nueva Oficina Judicial con un estupendo equipo de secretarias y secretarios judiciales. Reuniones nada fáciles en principio, pero que salen maravillosamente bien tal vez porque todos hemos visto que había un motivo, que aquello valía la pena y que en consecuencia merecía la pena trabajar y pensar. Al final, cansancio y un buen montón de satisfacciones.

No sé si alguien sigue las polémicas en Francia y Alemania con motivo de los beneficios millonarios de algunos directivos: el último escándalo francés indicaba que la indemnización era veintiséis veces superior al de un catedrático de Universidad. ¡Para qué necesitarán tanto dinero!… Lo mismo ocurre en España con algunos directivos de bancos y grandes empresas. Y lo justifican diciendo que también los ejecutivos de organizaciones de otros lugares del mundo ganan lo mismo. Es decir, compararse con el que más gana: lo mismo que critican a sus propios trabajadores cuando exigen alzas basadas en sueldos comparativos. Me parece un auténtico escándalo. Y lo peor es que, lejos de avergonzarse, se ufanan en público de ello. Luego hablarán de que la sociedad sufre una crisis de valores. Michel Rocard , antiguo Primer Ministro, lo ha explicado maravillosamente bien en su artículo en “Le Monde” del 6 de Marzo: “sin una ética fuerte, es el propio capitalismo el que puede entrar en crisis”.

Fui a ver “Cerrando el círculo”, y sin ser ninguna cosa del otro mundo, me gustó.

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